Casi como en una fotografía lejana, el poeta es quien escribe la historia, y a su vez, crea y recrea los personajes. Esos que se lanzan al amor y a la pérdida del amor. Humanos o irreales, pero entrañables al fin. Un barco, un príncipe, una princesa, un hechicero del mar, y una pequeña sirena entretejen una trama que transcurre entre el fondo del mar y la tierra.
El coreógrafo John Neumeier, director del Hamburg Ballet, se sumergió en las profundidades de esta dramática historia escrita por Hans Christian Andersen en 1837, y fue descubriendo otros perfiles desde una mirada contemporánea, sugerente, a veces diabólica, y de una belleza superlativa.
“La sirenita”, pieza creada por Neumeier para el Royal Danish Ballet con motivo del 200 aniversario del nacimiento del escritor en 2005, se presentó desde el 28 de marzo al 2 de abril en el Opera House del Kennedy Center de Washington DC. Una interpretación moderna del clásico cuento “The Little Mermaid”, esa historia de un amor imposible entre un humano y una sirena que luego, con un final menos dramático, se convirtió en clásico para niños.
El Hamburg Ballet, estrenó en Alemania “La Sirenita” en 2007, con música de Lera Auerbach, joven compositora estadounidense que supo encontrar la melodía justa para expresar la profundidad misteriosa del mar a través de una composición con efectos atonales, atractiva y sobrecogedora. Mientras que para el mundo terrestre, optó por música tonal con estridencias y cierto predominio de los metales en algunas secuencias. Esta obra es su segunda colaboración con Neumeier.
La historia no varía notablemente del cuento original de Andersen, solo que Neumeier describe con agudeza los conflictos emocionales del personaje y su dependencia con su creador, el poeta. La figura central de la obra es la sirena que rescata al príncipe de un naufragio, se enamora de él, y mediante la ayuda del hechicero de los mares, se convierte en humano para ir en busca de su amor en la tierra. Un empeño infructuoso en el que termina siendo dama de la corte en la boda del príncipe con la princesa Henriette.
En esta versión para adultos, la protagonista, transformada en una mujer bella con piernas, pero sin voz, se ve presionada por el hechicero, quien la pone en la encrucijada de matar al príncipe a cambio de volver a ser una sirena. Por amor, ella se niega, y se convierte en un alma inmortal que navega el universo junto al poeta, su creador.
Los intérpretes de esta obra de danza-teatro transitan por sobrecogedores momentos. La italiana Silvia Azzoni, como La Sirenita, hace un asombroso trabajo corporal e interpretativo. Conmovedora, intensa, expresiva, la bailarina es capaz de transformarse en un misterioso y enigmático ser marino, y al mismo tiempo, en un desolador aprendiz de humano. Un trabajo memorable que queda en el corazón del espectador y llega hasta doler.
Lloyd Riggins, como el poeta, pone un toque sombrío a este drama en el que sus conflictos internos se dibujan a través de la trama. Carsten Jung, un bailarín sólido, con excelente técnica, en su rol de príncipe Edward muestra una imagen fresca y encantadora, y a su vez, es un excelente partenaire. La argentina Carolina Agüero, cuya formación se remonta a la Escuela de Ballet Teatro Rivera Indarte y al Ballet Argentino dirigido por Julio Bocca, hizo una magnífica interpretación de Henriette. Con un rol más clásico que contemporáneo, Agüero es una bailarina delicada, con cuidado estilo.
Sin embargo, más allá de los impecables bailarines que integran esta compañía, esta versión de “La Sirenita” lleva, inevitablemente, el sello de Neumeier: una mezcla de neoclásico y contemporáneo, danza-teatro, y estructuras coreográficas diversificadas en escena. Un estupendo vestuario, también de Neumeier, en el que el color y el diseño moderno generan un clima especial desde lo visual, al igual que la escenografía, minimalista, bella. Con detalles de luces de neón y paneles ubicados en distintos planos generando diferentes espacios, Neumeier crea un entretejido narrativo que se transforma a través de climas y texturas. De esa forma Neumeier llega al desenlace en el que finalmente, la sirena y el poeta, ascienden hacia un universo único, eterno y sublime, tan sublime como esta otra.