Ballet Hispánico

Eva de las mil caras

Del 30 al 3 de diciembre la compañía dirigida por Eduardo Vilaro presenta en el Eisenhower Theater del Kennedy Center “Doña Perón”. Con coreografía de Annabelle López Ochoa, la obra hace un recorrido sobre la vida de la mujer que marcó el rumbo de la historia argentina.

Deja un comentario Por () | 02/12/2022

Dandara Veiga y Chris Bloom (Ctr.) y bailarines del Ballet Hispánico en una escena de “Doña Perón” de Annabelle Lopez Ochoa. Foto: Teresa Wood. Gentileza: JFKC.

Dandara Veiga y Chris Bloom (Ctr.) y bailarines del Ballet Hispánico en una escena de “Doña Perón” de Annabelle Lopez Ochoa. Foto: Teresa Wood. Gentileza: JFKC.

Para algunos fue la “Santa”, el hada que llegaba a repartir juguetes, comida e ilusiones. Para otros, fue una especie de “lacra” social cargada de ambiciones y resentimientos. Lo cierto es que Eva Perón, aún hoy, a 70 años de su muerte, sigue siendo venerada, recordada y adorada, y también, sigue siendo el disparador de piezas de literatura, comedias musicales, obras de teatro y de danza.

Annabelle López Ochoa, la coreógrafa belga-colombiana se dejó atrapar por la fascinante personalidad de esta mujer de origen humilde, hija ilegítima de un comerciante adinerado, que llegó a ser la primera dama de la Nación Argentina. Su obra, “Doña Perón”, que el Ballet Hispánico, dirigido Eduardo Vilaro, estrenó en Washington el 30 de noviembre y que seguirá en cartel hasta el 3 de diciembre, muestra la vida de esta mujer declarada oficialmente jefa spiritual de la Nación en 1952, poco después de su muerte.

Actriz de cine y radioteatro, Eva Perón, en su adolescencia, emigró de un pequeño pueblo hacia Buenos Aires, la capital del país. Pero fue a partir de su encuentro con Juan Domingo Perón, entonces secretario de Trabajo y Previsión de una de las tantas dictaduras que hubo en el país, cuando comenzó su militancia política. Desde esa trinchera luchó por el voto femenino y se convirtió en el adalid de la justicia social. Cada una de estas facetas cautivaron a López Ochoa para construir una obra que se mueve entre la danza contemporánea y la danza-teatro, donde confluyen influencias de escuelas europeas y una impronta latina insoslayable.

“Doña Perón” tuvo su estreno mundial los primeros días de abril en Nueva York, en el Festival de Danza del City Center, y luego en octubre, subió a escena en Ottowa, Canadá. Es la primera obra de larga duración que la coreógrafa crea para el Ballet Hispánico. Y en esta biografía coreográfica cargada de simbolismos, encuentra una particular poética. A partir de un lenguaje abstracto, logra establecer una secuencia que recorre el ascenso de Eva Perón hasta la cumbre del poder y su trágica muerte a los 33 años en 1952. López Ochoa muestra a esa Eva de las mil caras, sus contradicciones, sus fantasmas, sus vergüenzas y sus deseos de acceder a una clase social aristocrática que siempre la rechazó.

La coreógrafa transita por pas de deux absolutamente neoclásicos hasta escenas grupales donde lo contemporáneo se refuerza con acciones teatrales. En algunos cuadros, la incorporación de la voz y la percusión a través de golpes en el piso o del simple sonido de los cuerpos que se desplazan y se tocan, delimitan escenas y estructuran situaciones dramáticas.

“Doña Perón” interpretada por Dandara Veiga “Doña Perón” tuvo su estreno mundial Nueva York, en el Festival de Danza del City Center. Foto: Teresa Wood. Gentileza: JFKC.

“Doña Perón” interpretada por Dandara Veiga tuvo su estreno mundial en Nueva York, en el Festival de Danza del City Center. Foto: Teresa Wood. Gentileza: JFKC.

En sus dúos con la Eva niña, interpretada con excelencia por Nina Basu, la Eva ascendente o la Eva poderosa, establecen una suerte de duelo con su propia conciencia. Dandara Veiga, en su rol de Eva, compone un personaje que, si bien no tiene ningún parecido físico con Eva Perón, apuntala símbolos esenciales de la trama. Junto a ella, Chris Bloom, un bailarín sólido y de buena técnica, encarna a Juan Domingo Perón.

El Ballet Hispánico, que en estos 50 años se ha convertido en una de las compañías más reconocidas del país, posee un grupo de bailarines impecables, capaces de transitar las honduras de la danza teatro y sumergirse en las vetas contemporáneas y neoclásicas con absoluta plasticidad. La fuerza del grupo crece a medida que transcurre la obra, y la calidad de su danza es, en gran parte, uno de los mayores atractivos de la obra.

A ellos se suma la iluminación y diseño de video Christopher Ash que permite que la imaginación del espectador se dispare y haga su propio trabajo. De esta forma va recreando espacios que inducen a descubrir momentos históricos como el encarcelamiento y liberación de Perón el 17 de octubre o el día del renunciamiento de Eva. Imágenes proyectadas en movimiento y la voz en off de Eva Perón estremecen y ponen ese toque testimonial imprescindible en una obra de esta naturaleza.
Por su parte, el vestuario de Mark Eric tiene una notable cuota de osadía. No solo por el colorido y los contrastes que delimitan a su vez las clases sociales, sino también por un dinamismo que permite que los bailarines se cambien en escena como parte de la acción coreográfica.

En esta partidura de Peter Salem, la fusión entre el tango y algunos elementos del folclore argentino, también se acoplan a esta narrativa. Y ese sutil y a veces imperceptible bandoneón del reconocido Héctor Del Curto, convierte a la obra en un todo integrado como un delicado mecanismo de relojería.

Uno de los grandes aciertos de López Ochoa es no haber caído en el cliché. Si alguien pretende ver en la obra el retrato de Eva Perón tal como se la conoce en la historia, en el cine o en los musicales, no la encontrará. En “Doña Perón” Eva es una percepción, un concepto que se plasma en gestos y movimientos dentro de una trama que tiene mucho de surrealismo, como lo es la vida misma.

Bailarines del Ballet Hispánico en “Doña Perón”, de Annabelle Lopez Ochoa, obra estrenada en el Kennedy Center. Foto: Teresa Wood. Gentileza: JFKC.

Bailarines del Ballet Hispánico en “Doña Perón”, de Annabelle Lopez Ochoa, obra estrenada en el Kennedy Center. Foto: Teresa Wood. Gentileza: JFKC.

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