Tambores y danzas folclóricas originarias del antiguo reino japonés de Ryūkyū. llegan hoy, 15 de septiembre, al Auditorio Piazzolla del Centro Cultural Borges. En un momento particular, en el que se celebran los 125 años de las relaciones entre Japón y Argentina, los Tambores de Okinawa vuelven a la escena con una única función que permitirá transitar por los caminos de esta cultura milenaria. La actividad está organizada junto a JICA, Agencia Japonesa de Cooperación Internacional; AACONI, Agrupación Argentina de Cooperación Nikkei y el Centro Cultural Borges.
El grupo Ryukyukoku Matsuri Daiko (RKMD), dedicado a la práctica y la difusión de estas danzas, conocidas como “eisa”, será el encargado de revivir este arte que surgió en Japón en el siglo XVII en los rituales budistas en honor a los antepasados. En la actualidad se practica como un espectáculo de artes escénicas, tanto en Okinawa como en sus comunidades de migrantes de ultramar.
La agrupación RKMD nació en 1982 en esa isla que hoy se caracteriza por la juventud eterna de sus habitantes, la mayor de las islas Ryūkyū. Al poco tiempo se expandió por el mundo y en la actualidad cuenta con más de 75 filiales en todo el mundo. Su objetivo: difundir la cultura okinawense y promover el espíritu de unión y hermandad.
La filial argentina comenzó sus actividades en Buenos Aires en 1998, tras la visita de Akira Yonamine Sensei el año anterior. Y ya cuenta con dos filiales ubicadas en la Ciudad de Buenos Aires y en Florencio Varela. A su vez, se realizan prácticas en la provincia de Córdoba.
En los ensayos el grupo realiza una preparación física previa que consiste en elongaciones y calentamiento muscular. Muchos de sus integrantes confirman que tocar estos instrumentos llamados “taiko” (tambor de gran tamaño) involucra todo el cuerpo. Los músicos utilizan movimientos amplios y enérgicos para golpearlos y crear un sonido potente y rítmico. Suelen gritar y hacer otros sonidos mientras tocan los tambores, lo que añade una dimensión vocal y emocional a la música.
Estos tambores aparecen primero en la India, pasan por China y Corea, y luego, llegan a Japón. Desde su aparición, los “taiko” forman parte de casi todos los aspectos de la vida en Japón. En sus orígenes, tenían funciones religiosas dentro del budismo y el taoísmo, y se los tocaba durante ciertos ritos agrarios. Con ellos, se exorcizaban los malos espíritus que podían importunar a los campesinos. También se pedía y se agradecía a los dioses por una buena cosecha. A su vez, los “taiko” se usaron para anunciar el regreso de los cazadores al pueblo, la llegada de algún tifón, y hasta para musicalizar eventos y acompañar la narración de cuentos. Tampoco faltaban en las cuatro fiestas principales que hay en Japón, las de las estaciones.
Luego de un tiempo, los “taiko” empezaron a usarse durante las batallas para dar ánimo a los guerreros, asustar a los enemigos e incluso para dar señales sonoras a los ejércitos. Después de la Segunda Guerra Mundial surgió una disciplina conocida como Kumi-daiko o ensamble de taikos, donde aparecen diversos tipos de tambores. Después de una guerra devastadora el Kumi-daiko aparece con la intención de recuperar el orgullo nacional perdido luego de la derrota. El primer grupo lo formó Daihachi Oguchi en la década del 50, y se llamó Osuwa daiko. A partir de entonces se fue desarrollando un arte musical y, en cierta forma, marcial, que se difundió entre los jóvenes de muchas aldeas japonesas con la intención de evitar la migración hacia las grandes ciudades.
Ryukyukoku Matsuri Daiko
Viernes 15 de septiembre de 19 a 20 hs
Auditorio Piazzolla, Centro Cultural Borges
Viamonte 525, CABA.
Actividad gratuita