Entrevista: Herman Cornejo

Volver a Buenos Aires

El bailarín argentino, el único hispano en el ABT, interpretará, el 8 y el 10 de abril, “El Corsario”, junto al Ballet Estable del Teatro Colón, dirigido por Paloma Herrera. María Kochetkova y Daniil Simkin compartirán la escena en esta versión de Anne-Marie Holmes cuyo repositor es Julio Bocca.

Deja un comentario Por () | 04/04/2018

Herman Cornejo, primer bailarín del ABT, se presenta con “El Corsario” en el Teatro Colón junto al Ballet Estable. Foto: Carlos Villamayor. Gentileza HC.

Herman Cornejo, primer bailarín del ABT, se presenta con “El Corsario” en el Teatro Colón junto al Ballet Estable. Foto: Carlos Villamayor. Gentileza HC.

Estaba en su casa, en Nueva York, cuando recibió el llamado de Paloma Herrera, su antigua compañera del American Ballet Theatre (ABT) con quien compartió escenarios durante casi 15 años. En ese preciso momento se mezclaron sentimientos, recuerdos, deseos, ilusiones, sueños… Era volver a Buenos Aires, al Teatro Colón, donde se había formado desde niño. Era hacer “El Corsario”, una obra que había hecho infinidad de veces con el ABT y que, sin dudarlo, se convertía en una ventana para mostrar lo que mejor puede hacer: bailar.

Herman Cornejo, ese niño que se deslumbró con la danza desde que tenía 8 años cuando vio por primera vez a Maximiliano Guerra haciendo “Espartaco”, regresa por segunda vez al Teatro Colón, para interpretar el protagónico en este clásico ballet inspirado en el poema de Lord Bayron que narra una historia de amor, de aventuras, de piratas…

Esta producción, con música de Adolphe Adam, Riccardo Drigo y Leo Delibes, realizada en 2013 en el Teatro Colón con coreografía de Anne-Marie Holmes, y reposición de Julio Bocca, estrena el domingo 8 de abril con Cornejo, María Kochetkova, principal del San Francisco Ballet, y Daniil Simkin, también del ABT.

Herman Cornejo, en “El espectro de la rosa”, con el ABT, la compañía de sus sueños, en la que lleva 20 años. Foto: Marty Sohl. Archivo Danzahoy. Gentileza ABT.

Herman Cornejo, en “El espectro de la rosa”, con el ABT, la compañía de sus sueños. Foto: Marty Sohl. Archivo Danzahoy. Gentileza ABT.

Considerado el Nijinsky del siglo XXI por la crítica de los Estados Unidos y del mundo, Cornejo, fue primer bailarín de la compañía de Julio Bocca cuando tenía 14 años, y fue el mismo Bocca quien pidió una excepción en la VIII Competencia Internacional de Danza de Moscú, para que este adolescente, que no cumplía con la edad mínima requerida, probara su suerte ante un riguroso tribunal. Y se llevó la medalla de oro, la misma que había ganado Bocca a los 19 años. En 2014 recibió el premio Benois de la Danza, el Oscar de los bailarines, y hoy, es el único primer bailarín hispano que queda en el ABT luego del gran boom de la década anterior, cuando comenzaba el nuevo siglo. Y en 2019, celebrará sus 20 años con la compañía en la que forjó su carrera de bailarín internacional.

Danzahoy: ¿Qué significa volver al Colón?

Herman Cornejo: Haber hecho el ISA (Instituto Superior de Arte del Teatro Colón) hace sentir que el teatro es tu casa, y realmente, es como volver a casa. Me gustaría estar más seguido en la Argentina y trabajar más en el Colón en estos próximos cinco años, que son los más importantes de mi carrera. El llamado de Paloma (Herrera) fue una gran emoción. Imagino que su idea, desde que ella asumió la dirección, es seguir trayendo a los argentinos que estamos en el exterior; hacer que vuelvan a casa. Es decir, lo que ella hizo como bailarina, lo está haciendo ahora con nosotros. Y sin duda, bailar en el teatro es muy especial.

