Ballet Nacional de Cuba

En el comienzo de una nueva era

“Cascanueces”, en versión coreográfica de Alicia Alonso sobre la original de Lev Ivánov, fue la primera obra que abrió la temporada. Una coproducción de 1998 entre el Teatro La Fenice, de Venecia; el Teatro Carlo Felice, de Génova, y la compañía cubana ahora dirigida por Viengsay Valdes.

Deja un comentario Por () | 02/02/2020

Anette Delgado y Dani Hernández protagonizaron “Cascanueces” en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Foto gentileza BNC.

Anette Delgado y Dani Hernández protagonizaron “Cascanueces” en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Foto gentileza BNC.

El Ballet Nacional de Cuba, el orgullo indisputable de la Mayor de las Antillas, estrena nueva directora general desde el primer día del año 2020 y así da inicio una nueva era, cuando el nombramiento oficial de la primera bailarina Viengsay Valdés fue proclamado -antes de comenzar la representación de “Cascanueces”-, por el ministro cubano de cultura AlpidioAlonso, en el escenario de la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. La respuesta jubilatoria del auditorio no fue de sorpresa, sino de aprobación y reconocimiento. una confirmación de los aficionados al ballet ante la acertada elección artística y política.

Esta re-creación de Alicia Alonso del magistral clásico “Cascanueces”, planteada en dos actos y tres escenas, fue estrenada en noviembre de 1998, durante las celebraciones del aniversario 50 de la mayor compañía de ballet de la isla en el XVI Festival internacional de ballet de La Habana.

En aquel entonces hicimos referencia a las múltiples versiones existentes (más de 50), de este icónico título de los grandes clásicos decimonónicos del repertorio, el cual cuenta con un libreto de Marius Petipa y coreografia asumida “in extremis” por Lev Ivánov (mano derecha del maestro francés, quien se declaró “enfermo” poco antes del estreno fijado por el Mariinski). Petipa partió, para su guión, de una traducción francesa de Alexndre Dumas, cometiendo la “traición” (traduttore tradittore) de convertir a los enigmáticos y terroríficos personajes concebidos por el alemán E.T.A. Hoffmann (en su cuento de 1819, “El cascanueces y el rey de los ratones), en inofensivos muñecos, en simpáticos ratoncitos, dulces y copos de nieve, sin olvidar la inclusión de hadas y caballeros, al uso en los exitosos ballets “fairy” de esas épocas, tanto en Francia como en Rusia.

La primera versión conocida en occidente data de 1934, llegada de la mano del maitre de ballet ruso Nicolás Sergéyev, debido al valioso rescate de sus cuadernos conteniendo las anotaciones a partir de la definitiva puesta en escena por Ivánov. Desde 1900, ha “sufrido” al cabo de un centenar de años revisiones que van desde las más convencionales hasta las más contemporáneas, pasando por otras que acentuaron los aspectos psicodramáticos de la trama narrativa hoffmaniana. Es indudable que la coreografía de este ballet sigue siendo un reto para los coreógrafos del siglo XXI.

El Ballet Nacional de Cuba comienza el 2020 con un cuerpo de baile juvenil interpretando personajes clave de este clásico del ballet. Foto gentileza BNC.

El Ballet Nacional de Cuba empieza el 2020 con un cuerpo de baile juvenil interpretando personajes clave de este clásico del ballet. Foto gentileza BNC.

Para comentar sobre las bondades de la versión de Alicia Alonso en este ballet, me permito reproducir un pertinente párrafo que nos ofrece el abundante y lujoso programa de mano, correspondiente a este ciclo repositor, de varias semanas (diciembre-enero). La Alonso fue una intérprete brillante de los grandes pas de deux de este título: el de la Reina de las nieves y el Hada Garapiñada, que bailó por ves primera en 1945, en tanto que estrella del Ballet Theatre y, ulteriormente, los bailó en la versión de Alexandra Fedórova con el Ballet Ruso de Montecarlo, en 1957 (la bailarina cubana confesó que era “esencialmente” idéntico al de Sergéyev).

Según publicó en la revista Cuba en el Ballet (1999), el crítico y pedagogo Ismael Albelo Oti, la filosofía de la Alonso apela a un recurso moderno en la re-creación de los clásicos tradicionales, préstamo de ese gran clásico de la modernidad que fue Igor Stravinski: “la verdadera tradición es aquella que actúa como una fuerza viva que anima e informa el presente, y no la que llega a nosotros como testimonio de un pasado cumplido”.

