National Theater of Norway

Cuando sobran las palabras

Como celebración de los cien años del nacimiento del realizador sueco Ingmar Berman, el Kennedy Center llevó al Eisenhower Theater, del 6 al 9 de diciembre, el estreno en los Estados Unidos de “Confesiones privadas”, escrita por el cineasta, y presentada en la versión teatral de Liv Ullmann.

Deja un comentario Por () | 10/12/2017

“Confesiones privadas” se presentó en el Kennedy Center con Marte Engebrigtsen en el protagónico y Liv Bernhoft Osa en el rol de su madre. Foto: Erik Berg. Gentileza JFKC.

“Confesiones privadas”, en el Kennedy Center, con Marte Engebrigtsen en el protagónico de Anna y Liv Bernhoft Osa en el rol de su madre. Foto: Erik Berg. Gentileza JFKC.

Indagar en los perfiles de uno de los grandes maestros del cine como lo es Ingmar Bergman, suena extraño para una revista de danza. También lo es, sumergirse en las profundidades del teatro. Pero sin embargo, no es casualidad que el teatro y la danza formen parte de ese inasible universo de las artes escénicas. Algo que solo queda en la retina y en el alma, y que hoy, tecnología mediante, nos permite recordar las imágenes como parte de un todo. ¿Acaso el cine no ha filmado danza? ¿Acaso el español Carlos Saura, casi contemporáneo de Bergman no ha dejado estampado para siempre en el cine al inolvidable Antonio Gades, o se ha lanzado a mostrar los secretos del tango en la Argentina? ¿Acaso la danza o el teatro no se han animado a incorporar el cine dentro del mundo de las artes escénicas?

En esta era globalizada, donde los límites entre las artes se hacen cada vez menos perceptibles, “Confesiones privadas”, obra que fue llevada al cine en 1999 por la actriz y ex mujer del cineasta sueco, Liv Ullmann, se convierte en una cita insoslayable para comprender el arte en su propia esencia de libertad. En esas profundidades en la que un artista debe jugarse el todo por el todo, el encasillamiento se transforma en carcelero del alma y de la creación.

Esta vez, como celebración de los cien años del nacimiento del gran cineasta sueco con el que crecieron varias generaciones, el Kennedy Center llevó al escenario del Eisenhower Theater, desde el 6 al 9 de diciembre, el estreno en los Estados Unidos de la pieza teatral escrita por Bergman, con la versión para teatro de Ullmann. Los protagonistas: integrantes del National Theater of Norway.

Ullmann, reanuda en “Confesiones privadas” esa búsqueda de sus propias raíces en la que Bergman incursionó en los films de sus últimas décadas. Una exploración sobre las luces y las sombras que fueron forjando su vida familiar. Y el resultado es una pieza teatral poderosa, intensa, reflexiva, en la que la gestualidad, la fuerza corporal de sus intérpretes y la potencia del texto se convierten en una danza en sí misma. Pieza esencial para cualquier artista, y especialmente para un bailarín que no solo trabaja con el movimiento, sino que requiere de técnicas teatrales para transmitir emociones profundas que hacen que el espectador se conmueva con un simple paso. Y si bien, en la era de la tecnología los sentimientos parecen desdibujarse, dónde queda entonces el hombre con sus conflictos, sus dudas, sus preguntas, su dolor y su alegría. Dónde queda, entonces, el artista si no tiene la capacidad de expresar desde el alma.

Mattis Herman Nyquist interpreta al padre de Ingmar Bergman junto a Marte Engebrigtsen en la obra dirigida por Liv Ullmann. Foto: Erik Berg. Gentileza JFKC.

Mattis Herman Nyquist interpreta al padre de Ingmar Bergman junto a Marte Engebrigtsen en la obra dirigida por Liv Ullmann. Foto: Erik Berg. Gentileza JFKC.

Aquí, los protagonistas, transcurren en sus propios espacios gestuales, sumidos en la tragedia de sus personajes. Mientras la obra, hablada en sueco, con subtítulos, dibuja como una delicada coreografía, la evolución de una trama que muestra el drama de una mujer prisionera de sus pasiones en una época en la que los tabúes eran la tumba del alma. La fuerza corporal de esos personajes, quizás, no necesitaba de las palabras. Solo el gesto.

Anna Bergman, interpretado con una sutil y trascendente maestría por Marte Engebrigtsen, se convierte en el eje en torno del cual gira el resto de los personajes. Su marido, Henrik, a través de un actor conmovedor, Mattis Herman Nyquist; Marta, su amiga y confesora (Anneke von der Lippe); Jacob, el pastor ante quien Anna confiesa su infidelidad (Bjon Skagestad); Karin, la madre de Anna (Liv Bernhoft Osa); Thomas, el amante que no se atreve romper con los prejuicios y la medioridad (Morten Svartveit), y la narradora, Kari Simonsen, conforman un ensamble perfecto.

El talento de Ullmann para describir situaciones y conflictos, tanto desde lo espacial como desde lo dramático, hacen que esta pieza se interne en lo más profundo del corazón y siga resonando y cuestionando a través de imágenes, sensaciones y percepciones. Sentimientos que solo puede lograr una obra de arte en sí misma, sin importar si se trata de teatro, cine, danza o música. El arte en su estado puro.

Marte Engebrigtsen con Morten Svartveit (como Thomas), del National Theater of Norway, en una de las escenas de “Confesiones privadas”. Foto: Erik Berg. Gentileza JFKC.

Marte Engebrigtsen con Morten Svartveit (como Thomas), del National Theater of Norway, en una de las escenas de “Confesiones privadas”. Foto: Erik Berg. Gentileza JFKC.

 

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