Ballet Across America III-Programa B

Entre lo victoriano y el minimalismo

The Sarasota Ballet llevó a escena “Les Patineurs” , de Sir Frederick Ashton, mientras The Washington Ballet repuso “Wunderland”, obra contemporánea estrenada en 2009. El Pennsylvania Ballet presentó un clásico de George Balanchine, “The Four Temperaments”.

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Danielle Brown y Ricardo Graziano, interpretaron el rol de la Pareja Blanca en "Les Patineurs", de Sir Frederick Ashton en Ballet Across America III. Foto: Linda Spillet. Gentileza JFKC.

Danielle Brown y Ricardo Graziano, interpretaron el rol de la Pareja Blanca en “Les Patineurs”, de Sir Frederick Ashton en Ballet Across America III. Foto: Linda Spillet. Gentileza JFKC.

Cuando Sir Frederick Ashton montó la coreografía de “Les Patineurs” sabía poco de esquí, pero sin embargo tuvo el éxito esperado. En el estreno, en marzo de 1937, los bailarines que asumieron el rol principal fueron Margot Fonteyn y Helpmann Robert en el romántico pas de deux de la pareja blanca. Si bien la verdadera estrella fue Harold Turner como Niño Azul, un papel con alto grado de exigencia.

The Sarasota Ballet, trajo esta encantadora obra al ciclo Ballet Across America III en el Opera House del Kennedy Center de DC. Graciosos, aéreos y entusiastas, los bailarines de la compañía dirigida por Iain Webb puso un importante toque de nostalgia en el Programa B.

Fue precisamente Constant Lambert, director musical del Ballet Vic-Wells durante la década de 1930, quien se inspiró en un viejo programa de ballet de 1849 de Pablo Taglioni cuyo título era “Les Plaisirs de l’Hiver, ou Les Patineurs”. Así fue como hizo arreglos a la partitura de dos óperas de Giacomo Meyerbeer (“Le Prophète” y “L Ètoile du Nord”), y fue Ninette de Valois, entonces directora de la compañía, quien se la encargó al joven Ashton. La obra alcanzó un éxito inmediato.

La puesta en escena de Webb y Margaret Barbieri para The Sarasota ballet, guarda los diseños de William Chappell que describen una encantadora pista de esquí de la época victoriana. La compañía, impecable y dinámica, mantiene la frescura y la gracia que requiere la obra.

Danielle Brown y Ricardo Graziano, cubrieron con solvencia el rol de la Pareja Blanca, y Kate Honea y Nicole Padilla, se lucieron por su energía en las Niñas Azules.

Pero, al igual que en su estreno original, la estrella de esta obra fue el Niño Azul, a cargo de Logan Learned. Buenos giros y saltos, el bailarín logró fundir la técnica con la interpretación y el divertimento, al punto que en el final, el público aplaudió de pie.

Los bailarines de The Washington Ballet, la compañía local dirigida por Septime Webre, también cautivaron a la audiencia, que vivó de pie la magnífica “Wunderland”. Foto: Linda Spillet. Gentileza JFKC.

Los bailarines de The Washington Ballet, dirigido por Septime Webre, cautivaron a la audiencia con “Wunderland”. Foto: Linda Spillet. Gentileza JFKC.

 

Pero no fue sólo Learned el que logró este mérito. Los bailarines de The Washington Ballet, la compañía local dirigida por Septime Webre, también cautivaron a la audiencia, que vivó de pie la magnífica “Wunderland” (2009), con música de Philip Glass y coreografía de Edwaard Lian.

Una obra compleja desde lo coreográfico, simple desde su estructura. Con dúos que requieren un alto nivel de danza en las secuencias de parejas, que son las que predominan en esta obra cuya dinámica está marcada por la música minimalista de Glass, que acelera y desacelera con marcada intencionalidad.

Los bailarines, parecen estar convertidos en las notas que el instrumentista debe tocar, y muestran una compañía sólida, consistente y preparada. Maki Onuki y Luis Torres hacen un meticuloso trabajo en la segunda secuencia. Magníficas extensiones, coordinación y comunicación, hacen que ambos logren doblarse, estirarse, subir, bajar y moverse como si sus cuerpos no opusieran resistencia.

Sonia Kharatian y Jared Nelson también mostraron solidez y calidad como bailarines. Expresivos dentro del abstracto lenguaje de la obra. Impecables e intensos, muy intensos, en sus movimientos.

La bailarina Amy Aldridge (ctro.) y el Pennsylvania Ballet en "The Four Temperaments", de George Balanchine. Foto: Linda Spillet. Gentileza JFKC y The George Balanchine Trust.

La bailarina Amy Aldridge (ctro.) y el Pennsylvania Ballet en “The Four Temperaments”, de George Balanchine. Foto: Linda Spillet. Gentileza JFKC y The George Balanchine Trust.

Para el final, el Pennsylvania Ballet puso en escena un “súper clásico” de George Balanchine: “The Four Temperaments” (1946). Este es uno de los grandes ballets sin argumento en el que el cuerpo está al servicio de la danza pura. Según antiguas creencias, previas al psicoanálisis, los seres humanos se clasificaban en función de los cuatro humores o temperamentos que forman el organismo: melancólico, sanguíneo, flemático y colérico.

Balanchine adoptó estos humores para construir esta obra que es una pieza de arquitectura coreográfica que requiere perfección y entrenamiento. Con algunos altibajos, la compañía dirigida por Roy Kaiser, mostró solvencia, buen nivel de danza, y un minucioso trabajo tanto a nivel grupal como por parte de los solistas.

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