El ballet fue el foco central de la gala del San Francisco Estonian Festival que inauguró el 28 de junio en el Palacio de Bellas Artes. El primer bailarín del San Francisco Ballet, Tiit Helimets, dio un paso adelante para llevar la cultura de su país natal a la ciudad. El espectáculo puso énfasis especial en, “Time”, de Helimets, y en “Othello”, de Marina Kesler con música de Arvo Pärt. El Ballet Nacional de Estonia compartió el escenario con la Orquesta Juvenil de Estonia, pianista Hando Nahkur y la cantante Hanna-Liina VOSA.
“Othello”, de Kesler, tomó un enfoque igualmente complejo en comparación con “Pavana del Moro” de José Limón, basado en el tema de la traición. En lugar de construir la historia poco a poco con gestos simples, como en el trabajo de Limón, el de Kesler se abre en un escenario oscuro, donde los arcos iluminados constituyen el telón de fondo.
Cinco hombres vestidos con los colores y el estilo de los modernos soldados de Europa del Este asumen poses de batalla o pasos de baile basados en ejercicios de calistenia. Crean así un ambiente de disciplina, y un creciente sentido de camaradería machista arraigada en el miedo y la intimidación. Los bailarines trotan como caballos en lugar de saltar. El acento va en dirección hacia abajo.
Bianka, consorte de Iago (Heidi Kopti) entra en un leotardo de lamé dorado con un tutú de flores penacho como un ramo de colores. Desdemona (Eva Andre) lleva un traje de satén frambuesa. Las otras mujeres llevan vestuario de varios tonos de púrpura. La vulgaridad de los trajes de las mujeres contrasta con el atuendo de los hombres, más aburrido y monótono.
Iago, bailado por Sergei Upkin, entra en el escenario con movimientos audaces, golpes largos y giros en arabesque en dehors, estiramientos en flexión del pie, detallado con miradas paranoicas sobre el hombro. Hay un pas de deux lánguido entre Otelo y Desdémona bailado exquisitamente por Anatoli Arhangelski y Andre. Othello parece estar en un estado de inducido estupor, y por defecto, deja a Iago a cargo. Iago, por su parte, se mueve amenazadoramente hacia el espacio de Otelo.
A medida que avanza la conspiración, las parejas se ponen gafas 3D y comienzan a moverse con movimientos robóticos. Se crea una atmósfera de embriaguez programada que prepara la transición para la aparición aparentemente accidental de las pruebas, un pañuelo y una bufanda, que sellan el destino de los cuatro personajes principales.
La obra está brillantemente concebida y los bailarines mantienen el dominio en esta pequeña joya de la compañía.
“Time” llega en cuatro partes. La primera abre con Nadezda Antipenko en ropa deportiva azul claro y blanco haciendo pas de cheval de perfil. Ksenia Seletskaja, Jevgeni Grib y Andrus Laur se unen a ella. Los primeros adoptan pasos de danza contemporánea sobre la percusiva música tecno compuesta por Paula Matthusen, acentuada por destellos de luz diseñado por Tiit Urvik. El segundo dúo se contrapone a los pasos rápidos del primero, con un adagio aterciopelado.
Sonidos de percusivos, susurros y sonidos de radio, marcan el tiempo en una cadencia galope o trote.
La pareja de la derecha añade carreras y amaga ir hacia una dirección y otra. La de la izquierda es más hábil y tradicional. Quizás un cambio de último minuto en el elenco es responsable por este desequilibrio aparente en la agudeza. Pero los pasos disimulan lo que los bailarines son en realidad. Una tercera pareja entra y distrae esta disonancia. Todos se reúnen el centro del escenario abriendo y cerrando como pétalos de flores.
Antipenko regresa al centro del escenario, curvando su cuerpo sobre su plié. Ella hace un paso de cangrejo cerca del piso, con extensiones y luego de pie y haciendo estiramientos en cambré.
En la segunda mitad de la pieza, Svetlana Danilova, en un tutu “pancake” del color blanco translúcido, corre hacia el escenario. Ella comienza con movimientos de brazos rápidos en el estilo de William Forsythe. Anatoli Arhangelski se une a ella. Él baila solo con estocadas sensuales que contrastan con saltos amplios, todo enmarcado con épaulement.
Nanae Maruyama entra en un tutú transparente en forma de campana. El segundo movimiento es más interesante de ver, más atlético, expresivo, percusivo, y ofrece una buena gama de colores de la diseñadora de vestuario Marja-Liisa Pihlak. Danilova hace los giros perfectos. En el pas de deux Maruyama manipula a su partenaire, Jonathan Hanks, con un gran control y fuerza. Se convierte en un pas de trois cuando llega Eve Andre. El trio inaugura un petit sauté individual y técnicamente excelente. Las mujeres caminan al proscenio y trabajan desde primera o quinta plié para completar círculos del cuerpo y los brazos, terminando con extensiones de piernas que se mueven en pas de cheval.
También se presentó el pas de deux del “Cisne Blanco” de “Lago de los Cisnes”, con Alexsandra Meijer del Ballet San José con Helimets como partenaire. Una versión heroica, su aparición como partenaire de Helimets fue desconcertante cuando hay tantos cisnes virtuoso en el área de la bahía que podrían hacer justicia a una versión e interpretación más fiel a la intención y el espíritu de la obra reverenciada.