Acosta Danza

A sala llena y con estrenos

Carlos Acosta y su compañía comenzaron la primera temporada de 2019, en su habitual escenario de la Sala García-Lorca del Gran Teatro de La Habana. Presentaron “Rituales”, integrado por tres novedosas propuestas y la reposición de una exitosa obra del sueco Pontus Lidberg.

Deja un comentario Por () | 25/03/2019

“Cor”, de Marianela Boán, con seis intérpretes en escena y música del compositor cubano Pepe Gavilondo. Fotos: Buby. Gentileza AD.

“Cor”, de Marianela Boán, con seis intérpretes en escena y música del compositor cubano Pepe Gavilondo. Fotos: Buby. Gentileza AD.

La más joven y reconocida compañía cubana de danza, fundada en 2015 por el laureado bailarín Carlos Acosta, retorna a su décima temporada y la primera de 2019, en su habitual escenario de la Sala García-Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso –siempre sobrevendido-, con tres novedosas propuestas y la loable reposición de una exitosa obra, las cuales integran “Rituales”.

El propio Acosta, en tanto que director artístico, nos revela en el programa de mano sus objetivos a la hora de concebir este cartel, con dos términos claves: incertidumbre e indagación, en un párrafo que se explica por si solo: (estas piezas)… nos llegan en tiempos complejos para el mundo en los que la incertidumbre parece ser un sentimiento común… (y a pesar de ello) seguimos anteponiendo el arte y la belleza, sin dejar de asumir la época que nos ha tocado vivir como terreno de indagación. Para concluir: partimos de la idea de que el rito fue el inicio de toda representación escénica (…) a partir de allí, desarrollamos obras que nos muestran esencialmente (…) las preocupaciones, alegrías y deseos de los cubanos.

Al mismo tiempo, en esta introducción, Acosta se muestra solidario (acompañado por todo su conjunto) con las víctimas habaneras de un insólito evento meteorológico: la embestida de la naturaleza, por un fuerte tornado que causó enormes daños en tres populosos barrios de la capital el pasado 27 de enero. Y ante tal adversidad…”que sirva el arte de la danza como homenaje al alma cubana; que traiga alivios, alegría y esperanza, porque mientras que mantengamos nuestro espíritu limpio –ese que se trasluce en los momentos más difíciles- estaremos de alguna manera salvados”.

Para abrir cortinas fue elegido el estreno mundial de “Portal”, con coreografía y concepto del joven catalán Juanjo Arqués, apoyado por un excepcional soporte musical –según los propósitos desvelados por el coreógrafo-, producido por el conjunto cubano Ariwo con la contribución del Dj Hammadi, que anteriormente había trabajado en otro proyecto con Acosta. El tema musical, “Pyramid”, interpretado por ellos entusiasmó a Arqués: por su innovadora mezcla de percusión cubana de raíz africana con sonoridades electrónicas.

Sin duda, la diversidad étnica de la sociedad cubana, sus contrastes, sus logros y “su melancolía por el pasado” lo fascinaron al estructurar una coreografía que “los”, mostrara como en el limbo, “parados ante una puerta y sin saber qué sucederá al traspasarla”. El tema de los rituales sincréticos de la santería local estuvo en su interés primario, empero luego fue hacia lo esencial de la ritualidad, para así conseguir encaminarse al concepto de ritual en el vocabulario, con uso de la simbología en movimientos reiterativos –y casi siempre elementales- que se original “de adentro hacia afuera”. Es una pieza coral y participativa del autor con siete excelentes bailarines del conjunto. Arqués, previamente, se defiende ante los posibles reproches de la crítica especializada: he tratado de transmitir –mediante los intérpretes- ese concepto de “liminalidad” de la pieza, así como “una Cuba que no es la más conocida”, la de la melancolía, la de rudeza de la vida y el trabajo (sic).

Estamos frente a una puesta en escena minimalista con una iluminación neutra diseñada por Bonnie Beecher y un vestuario intemporal de Natalie de Koening, que se aparta de todo posible pintoresquismo, siempre en presencia de una impositiva gran puerta colonial de madera, como practicable escenográfico giratorio que pende sobre la cabeza de los danzantes, sin que interactúen con ella: es un limbo a traspasar, como lo requiere la coreografía.

Acto seguido pasamos a un lenguaje, “otro”, donde prima el estilo neoclásico con influencias posmodernas, en el estreno cubano de “Soledad”, un dúo con coreografía y concepto de Rafael Bonachella, de la compañía catalana Lanómina Imperial, que luego, en 1992, ingresó en la londinense Rambert Dance Co., hasta que, finalmente en 2006, funda la Bonachella Dance Co. Y en 2008, marchó a Australia como director artístico de la Sidney Dance Company.

