Compañía Nacional de Danza

Ballet clásico con precisión suiza

La figura del revolucionario coreógrafo William Forsythe monopoliza el último espectáculo presentado por el ensamble español. El programa “Una noche con Forsythe” reúne tres piezas escogidas del creador neoyorquino: desde el clasicismo llevado al extremo hasta lo puramente contemporáneo.

Deja un comentario Por () | 16/05/2017

La Compañía Nacional de Danza en "The vertiginous thrill of exactitude", con coreografía de William Forsythe. Foto: Jesús Vallinas. Cortesía CND.

La Compañía Nacional de Danza en “The vertiginous thrill of exactitude”, con coreografía de William Forsythe. Foto: Jesús Vallinas. Gentileza CND.

La Compañía Nacional de Danza (CND) vuelve a dar otro paso de gigante con el programa “Una noche con Forsythe”, en la segunda velada dedicada íntegramente a autor -tras la noche de Jiří Kylián hace un lustro-,  desde la incorporación en la dirección artística de José Carlos Martínez, en 2011. Considerado uno de los coreógrafos más influyentes y revolucionarios de la escena del último cuarto del siglo pasado, William Forsythe (Nueva York, 1949) desarrolló una parte importante de su trabajo al frente del Ballet de Frankfurt, que dirigió de 1983 a 2004. En una primera etapa, su trabajo parte del lenguaje académico más estricto y lo lleva hasta unos límites insospechados; posteriormente, el estilo de Forsythe evoluciona por otros derroteros hacia el planteamiento de sus piezas como una instalación coreográfica, una línea en la que ahondó en su década al frente de The Forsythe Company, de 2005 a 2015.

El programa seleccionado por Martínez se decanta por tres piezas selectas del repertorio de Forsythe: “The vertiginous thrill of exactitude” (1996), “Artifact Suite” (2004, sobre el original de 1984) y “Enemy in the figure” (1989). Alterando sabiamente el orden cronológico de su creación, el programa va de menos a más: desde la visión más cercana al clasicismo hasta la obra de corte más contemporáneo. Con la Sala Argenta del Palacio de Festivales de Cantabria a punto del lleno, la CND acometió la noche de estreno con una mezcla de nervios, ilusión y expectativas, pues un programa Forsythe tan exigente como éste, eran palabras mayores.

Comenzó la velada con “The vertiginous thrill of exactitude”, un homenaje a las aportaciones del coreógrafo francés Marius Petipa (1818-1910), autor de los grandes temas del repertorio clásico como “La Bella Durmiente”, “El Cascanueces”, “El lago de los cisnes”, “Don Quijote”, entre otros, y del padre del neoclásico, el ruso George Balanchine (1904-1903), piedra angular de la escuela americana y autor de obras como “Serenade”, “Tema y Variaciones”, “Tchaikovsky. Pas de deux” o “Jewels”. Mientras que de Petipa toma la construcción de la obra en solos, pasos a dos, a tres y glorioso final del elenco al completo, y, obviamente, todas las bases estilísticas del lenguaje clásico; de Balanchine, su gusto por los ballets abstractos o ‘plotless ballet’, además de la ejecución endiablada de enésimos pasos a ritmo, precisamente, vertiginoso, tal y como anuncia el título.  Estrenada en su origen por el Ballet de Frankfurt en 1996, esta pieza presenta a un quinteto de intérpretes –tres mujeres y dos hombres-, sobre la novena  sinfonía de Franz Schubert, y responde a todos los cánones del clásico: imaginativo tutú de color verde pistacho y no de tul ilusión, las hipnóticas zapatillas de punta, lirismo y virtuosismo técnico, todo ello interpretado con acierto por el elenco de la CND, pese a algunos desajustes, sobresaliendo los representantes masculinos –Alessandro Riga y Anthony Pina- sobre el apartado femenino.

Los componentes de la CND en "Artifact Suite",  que contó con cerca de cuarenta bailarines en escena. Foto: Jesús Vallinas. Gentileza CND.

Los componentes de la CND en “Artifact Suite”, que contó con cerca de cuarenta bailarines en escena. Foto: Jesús Vallinas. Gentileza CND.

Basado en tres secciones de la obra original de 1984, el Scottish Ballet estrenó veinte años después una versión reducida titulada “Artifact Suite”, que introdujo la CND en su repertorio precisamente en su actuación en el Palacio de Festivales en Santander. Carente de argumento, la obra se construye en tres movimientos como una exhibición del potencial máximo del clásico, del valor del trabajo del conjunto y, en especial, del cuerpo de baile, de la importancia de los elementos teatrales con esos impenitentes telones cayendo en mitad de escena. En la sección primera, un bello paso a dos sobre “La chacona” de Bach, enmarcado por treinta bailarines del cuerpo de baile; en la segunda, música de piano de Eva Crossman-Hecht acentuando la repetición para mostrar al cuerpo de baile como un complejo engranaje con una sincronía propia de la precisión suiza. Gracias a ese movimiento, se pudo apreciar el gran avance de la CND en pos de creación de una compañía compacta en la que los casi cuarenta bailarines se involucran al máximo en beneficio de la pieza de una gran belleza escénica, que casi consiguió hacer levitar a los espectadores en Santander.

Un foco enemigo

Vieja conocida de la CND, la obra “Enemy in the figure” entró en el repertorio de la compañía española en 2001, dentro de la etapa de Nacho Duato como director artístico. De corte más contemporáneo que todas las anteriores y nutrida en su origen de materiales propios de la improvisación, fue estrenada por el Ballet de Frankfurt en 1989 y aborda cuestiones como la necesidad de elección del espectador ante varios focos de acción en escena, la importancia de la iluminación en el escenario, la delimitación del espacio escénico. Una mampara ondulada cual escultura sinuosa de Richard Serra, divide el espacio escénico, pero no la acción que discurre en él. Además, la luz también adquiere un protagonismo singular: los intérpretes, ataviados con ropa estrafalaria, deben dirigir un gran foco como si fuera la manera en la que redirigir la mirada del espectador, pese a que hay acción más allá de donde ilumina el foco. Destellos de luz, sombras proyectadas, la desapacible música metálica de Thom Willems y una danza esencialmente contemporánea, convierten a “Enemy in the figure” en un curioso universo poblado de seres estrambóticos con la necesidad de subrayar, sobre todo, su soledad o individualidad ante el foco.

Con dos horas de duración, “Una noche con Forsythe” fue una buena forma de tomarle el pulso a esta CND que bien cabalga por un lugar de la Mancha de la mano del clásico “Don Quijote” o bien se aventura por los exigentes terrenos de un creador contemporáneo cuya revolución de las bases académicas le han convertido ya en un clásico. Puede que los universos de William Forsythe sean crípticos para los legos en la materia, pero la belleza que insuflan esta obras, en especial, las dos primeras, no es ajena a los espectadores. Así lo entendió el numeroso público reunido en el Palacio de Festivales de Cantabria que premió con una sonora salva de aplausos de más de cinco minutos de duración. Porque la belleza es belleza y no necesita más explicación.

Aída Badía, Agnés López y Erez Ilán, miembros de la CND, en "Enemy in the figure", obra de William Forsythe que cerró la velada.Foto: Jesús Vallinas. Gentileza CND.

Aída Badía, Agnés López y Erez Ilán, miembros de la CND, en “Enemy in the figure”, obra de William Forsythe que cerró la velada.Foto: Jesús Vallinas. Gentileza CND.

 

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