San Francisco Ballet

Con la calidad de siempre

Seis nuevas obras que forman parte del proyecto “Unbound” presentó la compañía que dirige Helgi Tomasson desde hace más de 30 años, en su regreso al Kennedy Center de Washington DC. Desde el 23 al 28 de octubre, dos programas mixtos mostraron una diversidad de estilos.

Deja un comentario Por () | 28/10/2018

Una mirada social sobre la tecnología en “Bound To”, pieza de Christopher Wheeldon que integra “Unbound”. Foto: Erik Tomasson. Gentileza JFKC.

Una mirada social sobre la tecnología en “Bound To”, pieza de Christopher Wheeldon que integra “Unbound”. Foto: Erik Tomasson. Gentileza JFKC.

Indiscutible. El San Francisco Ballet (SFB) es una de las mejores compañías del mundo, sin lugar a duda. La excelencia de sus bailarines llega a niveles técnicos poco frecuentes. Y la pluralidad en la selección de las obras apunta, constantemente, a nuevos desafíos. Esta compañía, pionera en la Costa Oeste del país, bajo el comando de Helgi Tomasson desde hace más de 30 años, volvió al Kennedy Center de Washington DC desde el 23 al 28 de octubre, con dos programas mixtos integrados por obras que forman parte de lo que Tomasson llamó “Unbound”.

Un proyecto, que convocó 12 de los jóvenes coreógrafos del momento, para la creación de 12 nuevos ballets para la compañía, y su estreno fue durante la temporada de primavera 2018 del SFB en California. A Washington, la troupe trajo seis. El primer programa estuvo integrado por “Your Flesh Shall Be a Great Poem”, de Trey McIntyre; “Bound To”, de Christopher Wheeldon, y “Anima Animus”, de David Dawson. El segundo, que abrió el jueves 26, trajo a escena “The Infinite Ocean”, de Edwaard Liang; “Snowblind”, de Cathy Marston, y “Hurry Up, We’re Dreaming”, de Justin Peck.

“Your Flesh Shall Be a Great Poem”, de Trey McIntyre abrió la noche del San Francisco Ballet el 23 de octubre en Washington DC. Foto: Erik Tomasson. Gentileza JFKC.

“Your Flesh Shall Be a Great Poem”, de Trey McIntyre abrió la noche del San Francisco Ballet el 23 de octubre en Washington DC. Foto: Erik Tomasson. Gentileza JFKC.

El SFB tiene como características principales, el gran refinamiento en las líneas y en los estilos, elegancia, limpieza en los movimientos y sofisticación. Cada uno de esos elementos se conjugan en el ensamble, no importa la propuesta. Algo que quedó claro nuevamente en estas dos presentaciones.

La obra de McIntyre, “Your Flesh Shall Be a Great Poem”, un homenaje a su abuelo, convoca a nueve bailarines que, en secuencias diferentes, bailan sobre la música del cantautor Chris Garnneau, canciones de su álbum “El Radio”. Un juego coreográfico sentimental por el que transitan secuencias de conjuntos, solos, dúos, marcados por cada uno de esos temas musicales. Un excelente trabajo de Benjamín Freemantle en sus solos.

Wheeldon, en cambio, en “Bound To”, su décimo trabajo para el SFB, hace una reflexión, con humor y dramatismo en relación a la tecnología. Con este fin, los bailarines comienzan la obra cargando en sus manos pantallas iluminadas como teléfonos celulares, incomunicados y enajenados. Con un diseño escenográfico casi futurista de Jean-Marc Puissant en el que se van proyectando frases y mensajes para reflexionar sobre un tema que se acentúa a través de la presencia de la tecnología: la incomunicación y los intentos de suicidio.

En su primera obra encargada en los Estados Unidos, David Dawson, trajo “Anima Animus”, con música de Ezio Bosso, una obra minimalista y atractiva. Los bailarines ganan el espacio con giros y saltos como si fueran pájaros, con un bello vestuario, también minimalista y abstracto que retrotrae a diseños de Piet Mondrian, en tonos blancos, negros y amarillos. Y un diseño de luces brillante, creado por James F. Ingalls.

 

“Anima Animus”, de David Dawson con música de Ezio Bosso, obra minimalista presentada por el SFB en el Kennedy Center. Foto: Erik Tomasson. Gentileza JFKC.

“Anima Animus”, de David Dawson con música de Ezio Bosso, obra minimalista presentada por el SFB en el Kennedy Center. Foto: Erik Tomasson. Gentileza JFKC.

Una segunda vuelta

El segundo programa llevó a escena “The Infinite Ocean”, de Edwaard Liang. Foto: Erik Tomasson. Gentileza JFKC.

El segundo programa llevó a escena “The Infinite Ocean”, de Edwaard Liang. Foto: Erik Tomasson. Gentileza JFKC.

El jueves 26, el segundo programa trajo tres piezas totalmente diferentes entre sí. Liang, con “The Infinite Ocean”, una obra de gran belleza estética, abre la escena con un inmenso sol. Dos parejas principales: Sofiane Sylve, una bailarina expresiva y de sólida técnica, y Tiit Helimets, de notables cualidades, y una de las estrellas principales del SFB desde hace varios años, Yuan Yuan Tan, con Victor Luiz, ambas parejas lograron momentos insuperables en cuanto a técnica e interpretación, mientras el resto de la coreografía fue oscilando entre dúos, solos y escenas de conjunto.

Sarah Van Patten, la esposa; Mathilde Froustey, la amante y Ulrik Birkkjaer en “Snowblind”, de Cathy Marston. Foto: Erik Tomasson. Gentileza JFKC.

Sarah Van Patten, la esposa; Mathilde Froustey, la amante y Ulrik Birkkjaer en “Snowblind”, de Cathy Marston. Foto: Erik Tomasson. Gentileza JFKC.

Quizás la más distinta de las obras, la más intimista, la más contundente desde lo emocional haya sido “Snowblind”, de Marston, basada en la novela de Edith Wharton, “Ethan Frome”. Una pieza de gran intensidad, con música de Arvo Part y otros compositores, en la que el triángulo amoroso, la infidelidad, el castigo por la infidelidad, y la condena, determinan la narrativa. Una danza emocional, estilizada, en la que la escena marca dos niveles a través de una tarima más elevada en donde domina la esposa (Sarah Van Patten) -como símbolo de la jerarquía establecida socialmente- y en el nivel más bajo, la amante (Mathilde Froustey). Mientras el hombre (Ulrik Birkkjaer) transita, por ambos y queda entrampado en lo formal. Conmovedora pieza de la coreógrafa inglesa. Excelentes, Van Patten, en su frialdad y su obsesión, y Froustey, en su frescura, su inocencia y su vitalidad.

El final llegó en zapatillas para la pieza de Peck, “Hurry Up, We’re Dreaming”. Una obra juvenil, plena de energía y espíritu colectivo, sin una estructura demasiado consistente, pero que solo reafirma la calidad de estos bailarines que, ante cualquier circunstancia, siguen demostrando su técnica y su solidez.

Dores André y Wei Wang en “Hurry Up, We’re Dreaming”, de Justin Peck. Foto: Erik Tomasson. Gentileza JFKC.

Dores André y Wei Wang en “Hurry Up, We’re Dreaming”, de Justin Peck. Foto: Erik Tomasson. Gentileza JFKC.

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