“Soy el alma que baila sin cadenas, soy el sueño insaciable de la luna, soy testigo en la sombra de la vida, soy la que aprende que las semanas tienen más de siete días si estoy contigo, … no hace falta que te diga que moriría por bailar contigo, no hace falta que te diga que es mi corazón flamenco el que tiene alma de bolero”, dijo la voz en off de Sara Baras. Esa voz que estremeció la platea mientras un haz de luz enfocaba un micrófono solo en el medio del escenario.
Después, la música y la danza. “Alma”, no solo es, como dice Sara Baras, “un abrazo enorme, donde el flamenco abraza al bolero, y el bolero se deja abrazar por el flamenco” es, realmente, un encuentro interior en lo más profundo del alma. Y es ese nombre el que da comienzo a este espectáculo, intenso, vibrante y conmovedor donde el duende del flamenco se apodera del alma del espectador y se la roba.
Con las estrofas del tango “Nostalgias”, letra de Juan Carlos Cobián, cantado por seguiriyas, Sara Baras se contonea y saca los tonos más delicados y aterciopelados de su zapateo. Luego, los boleros más reconocidos que, a su vez, eran los preferidos del padre de la artista, se van transformando a través de la música y el cante, en los distintos palos flamencos.
“Algo contigo” va por bulería, “Contigo aprendí”, adquiere ritmo de rumba; “Remolinos”, va por soleá; “Te extraño”, se fusiona en una caña; “Toda una vida” en soleá por bulerías. Una alquimia perfecta en la que ambos géneros se funden como si no pudieran separarse el uno del otro. Y a su vez, se amalgaman en una combinación de instrumentos no “tradicionales” en el flamenco como la flauta travesera o el saxo. Si bien desde hace más de dos décadas muchos de los bailaores contemporáneos empezaron a incorporar sonidos del jazz en el flamenco. Todo eso, dirigido por Keko Baldomero.
La danza se apodera del escenario con una fuerza y una presencia que no da respiro e incita a ir por más. Baras ha logrado un espectáculo de una sublime exquisitez, con un refinamiento y una delicadeza que conmueve a cada instante. A eso se suma la plasticidad y la belleza de una escenografía minimalista, despojada, que divide el escenario a través de un telón que se parece a una lluvia constante. El mismo minimalismo y sobriedad que se impone en el vestuario de Luis F. Dos Santos y la iluminación de Chiqui Ruiz.
Impecable el cuerpo de baile integrado por Chula García, Charo Pedraja, Daniel Saltares, Cristina Aldon, Noelia Vilches y Marta De Troya. Los solos de cada una de ellas muestran el alto nivel de preparación de las bailarinas, y los solos de Baras encuentran esa delicadeza y esa potencia que hacen que el flamenco estalle en toda su intensidad. Sus diálogos musicales con los cantantes y con el saxo (Diego Villegas) son absolutamente sublimes. Una bailaora que sabe manejar los silencios, los gestos, los interminables giros, y es ella el propio duende que sale a escena.
“Alma” es una combinación perfecta de ritmo, movimiento, sonidos, olores y colores. Un espectáculo que apunta a lo más profundo del corazón, desde la punta de los tacones hasta los maravillosos movimientos de brazos y esas manos que se proyectan hacia el infinito.