En el libro “Diálogos con la danza”, la propia Alonso ha expresado: “Cada época produce formas artísticas peculiares, que responden a un modo de vida y a un momento determinado en la evolución del lenguaje artístico (…) determinado por el desarrollo histórico de la técnica y los modos expresivos. Cuando surge un creador verdadero, el ballet se enriquece; cada aportación artística genuina sobrevive a su autor y se proyecta al futuro, integrada a esa gran tradición”. Por ende, el “Cascanueces” de la Alonso desea, a toda costa, preservar la tradición, esa que Ivánov aprendió de Petipa (sic).

Aquí se restituye la magistral escena de los copos de nieve y su brillante pas de deux (actualmente no aparecen en las producciones más representadas). Los pasajes dominados por las pantomimas fueron aligerados, al remplazarlos con bailables de todo el cuerpo de baile y de los solistas. Por consiguiente, Alicia Alonso “pretende dar su visión estética del clasicismo ruso, dentro de los moldes conservadores y los respetados cánones de la escuela cubana de ballet”, apunta Albelo Oti.

Las nuevas directivas, acusan una sabia ejecutoria en el dominio artístico-técnico, si tenemos en cuenta el porcentaje mayoritariamente juvenil del cuerpo de baile actual de la compañía (edad promedio de 22 años), los cuales estrenan personajes claves de la narración. Valdés, quien posee sobrada experiencia con este título del repertorio, se ha rodeado de un equipo con reconocida veteranía para aportar sus saberes. Mas no bastó este esfuerzo local y decidió invitar al virtuoso bailarín argentino Julio Bocca (ex primera figura del ABT y exdirector de compañías suramericanas de ballet), para colaborar en la revisión de los ensayos del cuerpo de baile y en los ajustes estilísticos para la ejecución correcta de los fundamentales grands pas de deux con los primeros bailarines alternantes y los solistas, para clarificar los matices definitorios de los perfiles dramatúrgicos.

En general, la producción mostró una sensible mejoría en el diseño de luces, particularmente en las escenas del primer acto, como es el caso la escena de los copos de nieve que contó con la disciplinada participación de la escolanía del GTH, colocada a ambos lados de la escena de la Sala García Lorca. El vestuario del italiano Fiorato ha sido desempolvado en gran parte, recobrando lucimiento. En cambio, de la escenografía no podemos decir lo mismo. Sigue evidente su deterioro en el segundo acto, tampoco la iluminación pudo enmascararlo.

La Orquesta sinfónica del GTHAA, desde el foso, bajo la batuta del maestro Yhovani Duarte, su director titular, se desempeñó encomiásticamente en la entrega de esta esplendorosa y difícil partitura de Tchaikovski, una de las últimas que escribió para ballet. Las ejecuciones no olvidaron su papel de acompañante de bailarines en movimiento con especificidades dramáticas, sin embargo, algunas desafinaciones pasajeras fueron sutilmente presentes. Conocemos de la existencia de recién graduados juveniles como integrantes de los atriles del conjunto, que acometían por vez primera estas partituras.

Y en el cierre final del telón, estallaron las ovaciones en pie por varios minutos. Esto permitió observar que otra impronta de la Alonso, tiene su continuidad “ad honorem” de la nueva directora general: la primera bailarina Viengsay Valdés, que no bailó en esta temporada de “Cascanueces”, salió a saludar junto con el elenco que se desempeñó la última noche, segura del importante legado que debe defender en adelante.

En esta ocasión, se destacaron a lo largo del ciclo, los primeros bailarines Anette Delgado, Grettel Morejón, Dani Hernández y Rafael Quenedit; los bailarines principales Ginett Moncho, Chanell Cabrera y Yankiel Vázquez; entre los primeros solistas Daniela Gómez, Katherine Ochoa, Chavela Riera y Diego Tápanes, así como dos bisoños promisorios en Diana Menéndez y Alejandro Olivera, tanto por su desempeño técnico-estilístico como por el histrionismo revelado en sus respectivos roles. Haciendo un aparte, para hacer justicia, al señalar el trabajo integral escénico del primer bailarín de carácter Ernesto Díaz, interpretando con notable presencia y evidentes matices su desdoblamiento como el invitado Drosselmeyer.

Viengsay Valdes (ctro.) en su primer saludo como directora general del Ballet Nacional de Cuba junto a los intérpretes de “Cascanueces” en versión de Alicia Alonso. Foto gentileza BNC.

Viengsay Valdes (ctro.) en su primer saludo como directora general del Ballet Nacional de Cuba junto a los intérpretes de “Cascanueces” en versión de Alicia Alonso. Foto gentileza BNC.

Dejar un comentario