
En su aniversario, la Washington National Opera presenta una reposición de 2017 de “Aida” de Giuseppe Verdi en el Opera House del Kennedy Center de Washington DC. Foto: Scott Schuman. Gentileza JFKC.
La “Aida” con la que la Washington National Opera (WNO) celebra su 70.º aniversario combina la solidez de un clásico con la energía de una creación moderna que deja translucir la universalidad de la trama. Dirigida por Francesca Zambello y con Kwamé Ryan al frente de la orquesta, esta producción diseñada por RETNA transita por jeroglíficos plasmados como grafitis, muros, paneles que suben y bajan, y telas que adquieren formas, dimensiones y colores. Cada uno de estos elementos envuelven el espacio y lo enaltecen.
Desde el 25 de octubre al 2 de noviembre esta ópera indiscutible en la historia del género sube a la escena del Opera House del Kennedy Center de Washington DC con vigor y solvencia. Emblemática ópera trágica en cuatro actos de Giuseppe Verdi, con libreto en italiano de Antonio Ghislanzoni, ambientada en el antiguo Egipto, que se estrenó en El Cairo en 1871. El libreto centra la historia en un triángulo amoroso. Aida, una princesa etíope capturada y llevada a Egipto como esclava. Radamés, un militar que se debate entre su amor por ella y su lealtad al Faraón, y Amneris, la hija del Faraón, que se enfrenta a Aida para disputar el amor de Radamés.
Pero más allá de ese triángulo, la ópera plantea dicotomías que transitan por cuestiones éticas y morales universales en medio de una guerra en la que opresores y oprimidos sufren las consecuencias. El deber contra el deseo. La lealtad contra el amor, y una lucha de sentimientos encontrados que convierten al escenario en una suerte de campo de batalla donde todo se pone en juego.
Esta interesante reposición de “Aida”, data de 2017, y es una coproducción entre la WNO, la Ópera de San Francisco, la Ópera de Seattle y la Ópera de Minnesota. En este estreno, la soprano Jennifer Rowley (Aida) debutó por primera vez para la WNO en la noche de apertura. Una voz con un marcado lirismo que logró una conmovedora interpretación en el acto IV, cuando debe optar entre la lealtad a su padre y a su pueblo y su amor por Radamés. Su rival, Raehann Bryce-Davis, encarna a Amneris con temperamento, presencia escénica y una fuerza que deslumbra especialmente en el acto IV. Adam Smith, como el guerrero Radamés, con una voz potente, conforma esta trama que, aún hoy, conmueve y genera interrogantes.

Los solistas Jennelle Figgins y Dwayne Brown junto al cuerpo de baile de “Aida”, dirigida por Francesca Zambello. Foto: Scott Schuman. Gentileza JFKC.
En medio de esta trama, los pasajes de danza, con coreografía de Jessica Lang, aportan un toque de modernidad interesante, no solo por el vestuario, sino también por una propuesta netamente contemporánea. De esta manera consolida un estilo que comenzó a desarrollarse en el siglo XVII, cuando el ballet se integró gradualmente en las representaciones operísticas, para luego afirmarse en el siglo XIX. En “Aida”, el ballet toma protagonismo en el Acto II, ambientado en el templo de Ptah, creando un tono de misterio y opulencia.
La danza es una parte fundamental de esta puesta en escena y asume un rol importante en la parte ceremonial de la ópera. Lang creó su propuesta desde una visión amplia en la que los guerreros reemplazan a las sacerdotisas. Su coreografía otorga movimiento, respiración, textura y pulso visual del espectáculo. La solista Jennelle Figgins, magnífica en sus solos, logra crear junto al cuerpo de baile y al solista Dwayne Brown, interesantes climas y transiciones. El grupo de niños descolla con sus saltos y piruetas, y pone un toque de ternura a este drama.
Ryan dirige la orquesta con sutileza y mantiene con solvencia la tensión entre la exuberancia coral y la intimidad de los solistas. El coro y la orquesta responden con precisión y una energía especial. Los metales suenan con vigor y las cuerdas se sumergen en la melancolía de los amantes atrapados.
El diseño de RETNA, junto con la escenografía de Michael Yeargan y los vestuarios de Anita Yavich, logran un delicado equilibrio entre lo arcaico y lo moderno: un Egipto simbólico, donde la guerra y el amor se pintan con el mismo pincel. La puesta en escena y sus simbolismos marcan una explosión de colores.
Esta puesta de “Aida” por la WNO es una desafiante puesta que reúne una potencia visual deslumbrante, una realización y conducción musical impecable y esa búsqueda de los conflictos y sentimientos que deja vibrando el corazón del espectador.

La coreografía de Jessica Lang aporta una propuesta que se afirma en la danza contemporánea. Foto: Scott Schuman. Gentileza JFKC.


