Estrellas de ballet de San Petersburgo

Tributo a La Habana por sus 500 años

Llegaron a la capital cubana 23 de los más destacados bailarines rusos para formar parte de las celebraciones de su fundación. Clásicos del repertorio tradicional y otras vertientes coreográficas neoclásicas y contemporáneas subieron al escenario de la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana

Deja un comentario Por () | 01/12/2019

Oksana Bóndareva e Igor Kolb en un clásico de Mikhail Fokine, “Shehérezade”, sobre la partitura de Rimski-Kórsakov. Fotos: Buby Bode. Gentileza BB.

Oksana Bóndareva e Igor Kolb en un clásico de Mikhail Fokine, “Shehérezade”, sobre la partitura de Rimski-Kórsakov. Fotos: Buby Bode. Gentileza BB.

Provenientes de distintas compañías de ballet de Rusia llegaron a La Habana una decena de sus más destacadas estrellas de la danza académica de ese país, mundialmente una primera potencia indiscutible en esta manifestación artística.

Su primordial objetivo era ofrecer una extraordinaria función de gala con lo más representativo del repertorio, como regalo a la capital cubana en las celebraciones por su medio milenio de fundación.

Fuimos testigos, esa única noche, dentro de lo que se llamó Días de San Petersburgo en la República de Cuba, en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, de una memorable gala de lujo, donde lo único reprochable, justificable por su elevado costo, la ausencia de su magnífica orquesta en vivo, sin embargo, el soporte sonoro era de alta fidelidad. Los decorados fueron remplazados por eficaces proyecciones que nos situaban en contexto sin la ocurrencia de posibles “baches”: la duración en dos partes con pausa no consumió las dos horas. El espectáculo, desde su apertura, auguraba su ulterior esplendor con la interpretación de una joya coreográfica debida al genio de Mikhail Fokine, “La muerte del cisne”, un solo siempre gratificante y de ejecución riesgosa, esta vez brindado por Oksana Skórik, con una demostración de una ajustada concepción del postrer momento de esta hermosa pero potente ave, con las ligadas amplias ondulaciones de sus port de bras y poderosas puntas en los pas de bourrée en sus musicales desplazamientos.

Le siguió una radiante pareja formada por Irina Perrén y Marat Shemiúnov, en la ejecución del infaltable célebre dueto acrobático de Asaf Messerer (miembro de una poderosa dinastía en la danza), “Aguas Primaverales”, la cual puso en pie al auditorio por sus dificultades técnicas y el brillante atletismo de sus desafiantes cargadas, apoyadas por la espléndida música de Sergei Rajmaninoff.

La fluidez de los encadenamientos neoclásicos ejecutados en pareja durante el Adagio del concierto para contrabajo, del compositor italiano Giovanni Bottesini por el dueto Victoria Livínova y Yuri Smekálov (también autor de la coreografía y director artístico de la gala) fueron largamente premiados por su excelente entrega.

“Giselle Roja”, de Boris Eifman, interpretado por Lilia Lishchuk y Denis Klímuk. Fotos: Buby Bode. Gentileza BB.

“Giselle Roja”, de Boris Eifman, interpretado por Lilia Lishchuk y Denis Klímuk. Fotos: Buby Bode. Gentileza BB.

Igualmente apreciamos a otros destacados especialistas de la escuela rusa Vagánova, por las impecables muestras de estilo y musicalidad, tales como Oksana Bóndareva junto al laureado artista Igor Kolb, en el adagio del ballet “Romeo y Julieta” según la versión coreográfica de Leonid Lavroski; así como un fragmento en adagio del ballet para toda una noche “Giselle Roja” del controvertido creador Boris Eifman, el cual fue defendido con valentía y convicción por Lilia Lishchuk y Denis Klímuk.

