Danza Contemporánea de Cuba

Un aguijón que cuestiona la realidad

El bailarín y coreógrafo George Céspedes presentó “Identidad -1” como estreno mundial para las funciones que el ensamble cubano realizó en el Teatro Mella de La Habana. También subieron a escena otras obras del repertorio interpretadas por un elenco de alto nivel técnico.

Deja un comentario Por () | 26/07/2013

George Céspedes Céspedes traslada fórmulas matemáticas y físicas en su obra "Identidad -1". Foto: Bubby. Gentileza DCC. diseños

George Céspedes traslada fórmulas matemáticas y físicas en su obra “Identidad -1″, estreno mundial de Danza Contemporánea de Cuba. Foto: Bubby. Gentileza DCC.

Nuevamente, las neuronas creativas del joven bailarín y coreógrafo George Céspedes, siempre contestatario, cuestionador y cargado de inquietudes, aguijonea, con un discurso conceptual sobre la identidad en una obra que bautizó “Identidad -1” (identidad a la menos uno, es el número entero negativo que sigue al -2 y precede al 0), como estreno mundial para Danza Contemporánea de Cuba. Las presentaciones fueron sobre el escenario del capitalino Teatro Mella.

Céspedes intenta trasladar –y casi lo logra–, las influencias que confiesa adquiridas de su entorno familiar (padres profesionales de las ciencias): fórmulas matemáticas y físicas en sus diseños. Estaciones que conforman la estructura de su nuevo e impresionante trabajo coreográfico coral, con el apoyo fundamental de un elenco de bailarines afiatado, con gestualidad y movimientos electrizantes. De claridad cronométrica, aplicada al canon en sus diversas modalidades estructurales, provenientes de combinaciones, tal vez,  del archiconocido “cubo de Rubyn”.

El coreógrafo, en las notas al programa, remite a los conceptos de identidad que desea cuestionar, particularmente el de “identidad cultural” y el  de “identidad nacional”. Del primero, dice, los individuos que lo forman “puedan fundamentar su sentimiento de pertenencia (…)”, grupos compartidos “dentro de la cultura dominante”. Y de la segunda, parte del concepto de nación,  al decir: “el sentimiento de pertenencia a una colectividad histórico–cultural definida con características diversas (…)”.

Para su fortuna, contó con el soporte musical electroacústico de Alexis de la O Joya y de Edwin Casanova, en una interrelación ajustada con el diseño de luces de Fernando Alonso. Estos han permitido que las reiteraciones simétricas y asimétricas de las secciones de bailarines no provocaran el tedio, en poco más de treinta minutos, y que su final recibiera del auditorio una merecida ovación.

Reposiciones

El programa  de DCC incluyó, varias reposiciones de piezas creadas por  coreógrafos invitados. Foto: Bubby. Gentileza DCC.

El programa de DCC incluyó, varias reposiciones de piezas creadas por coreógrafos invitados. Foto: Bubby. Gentileza DCC.

El programa incluyó, acertadamente, varias reposiciones de piezas creadas por invitados y otra del propio Céspedes. Tales como, “Demo–N/ Crazy”(2007), del coreógrafo catalán Rafael Bonachela, estrenado en la Sala Lorca del Gran Teatro de La Habana.

Pieza de poco más de media hora, que permite disfrutar las tensiones y emociones logradas por las impecables ejecuciones y evoluciones –terre á terre y aéreas– de los solistas, como los soberbios Yosmell Calderón y Alberto González. Así como las explosivas y esculturales Jenny Nocedo Lisvet Barcia y Yaday Ponce, conjuntamente con los efectivos de reciente ingreso (positivo el nutrirse de sangre nueva). Después de un repetitivo movimiento de aparentes “partículas” coloidales, utilizando veloces dinámicas, Bonachela lo detiene abruptamente y todos adoptan la posición “upside down” por varios minutos, mientras que la iluminación decrece hasta el black out total. Los estruendosos aplausos rompieron el “mortal” silencio del final.

A pesar de su habitual negativa por presentar fragmentos fuera del contexto de obras mayores, Miguel Iglesias, director general de DCC,  se plegó al requerimiento de un empresario foráneo, y  eligió el dúo “El Dorado” de una obra homónima de la inglesa Cathy Marston, desarrollado a partir de una magnífica y bucólica música del afamado compositor  John Adams. En solo seis minutos disfrutamos de una demostración deslumbrante de afinación muscular integral ejecutada por el solista Yosmell Calderón, bien acompañado por Thais Suárez,  juvenil bailarina con buena formación técnica, empero su fisicalidad no pareció la más justa como contraparte danzante.

"Identidad -1", de George Céspedes propone una reflexión sobre el sentimiento de pertenencia. Foto: Bybby. Gentileza DCC.

“Identidad -1″, de George Céspedes propone una reflexión sobre el sentimiento de pertenencia. Foto: Bubby. Gentileza DCC.

La otra obra de Céspedes en el programa fue “La Ecuación”. Estrenada y laureada en 2004, muestra a dos parejas de bailarines sometidos –en un cuarto de hora–,  al encierro  en cuatro paredes virtuales, que desplieguen una inagotable energía llevada hasta extremos de violencia o agresividad corporal en sus encadenamientos,  estimulados por la excelente música original creada por X Alfonso, y el inteligente diseño de luces de Erick Grass. Todo lo cual contribuye a clarificar la metáfora danzante del pensamiento sufi, que sirve de basamento filosófico a esta pieza: la verdad está más allá de toda explicación, de modo que es mejor quedarse con una pregunta, que recibir una respuesta”.

 

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