Nueva York, 1990. Una historia de película. Un aspirante a compositor, Jon. Fracasos. Decepciones. La duda permanente de haber tomado la decisión equivocada al optar por las artes escénicas. Las contradicciones. Y un triunfo que no alcanza a disfrutarse.
“Tick, Tick… Boom!”, esta suerte de “monólogo reflexivo”, semi-autobiográfico, puso en la escena del Eisenhower Theater del Kennedy Center de DC fragmentos de la vida del compositor Jonathan Larson, conocido por el exuberante éxito de “Rent”, la superproducción de Broadway ganadora del Premio Pulitzer. Aunque Larson no vivió para disfrutar de su éxito. El compositor murió en 1996 por un problema cardíaco no diagnosticado, el día antes de que “Rent” se estrenara en Broadway.
Larson interpretó “Tick, Tick… Boom!” en el Off-off Broadway en los ’90, y luego, en 2001 ganó la taquilla del West End en Nueva York. Giras y numerosas producciones terminaron en 2021 con una adaptación cinematográfica de Netflix dirigida por Lin-Manuel Miranda y protagonizada por Andrew Garfield.
En esta reposición “a gran escala” que presenta el Kennedy Center, la dirección está a cargo de Neil Patrick Harris, ganador de un premio Tony de canto y baile, quien también interpretó a Jon, en una producción realizada en 2005 en Londres.
Harris convocó a un reparto excelente y talentoso que tiene como protagonista a Brandon Uranowitz, ganador de un Tony en 2023 por “Leopoldstadt”, quien compone un personaje absolutamente creíble con sus contradicciones y su apuro por demostrar su talento como si desde lo más profundo de su ser hubiera sabido su próximo final.
Sumergido en el barrio del SoHo neoyorquino, sin recursos y ya a punto de cumplir 30 años, Jon se interna en sus planteos existenciales acerca de su elección de vida. El recurso escénico de Harris pone las reflexiones de Jon en una pantalla dentro del escenario, como si el inconsciente le hablara a su propio dueño.
Junto a Uranowitz, Denée Benton como Susan, la novia de Jon y profesora de danza, y Grey Henson como Michael, su amigo de la infancia que optó por una empresa de estudios de mercado y dejó atrás sus aspiraciones como actor.
Sin duda, esta es una pieza de cámara, reflexiva, que quizás se aleja de la estructura de un musical tradicional. Cuenta una historia que podría ser esencialmente teatral, para tres personajes, pero la sucesión de canciones y su contenido, la proyectan de una manera diferente. Tal vez, difícil de encasillar en un género en particular.
Algunos temas conmovedores interpretados por Uranowitz o a dos voces con Henson son algunos de los aciertos de esta obra, de la que es necesario resaltar la calidad vocal de los tres intérpretes y, especialmente, la potencia de Benton en sus solos.
Los cuatro bailarines y cantantes que forman parte de esta producción y que cumplen diferentes roles, es otro de los aciertos de Harris. A ellos se suma la puesta de luces de Cory Patak y la coreografía, sencilla y apropiada de Paul McGill.
“Tick, Tick… Boom!”, permite revisar la vida de Larson desde una mirada más cercana a los conflictos humanos de todos los días. Permite a su vez, descubrir en uno mismo esas preguntas que a veces están prohibidas por el peso de la sociedad y la agobiante cotidianeidad.