El artista emérito de Ucrania Denis Matvienko abordó con espectacularidad e impresionante fisicalidad, dentro de una línea más contemporánea, un solo del ballet “SSSSS”, con música de Fréderick Chopin y coreografía de Edward Klug. (Matvienkio impartió una ejemplar clase magistral a los alumnos de niveles avanzados de la Escuela Nacional de Ballet, muy apreciada por profesores, estudiantes e invitados). Posteriormente el propio Matvienko subió al escenario para ofrecernos una exquisita interpretación de un solo debido al genial inglés Fréderick Ashton, con el inquietante título Danza de los espíritus benditos, originalmente concebido para el afamado bailarín Antony Dowell, con el primordial objetivo de destacar la elegancia en el baile masculino de uno de los grandes “danseur noble” del siglo XX.

En la segunda parte, algunas de las parejas mencionadas retornaron abordando otros estilos y personajes. Así fue el caso con Lishchuk y Klímuk proponiéndonos una elegante y apasionada escena del ballet “Anna Karénina”, de Eifman, así como Bóndareva y Kolb en una brillante y sensual entrega del conocido título orientalista de Fokine, “Shehérezade”, según uno de los cuentos de “Las mil y una noche” sobre la espléndida partitura de Rimski-Kórsakov. Por su parte, el dueto Perrén y Shemiúnov se llevaron esta vez las palmas con un adagio del ballet “Espartaco” con coreografía de Gueorgui Kovtun y el soporte musical debido a Aram Khachaturian. A continuación hicieron entrada Litvínova y Smekálov, con el dueto La despedida, una breve mas conmovedora pieza contemporánea debida al propio bailarín.

Como colofón, la pareja Skórik-Matvienko triunfalmente desplegó todo su magisterio en el pas de deux del tercer acto del ballet Don Quijote, en la versión de Alexander Gorski, sazonado con el consabido virtuosismo climático al extremo –siempre gratificado por los aficionados al ballet con ovaciones en pie (los excesos en las españoladas gestuales quedaron perdonados).

Irina Perrén y Marat Shemiúnov en un adagio del ballet “Espartaco” con coreografía de Gueorgui Kovtun y música de Aram Khachaturian. Fotos: Buby Bode. Gentileza BB.

Irina Perrén y Marat Shemiúnov en un adagio del ballet “Espartaco” con coreografía de Gueorgui Kovtun y música de Aram Khachaturian. Fotos: Buby Bode. Gentileza BB.

Un encuentro con la prensa

Estos notables artistas integran en Rusia las conocidas compañías de los teatros Académico Estatal Mariinski, Bolshói, Mijailovski, Novosibirsk o el Ballet de San Petersburgo Leonid Yacobsón
En nombre de la delegación artística, en total 23 miembros, el director general Víctor Minkov, declaró a la prensa que esta era una oportunidad para fortalecer los nexos culturales y contribuir a la cooperación e intercambio entre las dos ciudades. En tanto que el destacado bailarín y coreógrafo Smékalov hizo énfasis en la fusión cultural entre ambas naciones y la necesidad de alcanzar una colaboración integral entre coreógrafos y bailarines rusos y cubanos.

Durante el intercambio con la prensa, la directora de la ENB, Ramona de Sáa, recordó que en 1962 bailarines y pedagogos soviéticos viajaron a la isla, y brindaron un importante apoyo en la concepción de los planes de estudio de la entonces naciente Escuela Nacional de Ballet (ENB), entonces dirigida por su fundador el maestro de maestros Fernando Alonso.
Aquella ayuda, añadió de Sáa, fue de un valor incalculable, porque “no teníamos experiencia para a creación de una academia de tal magnitud. La actual directora consideró esta presencia del ballet ruso como histórica y aprovechó la ocasión para renovar su solicitud de apoyo por parte de profesores de Rusia, para mejorar, dijo, la enseñanza –en algunas materias como la danza de carácter– en la escuela. Es significativo el asombro expresado por Matvienko y Smekálov, ante la demostración del virtuosismo en los giros realizado por estudiantes cubanos de dicha escuela.

Para el final llegó el infaltable “Don Quijote”, versión de Alexander Gorski, por Oksana Skórik y Denis Matvienko. Fotos: Buby Bode. Gentileza BB.

Para el final llegó el infaltable “Don Quijote”, versión de Alexander Gorski, por Oksana Skórik y Denis Matvienko. Fotos: Buby Bode. Gentileza BB.

 

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