
Marianela Núñez y cuerpo de baile del Ballet Estable del Teatro Colón en el segundo acto de “Don Quijote”. Foto: Carlos Villamayor. Gentileza TC.
El 31 de julio la sala del Teatro Colón volvió a vibrar con una de esas funciones que quedan grabadas en la memoria. Un clásico indiscutible: “Don Quijote”. Dos intérpretes excepcionales: la argentina Marianela Núñez, primera bailarina del Royal Ballet de Londres, y el cubano Patricio Revé, primer bailarín del Queensland Ballet de Australia. Y un cuerpo de baile motivado y dispuesto a darlo todo. Con todos esos elementos, esta versión de Silvia Bazilis y Raúl Candal se convirtió en una función memorable.
En esta temporada, “Don Quijote”, concebido en tres actos y con proyecciones narrativas sobre el desarrollo de la trama, se estrenó en el Teatro Colón el 24 de julio con Ayelén Sánchez y Juan Pablo Ledo en los protagónicos, y diferentes elencos en otras funciones. Sin embargo, el “Don Quijote” de Núñez-Revé adquirió una temperatura diferente. La sala, con localidades agotadas, estalló en ovaciones casi ensordecedoras de principio a fin. La sola aparición en escena de Núñez disparó vítores y aplausos, emociones y suspiros, que solo confirmaron una suerte de fervorosa devoción pocas veces vista en el ballet.
Núñez, con su carisma habitual, y una solvencia adquirida a lo largo de su carrera, volvió a demostrar por qué es una de las grandes intérpretes de su generación. Su Kitri no solo brilla por su destreza técnica —que se mantiene cada vez más refinada— sino por esa capacidad que solo tienen los grandes artistas para transmitir emoción y sensaciones diversas. Más allá de su frescura, que se transmite en cada gesto, y de su intensa comunicación con su partenaire y con la compañía, Núñez tiene absolutamente internalizado su personaje. Lo demostró infinitas veces y en diferentes versiones.

Los protagonistas, Marianela Núñez y Patricio Revé, en el tercer acto de “Don Quijote”. Foto: Carlos Villamayor. Gentileza TC.
Con equilibrios largos y sólidos, impecable precisión en cada paso, un magnífico port de bras y maravillosos saltos, Núñez transita por la comicidad, por el guiño al público, por la ternura y por la pasión. Nada le falta a su Kitri para enamorar a Basilio. Tampoco para convertirse en la Dulcinea de los sueños de Don Quijote. Y nada le falta para despertar la pasión de un público devoto y fiel.
A su lado, Patricio Revé fue un Basilio encantador, con sólidos saltos, magníficos giros, técnica impecable y precisa. Pero, además, seducción, encanto y excelencia como partenaire. Ambos logran una conexión profunda, tanto, que parece que han bailado juntos desde siempre. El pas de deux del segundo acto fue conmovedor. Y al llegar al tercero, hicieron un despliegue asombroso de técnica, virtuosismo y bravura.
El Ballet Estable del Teatro Colón, bajo la dirección de Julio Bocca, se mimetizó con la energía de estos intérpretes y creció en calidad y entusiasmo. Un cuerpo de baile preciso y vital. Solistas que cuidaron al máximo cada una de sus variaciones. Un cupido encantador de Yoshino Horita, puso un toque fresco y cristalino al sueño de Don Quijote.
Pero sin duda, fueron los protagonistas Núñez y Revé los que convirtieron a este “Don Quijote” en una función para recordar y guardar en el corazón.
Crítica función de “Don Quijote”- 25 de julio.

Saludo final, Marianela Núñez y Patricio Revé. Una ovación con el público de pie en una sala desbordada. Foto: Carlos Villamayor. Gentileza TC.