Estilo neoclásico con influencias posmodernas en “Soledad”, dúo con coreografía y concepto de Rafael Bonachella. Fotos: Buby. Gentileza AD.

Estilo neoclásico con influencias posmodernas en “Soledad”, dúo con coreografía y concepto de Rafael Bonachella. Fotos: Buby. Gentileza AD.

Bonachella eligió un tema romántico recurrente, de amores y desamores entre dos seres humanos de distintos sexos, los cuales danzan con un lógico soporte musical -en un espacio limitado y minimalista- proporcionado por tangos y milongas de Astor Piazzola, así como boleros-rancheras en la icónica voz de la desaparecida Chavela Vargas (“Llorona” y “Noche de Ronda”), y un final interpretado por el célebre violinista Gidon Kremer. Tres parejas de las más brillantes y expresivas de Acosta Danza alternaron en cada una de las tres representaciones, las cuales defienden una intensa dramaturgia con destacado histrionismo y rotunda técnica, alrededor de una lámpara de pedestal y una butaca como únicos elementos escenográficos, en contraste con  la vacuidad coreográfica.

Después de una apetecible pausa, aconteció el más ansiado de los estrenos mundiales, “Cor”, con coreografía y concepto de Marianela Boán, con la ingente colaboración de los seis intérpretes y del autor de la música, el talentoso y polifacético joven compositor cubano Pepe Gavilondo (ya tiene en su haber otras exitosas piezas para esta compañía).

Marianela Boán es un nombre paradigmático en los anales de la coreografía cubana contemporánea. Ella inició su colaboración con Acosta Danza desde sus inicios en 2015, cuando el propio Acosta la invitó a reponer “El cruce sobre el Niágara”, una coreografía realizada por ella, en 1987, para dos bailarines masculinos de la compañía Danza Moderna de Cuba (hoy DCC). La posibilidad de crear una coreografía original siempre estuvo pendiente, y ahora logró hacerla, después de 16 años. Boán reside hace varios años en Santo Domingo, como directora de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea del Ministerio de Cultura de República Dominicana.

En cuanto al título de “Cor”, nuestras inquietudes fueron despejadas cuando nos explicó que proviene de la raíz de varias palabras que están muy vinculadas con su obra: el coro (tema utilizado en otros trabajos suyos mas de formas diversas); es la raíz de corazón y de coral marino, también de coralidad (relacionada a la más reciente historia cubana), y por supuesto, está en “coreo”, que “define todo lo que hacemos en danza”.

Boán define su estreno como “una obra muy física”, sin duda es igualmente una de sus creaciones más contaminada, en el sentido del empleo de la voz por los propios bailarines, quienes cantan además de moverse intensamente (con predominio del terre á terre) y trabajar con la manipulación de algún objeto: es el caso al final con las tumbadoras (instrumento cordófono que otros países denominan “congas”). La coreuta usó como leit motiv la canción “Consuélate como yo”, una muy popular rumba cubana que sirve de enlace a todos los momentos de esta pieza de poco más de 30 minutos.

La música en “Cor” es protagonista, especialmente por el trabajo dialógico estupendo realizado con Pepe Gavilondo, tecladista, compositor, profesor y productor, así como con la diseñadora de vestuario Alise Pérez (aunque el resultado no fue muy feliz); con la maestra coral Alina Orraca (arduo ejercicio con las voces, que requerían más horas de ensayo), y lujo de contar con Lino Pedroso para impartirles las clases de percusión (de tanta participación en la coreografía). No puede obviarse el trabajo significativo y eficaz de la experimentada maestra Loti Peón, como ensayadora, para superar el reto de conseguir este estreno en tiempo y forma.

Sin embargo, si bien reconocemos lo ambicioso del discurso coreográfico, el resultado no colmó nuestras expectativas.

La temporada “Rituales” cerró con la inteligente reposición de “Paysage, Soudain, La Nuit”, del coreógrafo sueco Pontus Lidberg, quien utiliza con eficacia teatral dos temas musicales de notables factura, como “Paisaje cubano con rumba”, de multilaureado compositor cubano Leo Brouwer (festeja sus 80 este año), y Cuban Landscape, del escandinavo Stefan Levin. Esta obra ya fue comentada por este cronista en su estreno, de la cual destacamos siempre la solidez de la escritura coreográfica en Lidberg, y la sabia iluminación de Patrick Bogardh. Un acierto, sin duda, cerrar esta primera temporada de 2019 con esta estupenda obra.

Acosta Danza abrió el telón con el estreno mundial de “Portal”, con coreografía y concepto del catalán Juanjo Arqués. Fotos: Buby. Gentileza AD.

Acosta Danza abrió el telón con el estreno mundial de “Portal”, con coreografía y concepto del catalán Juanjo Arqués. Fotos: Buby. Gentileza AD.

 

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