El New York City Ballet (NYCB) cerró su ciclo en el Kennedy Center de Washington DC con un segundo programa integrado por tres obras cuyas características difieren rotundamente unas de otras. Al abrirse el telón, los primeros compases de “Rhapsody in Blue”, de George Gershwing producen ese primer impacto mágico de una partitura inigualable. Sobre un fondo circular que transita con pequeños círculos en azul y oro, los bailarines entran a escena en tonos, también, azules.
“American Rhapsody”, obra que Christopher Wheeldon realizó en 2016 para la compañía dirigida por Peter Martins, rememora el título original que el compositor diera a esta obra. Con una sucesión de dúos, tríos, solos y trabajos grupales, Wheeldon apunta más a lo visual que a lo coreográfico. Cuenta con bailarines impecables, una dinámica que no cesa, y algunos estereotipos casi obligatorios. Una pieza efectiva en la que la interpretación de la New York City Ballet Orchestra, dirigida por Andrew Litton, junto con Elaine Chelton al piano, tuvo un rol protagónico.
En la segunda parte, uno de esos clásicos de George Balanchine que siempre son bienvenidos, y que siempre parecen diferentes: “The Four Temperaments”. Esta pieza es una de esas obras maestras del estilo neoclásico a la que muchos coreógrafos intentan imitar, pero no lo logran. La coreografía se apoya en “Theme with Four Variations” para orquesta de cuerdas y piano, de Paul Hindemith, partitura que el compositor realizó por encargo de Balanchine. Estrenada por Ballet Society, en 1946, en Nueva York, la obra se reduce a la danza pura en su máxima expresión. Abstracta, bella, precisa, perfecta.
Apoyado en la antigua creencia médica de la existencia de cuatro temperamento, Balanchine diseñó una obra con una introducción, y cuatro piezas: Melancólico (un solista y cuatro bailarinas), Sanguíneo (una pareja y cuatro bailarinas), Flemático (un bailarín y cuatro bailarinas) y Colérico (una bailarina y toda la compañía).
Gonzalo García, un bailarín que puede combinar perfectamente interpretación con técnica impecable, tal como es usual en él, siempre deja en evidencia a ese artista magnífico que con su sola presencia se impone en escena. García abordó la primera variación de Melancólico con una destreza especial. En Sanguíneo, Sara Mearns y Jared Angle, mostraron una delicada musicalidad, mientras Ask la Cour, en Flemático dejó ver su excelencia y precisión. Y para el final, Teresa Reichlen, con un excelente trabajo, acompañada por el resto de la compañía en un final de deslumbrante perfección. ¡Gracias Mr.B!
Para cerrar este programa, el NYCB, trajo a escena una obra con dejos de Hip-Hop, Tap y Street Dance, con bailarines en zapatillas deportivas, trajes de calle y un estilo, también callejero. Creada por Justin Peck, “The Times Are Racing” se estrenó por primera vez en enero de este año en Nueva York. Los bailarines van componiendo y descomponiendo grupos a una velocidad incomparable, mientras aparecen chaquetas vacías flameando por los aires como si se tratara de algún ausente.
Con música electrónica de Dan Deacon, Peck propone algo diferente, aunque tal vez no haya encontrado aún la síntesis en su coreografía explosiva y juvenil. Una obra dinámica, energética, que sirvió para un desbordante final.