Homenaje

Adiós a Marta García, la artista, la amiga

Una de las más prestigiosas figuras del Ballet Nacional de Cuba y de la escuela cubana de ballet, murió el 29 de enero en Madrid, España. Fue invitada por importantes compañías internacionales y directora del Ballet Estable del Teatro Colón de Buenos Aires, Argentina.

Deja un comentario Por () | 07/02/2017

Marta García, en Cuba, en una escena de "Bodas de sangre" con coreografía de Antonio Gades. Foto cecida por Miguel Cabrera.

Marta García, en Cuba, en una escena de “Bodas de sangre” con coreografía de Antonio Gades. Foto gentileza de Miguel Cabrera.

Miguel Cabrera. Historiador de Ballet Nacional de Cuba (Cedido por el autor a Danzahoy)

Marta García, una de las más prestigiosas figuras del Ballet Nacional de Cuba y de la escuela cubana de ballet, falleció en horas de la madrugada del pasado domingo 29, en la ciudad de Madrid, víctima de una cruel enfermedad, contra la que luchó estoicamente durante varios años.

Nacida en Guanabacoa, tierra de ilustres artistas destinados a trascender, como Ernesto Lecuona, Rita Montaner y Bola de Nieve, y dominada por una irrefrenable vocación, obtuvo allí los primeros reconocimientos en el difícil arte de la danza, cuando con solo tres años de edad, el 17 de noviembre de 1952, acaparó la atención de todos con su triunfo en la Corte Suprema del Arte, popular certamen de artistas aficionados que por aquella época hacía extensiva sus actividades al Teatro Ensueño de su localidad natal. Se iniciaba así un camino de triunfos por el que transitaría hasta el final de su vida.

En 1954, obtuvo una de las becas gratuitas que, a pesar de su penuria económica, ofrecía la Academia de Ballet Alicia Alonso a niños pobres pero con facultades para la danza. Allí estuvo Marta García, poniéndole senda al talento, disciplina al ímpetu, control al músculo, cauce al sentimiento, hasta finales de 1956, en que la tiranía batistiana cercenó la escasa ayuda oficial que permitía vivir a la Academia y a la Compañía del ballet cubano. Su talento natural, apenas esculpido, le permitió triunfar en duras contiendas, hasta convertirse en la máxima estrella infantil de la televisión cubana y brillar, junto  a las más célebres artistas de la época, en espectáculos donde maravilló por su talento al bailar y doblar los más grandes éxitos de la música popular española.

En 1959 una alborada de esperanza la sorprende en su batalla por encontrar un lugar seguro para su afición en aquella sociedad hostil y excluyente. En 1961, la “estrellita” mimada, la reina infantil de la televisión cubana, que acaparaba publicidades, lauros y altos salarios, no vaciló en tomar la sabia decisión de abdicar  su endeble trono y cambiarlo por un modesto uniforme de alumna de la Escuela Provincial de Ballet de La Habana. Allí, bajo la guía de las profesoras Ana Leontieva y Eugenia Klemétskaya, avanzó por un sendero seguro, hasta graduarse en 1965  en  la primera promoción de la Escuela, año en que pasa a formar parte del elenco del Ballet Nacional de Cuba, bajo la guía de Alicia y Fernando Alonso, conjunto donde en 1974 alcanzó el rango de Primera bailarina, el que mantuvo hasta su retiro de la escena como intérprete en el 2000.

Como miembro del BNC colaboró en la génesis del Ballet de Camagüey, realizó numerosas giras por Europa Asia y América, y se hizo acreedora de importantes galardones, que la convirtieron en una de las bailarinas cubanas más laureadas internacionalmente. Entre ellos figuran el I Premio Categoría Juvenil y la Medalla de Plata y el Premio a la Mejor Técnica, en el Concurso de Ballet de Varna, 1968 y 1970, respectivamente; Diploma de Honor, en el Concurso de Ballet de Moscú, 1969; el Premio Estrella de Oro, en el VIII Festival Internacional de Danza de París, 1970; el Premio a la Excelencia Individual, el Premio Especial y la Medalla y Diploma de Honor, en el Concurso de Japón, 1976. Otras distinciones recibidas por ella fueron la Medalla de la Amistad, de la República Socialista de Viet Nam, 1978;la Mella Rául Gómez García, 1986 el Diploma de Reconocimiento de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, 1987; la Distinción por la Cultura Nacional,  1988, Medalla de Honor del Festival de Lodz, Polonia, 1989; la Medalla al Mérito del Consejo Brasileño de la Danza, 1990; el Diploma de Honor de la Alcaldía de La Paz, Bolivia, 1991;y el grado académico de Profesor Titular Adjunto del Instituto Superior de Arte de La Habana, 1997.

Fue artista invitada de importantes compañías y eventos de la danza internacional como el Ballet del Teatro de la Ópera de Budapest, en 1977; el Ballet de Bellas Artes de México, en 1977 y 1978; la Gala de Estrellas de Montecarlo, en 1979; y el Festival Internacional de Ballet de Trujillo, Perú, en 1985.

Técnicamente virtuosa, especialmente en la esfera de los giros, sumó también a su valía una amplia ductilidad estilística y una exquisita sensibilidad artística, en la que sobresalió su gran poderío dramático. Su galería de inolvidables personajes incluyen éxitos tales como “Días que fueron noches”, “Bach x 11 = 4x A”, Soledad, en “Tarde en la siesta”, Cecilia Valdés, Odile, en “El cisne negro”; Swanilda, Lisette, Kitri, la princesa Aurora, Adela, en “La Casa de Bernarda Alba” y muy especialmente el de La novia, en “Bodas de Sangre”, de Antonio Gades.

Durante años Marta García, de forma paralela a su labor interpretativa, se desempeñó como ensayadora y maître del Ballet Nacional de Cuba y a partir de 1988 desarrolló también una valiosa labor como coreógrafa, que incluye secciones del ballet “Don Quijote” y creaciones como “Luz de Luna”, “Homenaje, L´addio”, “En mi Habana”, “Alquibla”, “Iniciación”, “Rosa de fuego”, “El sombrero de tres picos”, “Entreacto capricho”, y “El ruiseñor y la rosa”.

Entre 2001 y 2004 se desempeñó exitosamente como directora del prestigioso Ballet Estable del Teatro Colón de Buenos Aires y posteriormente realizó un valioso trabajo con importantes instituciones de danza de España, que incluyeron el Ballet de Carmen Roche, el  Centro de Enseñanza Artística SCAENA, el Instituto de Danza Alicia Alonso y el Joven Ballet de Cámara de Madrid.

En el 2014 publicó su libro autobiográfico “Danzar mi vida”, en el cual dejó testimonio de su lealtad al Arte, a la Amistad y a los grandes valores éticos y estéticos que caracterizaron su órbita estelar por los escenarios de Cuba y el mundo.

Con su muerte física el Ballet Nacional de Cuba pierde a uno de sus más brillantes miembros históricos y  la danza escénica cubana  a una de sus representantes  más  genuinas y brillantes.

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