D: ¿Cómo es mirar hacia atrás después de todos estos años, de tantos viajes, de tanta experiencia acumulada?

HC: Es emocionante. Especialmente cuando se empieza tan joven, como fue mi caso, porque en esa etapa uno es una máquina que mira solo hacia adelante. Y después de un tiempo, cuando uno vuelve la mirada hacia atrás, recién toma conciencia de lo que hizo. Cuando Julio (Bocca) fundó el Ballet Argentino -esa compañía para jóvenes de la que formé parte-, se abrieron muchas puertas para los bailarines. Desde entonces hasta hoy, a veces me pregunto: ¿me está pasando a mí?

D: Nueva York-Argentina, ¿cómo son los sentimientos de pertenecer a dos lugares?

HC: Cuando vine a Nueva York no fue con la intención era hacer carrera en Nueva York, sino porque era el ABT. Y cuando regreso a casa, en la Argentina, me siento como un turista. Es una sensación linda, porque es volver con más libertad.

HC: La idea surgió en cierta forma, por Julio. Conocí el ABT porque Julio bailaba allí, y después fue Paloma. De alguna manera fue como seguir los pasos de Julio. Él fue un ejemplo para todos los argentinos. Lo cual no significó, ni significa, copiar lo que él hizo, sino que él fue un modelo por el respeto al trabajo, a lo que representa y es esta carrera. Tanto Julio como Maximiliano Guerra, impusieron su nombre en el mundo de la danza a nivel internacional y nos representaron a través del arte casi a un mismo plano que nos reconocen por el deporte. Ellos dos lograron romper esa barrera, y también hicieron que la danza no fuera algo perteneciente a una elite en la Argentina.

Los hermanos Erica y Herman Cornejo en “Diana y Acteón”. Hace 20 años viajaron a Nueva York y se integraron al ABT Foto: Arnaldo Colombaroli. Archivo Danzahoy. Gentileza TC.

Los hermanos Erica y Herman Cornejo en “Diana y Acteón”. Hace 20 años viajaron a Nueva York y se integraron al ABT Foto: Arnaldo Colombaroli. Archivo Danzahoy. Gentileza TC.

D: ¿De qué manera te insertaste en Nueva York?HC: La suerte fue estar con mi hermana Erica -ex bailarina del ABT y del Boston Ballet-, y a los dos nos pasó este “sueño americano”. Y el apoyo familiar fue fundamental. Mi madre viajó con nosotros los primeros tres meses y se encargó de que estuviéramos bien ubicados, y además, quiso comprobar que realmente estábamos seguros de que era eso lo que queríamos. Mi padre se ocupó de que pudiéramos hacerlo. Y si bien es cierto que el talento te lleva a estos niveles tan altos, también es cierto que además de talento hay que tener dos dedos de frente y mantener el respeto por la profesión. Todos los días de mi vida tomo clases como si fuera un principiante, es mi trabajo. Además, no me dejé tentar por lo que ofrece una ciudad como Nueva York, tengo ese arrastre de la vida campesina. Nací en San Luis y me crié en Buenos Aires, y esa vida familiar con mis padres ayudó. Soy más casero, me gusta ir al cine, no me gusta ir de fiesta…

D: ¿Y cómo empezaste a relacionarte con la ciudad y su gente?

HC: Era muy tímido con todo y con todos. Y mi timidez me llevó a no hablar inglés por dos años. Por otra parte, en aquella época en el ABT había como veinte hispanos en la compañía, por lo tanto, no necesitaba hablar mucho inglés. Ahora, me empiezo a olvidar palabras en castellano. En realidad, he pasado 20 años en los Estados Unidos y 16 en la Argentina, y me hice ciudadano estadounidense porque sentí que tenía que honrar al país que me había dado todo en mi carrera.

D: ¿Cómo habría sido tu carrera si hubieras vivido en la Argentina?

