Un promisorio espectáculo fue ofrecido, recientemente, por la Academia Acosta Danza –con un programa mixto- en el teatro Mella, elegante coliseo art déco en la barriada capitalina de El Vedado, considerado como espacio referente de los mejores eventos de danza.
Esta función de gala es la primera que propone el Grupo Artístico Docente (GAD) de la compañía Acosta Danza, fundado hace solo dos años por el afamado bailarín cubano Carlos Acosta.
Actualmente, la Academia Acosta Danza cuenta con 31 estudiantes, seis de ellos extranjeros, provenientes de Colombia, República Dominicana y Brasil, el resto lo completan los cubanos. Todos fueron elegidos en una rigurosa audición supervisada por un jurado independiente formado por reconocidas personalidades del mundo de la danza.
Los participantes de estas funciones cursan el 1ro y 2do año, y algunos de ellos fueron también los autores de sus propias coreografías.
Fundado en septiembre de 2017, el GAD es una academia avalada por el Ministerio cubano de Cultura y el Centro Nacional para la Enseñanza de las Artes (Ceneart). Su principal propósito es “completar” la formación media-superior de jóvenes bailarines (entre los 15 y 18 años) que provienen del nivel elemental de las escuelas de danza y ballet.
Según la propuesta de Acosta, la estética de este centro docente puede definirse como “danza de técnica mixta”, pues posee un fuerte basamento de “ballet clásico”, junto a técnicas de la “danza moderna”, la llamada “contemporánea” y de la danza folklórica cubana.
Apoyado por la Carlos Acosta International Dance Foundation, el GAD también otorga becas gratis a jóvenes de todas partes del mundo que poseen talentos para la danza; pero que “no cuentan con posibilidades económicas para costearse los estudios de arte”. El GAD se propone graduar “profesionales creativos y disciplinados, con un alto sentido de la responsabilidad, humanamente solidarios, con altos valores éticos y estéticos”. Al mismo tiempo, les ofrece una formación que les permite desarrollar la cultura y hacer de su labor artística “un medio de disfrute, en pos del mejoramiento humano”.
Transmisión de los saberes
El programa estructurado por el atinado equipo de apoyo técnico y académico de Acosta –en este loable empeño- con la ejecutoria fundamental de dos experimentadas ex-solistas del Ballet Nacional de Cuba, Rosa Elena Álvarez y Aymara Vasallo, poseedoras de un caudal de saberes tanto en la formación técnica como estilística –particularmente en el repertorio clásico- permite augurar un futuro promisorio, según lo observado en esta primera confrontación con la crítica especializada y el numeroso público que acudió expectante de los resultados artísticos, en tan breve tiempo.
Esta primera muestra de nueve coreografías pudiera, en su diversidad, considerarse estilísticamente como híbrida: los juveniles participantes demostraron su ductilidad y formación en obras contemporáneas, neoclásicas, en clásicos del canon (de Petipa, Gusev, Gorski o Vainonen), inclusive unos breves fragmentos corales de la pieza “Tocororo” del propio Carlos Acosta (con música original de Miguel Núñez).
De lo bailado, merece destacar la pieza en un acto “Avium” con una coreografía de Elys Regina, según la de Fokine para Anna Pavlova, “La muerte del cisne” sobre la música de Camille Saint-Saens con arreglos ad hoc para cello y piano del compositor cubano José Víctor Gavilondo, y un mimético vestuario emplumado con máscaras diseñado por Marta Gil y la propia coreógrafa.
Algunos dúos y solos, dejaron ver los incipientes talentos histriónicos de los bailarines. Tal fue el caso de “A Buenos Aires” un dúo del coreógrafo argentino Gustavo Mollajoli (fallecido recientemente) con el eficaz soporte musical de una brillante obra de Astor Piazzola, bailado con pasión por Brian Pérez y Amisaday Naara, quien reapareció posteriormente en un solo de su autoría, “Adiós”, sobre una inigualable interpretación por el chansonier Bola de Nieve.
Otro dúo contemporáneo, “Border”, incursionó sobre temas de la realidad latinoamericana, con apropiada música por Wardruna, contando con los talentos de Jenifer Suárez y Héctor Rodríguez, también autor de esta miniatura coreográfica. Entre los solos masculinos que se destacaron: el neoclásico “Invierno”, bailado con poderío y musicalidad por su autor Jonatas Soares, con el seductor empleo de esta sección de la conocida suite “Las cuatro estaciones” de Antonio Vivaldi.
Completaron el programa de 60 minutos con una breve pausa, la variación masculina del pas de deux “Don Quijote” de Marius Petipa en la versión de Alexander Gorski, con música de Ludwig Minkus bailada por el juvenil Daniel José Pérz; el solo de “Arlequinada” de Peter Gusev con música de Riccardo Drigo, ejecutado por Brandis Martínez, y el infaltable pas de deux “Las llamas de París”, de Vasily Vainonen con música de Boris Azafiev, en un verdadero tour de force realizado por Mariona Roger y Leandro Fernández.
El talento está allí. La madurez y el refinamiento técnico, así como mayor seguridad y confianza en el baile de parejas, se conseguirá con la constante dedicación en el trabajo cotidiano, en los salones de clase, bajo la rigurosa supervisión de los profesores. Tal vez, para algunos, esta fue una prematura presentación escénica, otros la valoran como un reto positivo.