Danza Contemporánea de Cuba

Cómo bailar a Paganini

Para festejar su aniversario 57, la compañía que dirige Miguel Iglesias, apostó por el estreno de “Otros Caprichos”, de la catalana Angels Margarit Viñals que tuvo su premiere en Barcelona en 2013. El bailarín estadounidense Rasta Thomas se incorporó al programa con dos solos.

Deja un comentario Por () | 29/10/2015

Danza Contemporánea de Cupa estrenó "Otros Caprichos", de la catalana Angels Margarit Viñals. Foto: Abel Carmenate. Gentileza DCC.

Danza Contemporánea de Cupa estrenó “Otros Caprichos”, de la catalana Angels Margarit Viñals. Foto: Abel Carmenate. Gentileza DCC.

Para festejar su aniversario 57, Danza Contemporánea de Cuba (DCC), que dirige Miguel Iglesias -veterano bailarín de formación clásica y moderna-, apostó por un estreno, los “Otros Caprichos” con coreografía de la catalana Angels Margarit Viñals. Elaborada especialmente para La Habana esta versión de esta pieza modular ya estrenada en 2013 en Barcelona, parte de 15 de los conocidos 24 “Caprici” para violín solo del genial compositor e intérprete italiano Nicolo Paganini.

Sólo dos funciones en presencia de la autora, asistida previamente por Eneko Alcaraz, fueron el preludio de las presentaciones programadas en el Distrito Federal de México con su celebrada producción integral de la “Carmina Burana”. Con música de Karl Orff, con coreografía de George Céspedes, fue enaltecida esta vez con el afamado bailarín norteamericano Rasta Thomas, en las partes solistas.

Aprovechando la fugaz estancia en la capital cubana de Thomas para ensayar la obra de Orff en la versión de Céspedes, Iglesias lo invitó a satisfacer las expectativas de los amantes de la danza al ofrecer dos solos de una sorprendente brevedad. Y en la segunda parte, “El vuelo del moscardón”, con música de la pieza homónima para violín del ruso Rimski-Korsakov. Siempre vestido con ropa deportiva y “sneakers” demostró que mantiene sus destrezas acrobáticas, las dinámicas con su hiper-elasticidad, si bien la destreza física excepcional mostrada en precedentes presentaciones en Cuba, se observa menoscabada.

Esta corta temporada, felizmente, permitió volver a ver creaciones recientes -algunas de ellas laureadas-de coreutas nacionales y extranjeros, como “Reversible”, de la colombo-belga Anabelle López-Ochoa. Poseedora de una escritura de audaz modernidad en la fusión de las técnicas del ballet y la gestualidad posmoderna, sobre una variopinta banda magnetofónica, con un selecto grupo de excelentes bailarines de ambos sexos.

Igualmente, volvieron a subir a las tablas las puestas en escena de “El cristal”, polisémico y robusto trabajo coral del joven creador Julio César Iglesias (residente en Europa. Así como el último estreno de Céspedes para todo el conjunto, “Matria Etnocentra”, elaborada coreografía en sus diseños espaciales con brillantes escrituras explosivas sobre un discurso conceptual lindante con lo “políticamente correcto”.
El estreno en Cuba de “Otros caprichos” de Angels Margarit, requiere la iluminación con las notas al programa para una mayor comprensión del discurso intelectual de su pieza.

“Capricis”, antes que todo, es un divertimento para doce intérpretes, en el que el juego es uno de los elementos protagonistas. La coreógrafa adopta la estructura musical de los “Caprichos” originales de Paganini como guión, reinterpretando y multiplicando la propuesta musical con el espíritu de hacerla visible, esculpiéndola en los cuerpos, dibujándola en el espacio con el trazo de las acciones y el movimiento de los intérpretes.

A partir de una sola y primera representación, el lenguaje particular de esta coreografía todavía no se ha incorporado plenamente en las neuronas de los ejecutantes.

Según la propia Margarit, la creación conceptual de la pieza es modular y modulable en su formato, intérpretes y producción (difícil es lograr en La Habana el diseño de luces requerido), y por tanto permite la adaptación a diferentes contextos y diversos formatos, moldeables a espacios específicos.

La idea fue, apunta, crear una coreografía abierta, a partir de una partitura musical que fuera especialmente flexible. Esta diversidad es, al mismo tiempo, propuesta y reto para la escritura de la obra, la cual se interesa por el modo en que intérpretes muy diversos pueden interactuar y converger en una partitura coral.

Finalmente, confiesa, que la propuesta a priori sencilla de trabajar con la estructura musical como guión y dramaturgia ha permitido crear una pieza de gran formato y complejidad coreográfica, y de una gran riqueza y diversidad interpretativa.

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