
El Ballet Estable del Teatro Colón presenta “Don Quijote”, uno de los clásicos del repertorio académico. Foto: Carlos Villamayor. Gentileza TC.
Un ballet que marca un hito en la carrera de cualquier bailarín. Una prueba de bravura, técnica y destreza que se funde con la historia de amor entre Kitri, la hija del tabernero, y Basilio, un joven barbero con poco porvenir. Y en el medio, Don Quijote, un personaje entrañable de la literatura universal. Todo esto confluye para una celebración de la historia y de la tradición de los Cuerpos Estables del Teatro que, este año cumplen un siglo.
El Ballet Estable del Teatro Colón comienza una nueva etapa con la dirección artística de Julio Bocca, un bailarín que ha quedado en la memoria tanto de los argentinos como del público internacional. La decisión de presentar “Don Quijote”, uno de los clásicos del repertorio académico, marca también un punto de inflexión.
Con coreografía de dos bailarines que hicieron historia en la compañía, Silvia Basilis y Raúl Candal, esta versión se estrenó por primera vez en el Ballet Nacional del SODRE de Montevideo, por entonces, dirigido por Bocca. Basada en la original de Marius Petipa (1869), revisada por Maximo Gorsky en 1900, “Don Quijote” llegó en 1980 al Ballet Estable del Teatro Colón, a través del coreógrafo yugoslavo Zarko Prebil. Esta puesta incorpora, a su vez, la “Variación de las copas”, creada por el inolvidable Mikhail Baryshnikov.
“Don Quijote”, obra basada en un capítulo del segundo libro de Miguel de Cervantes, “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”, es una suerte de comedia en la que el humor y la picardía son protagonistas.
La música original de Ludwig Minkus, interpretada por la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, bajo la dirección musical de Manuel Coves, mantuvo el espíritu de esta obra y se ajustó con precisión a la coreografía. La escenografía y el vestuario de Hugo Millán, son elementos de contraste interesantes, especialmente, el diseño escenográfico que, más allá de los trazos contemporáneos y minimalistas, se ajusta con perfección al entorno.
Entre los bailarines invitados para los roles de Kitri y Basilio figuran Celeste Losa y Nicola Di Freo (funciones del 30 de julio y 2 de agosto), y Marianela Nuñez junto con Patricio Revé, el 31 de julio y el 3 de agosto.
El viernes 25, un día después del estreno, los protagonistas fueron Camila Bocca como Kitri y Jiva Vélazquez en el rol de Basilio. Ambos, precisos en sus variaciones, fluidos y cuidados, no han logrado aún la fusión necesaria como partenaires que requiere este ballet. Si bien hubo momentos de ajustada técnica, tanto en el primero como en el segundo acto. Pero fue en el tercero, donde Bocca se lanzó con magnífica precisión en sus 32 fouettes, sin salir de su eje y con la gracia natural de una Kitri feliz por el triunfo del amor.El cuerpo de baile mostró un sólido trabajo, especialmente en la coordinación de las escenas grupales, tanto en las danzas de carácter como en el acto blanco de las Dríadas. El jefe los gitanos, en el segundo acto, Luciano García, hace un despliegue de energía impecable en sus saltos y pirouettes. Acompañado de Maricel De Mitri, intensa y estupenda en su rol de gitana. Los dos ponen un interesante toque de sensualidad a sus personajes.
Stephanie Kessel, en su Cupido, mostró a una bailarina digna de tenerse en cuenta. Delicada, con bellos brazos y musicalidad. Milagros Niveyro, como la reina de las Dríadas fue precisa y sirvió como un complemento interesante para esta Kitri convertida en la Dulcinea de los sueños de Don Quijote.
En la escena de la taberna, Velázquez tuvo un buen desempeño en la Variación de las copas, coreografía de Baryshnikov. Un solo que requiere de un bailarín de enorme solidez técnica para atravesar las exigencias de virtuosismo de esta coreografía.
Cuando todo se arregla, y finalmente triunfa el amor y el padre de Kitri accede al casamiento con Basilio, llega el esperado tercer acto. Un desborde de alegría y celebración que culmina en el grand pas final. Velázquez sale airoso en los clásicos grands jetés y en los giros, si bien todavía necesita incursionar más en este rol para mostrar solvencia en su interpretación y en su técnica. Bocca, excelente, precisa y vibrante da cierre a esta historia con final feliz, castañuelas y festejos.