HC: Volver a lo de los padres es cómodo, al menos por un tiempo. Cuando vuelvo al Colon, me miman, y luego regreso a mi casa de todos los días en Nueva York, al lugar que construí con mi carrera, desde que entré como aprendiz. Ahora, con Paloma, subió un poco más el número de espectáculos. Con el ABT hacemos cerca de 100 funciones al año, mientras en el Colon hacen entre 20 y 40. Eso me impulsó a irme. En mi época era casi imposible pensar en una carrera como bailarín en la Argentina, especialmente por problemas de contratación. Partir fue casi obligatorio, y era muy común en nuestra generación. No te podías quedar a depender de un contrato.

D: ¿Alguna vez pensaste dejar el ABT por otra compañía o para convertirte en bailarín independiente?

HC: Mi sueño fue llegar al ABT y cuando lo conseguí fue decir: “este es mi sueño”. Trabajar como bailarín invitado es bueno, pero me gusta sentirme parte de una compañía estable. Creo que Kevin McKenzie -director artístico del ABT- maneja el grupo de una manera en la que la gente se siente como en una familia. Si bien puede haber cosas complejas, todo se maneja desde un lugar muy humano. Poder trabajar y hablar con el director en un mismo nivel es importante porque se asemeja a la relación que uno tiene con su propia familia.

Acostumbrado a la vida familiar y arraigado a las costumbres, Herman Cornejo no se despega de su mate en ningún lugar del mundo. Foto: Lucas Chilczuk. Gentileza HC.

Arraigado a las costumbres, Herman Cornejo no se despega de su mate en ningún lugar del mundo. Foto: Lucas Chilczuk. Gentileza HC.

D: Después de los rusos y de los hispanos que fueron estrellas en las últimas décadas en los Estados Unidos, ¿quiénes son los que predominan ahora?

HC: Creo que son olas de generaciones diferentes. Ahora la compañía está llena de asiáticos, algo que también se puede ver en las competiciones. La danza rusa es la cuna de la danza y siempre que veas a un ruso de alto nivel vas a ver un buen show. El hispano no es tan estudiado como el ruso y en cierta forma la explosión de un hispano tapa un poco el espectáculo de los rusos porque se mezcla lo humano y lo técnico. No sé si es culpa de los concursos, pero ahora es todo muy técnico y la expresividad queda de lado. El hispano, en cambio, reúne la técnica y el conocimiento de varias escuelas. Por ejemplo, en el ISA se estudian casi todas las escuelas, lo cual nos hace más abiertos para interpretar la danza desde otro nivel. Y tal vez porque en Sudamérica no hay muchas facilidades para estudiar seriamente, los hispanos valoramos más las oportunidades que se nos brindan. En Nueva York hay estudios impresionantes de primer nivel, en cambio en nuestros países, hacer danza es una pasión. No vamos a clase por que sí, sino porque tenemos ganas de ir y de ensayar. Por eso, el permanecer como estable, me hace sentir que sigo manteniendo esa antorcha encendida. Esa antorcha que también en cierta forma me pasó Julio cuando hizo su último “Don Quijote” en su despedida Japón. Al día siguiente hice mi primer protagónico en “Don Quijote” porque un bailarín se había lesionado. Entonces sentí que Julio me estaba asando la antorcha. Así que, hasta que no venga otro argentino, no me retiro…

“El Corsario” en escena

Programa

Coreografía: Anne-Marie Holmes

Reposición Coreográfica: Julio Bocca

Asistente Reposición Coreográfica: Lorena Fernández

Música: Adolph Adam, Riccardo Drigo, Leo Delibes

Diseño de escenografía: Christian Prego

Diseño de vestuario: Aníbal Lápiz

Diseño de Iluminación: Rubén Conde

Ballet Estable del Teatro Colón

Directora: Paloma Herrera

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires

Directora: Tara Simoncic

Parejas protagónicas

Función del 8 y 10 de abril:

María Kochetkova – Herman Cornejo

Función del 13 y 15 de abril:

Nadia Muzyca – Federico Fernández

Función del 12 y 14 de abril:

Macarena Giménez – Juan Pablo Ledo

 

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