De las variadas formas de baile y canto en las distintas regiones de la península española, el flamenco ha sido la más destacada fuera del país. Tal vez, por su exotismo y diferencia, sus profundos gemidos en el cante jondo, sus vibrantes taconeos en el baile y sus famosas batas de cola y mantones, flores, abanicos y peinetas, más el rítmico balance de la guitarra y el cajón. Amén que en él se fusionan músicas/pasos que llegan desde la India, atravesando el Oriente Medio hasta el África y Andalucía. Son rasgos gitanos, moros, judíos, todo mezclado. Ese estilo de danza propio de Andalucía, España, coloreó la escena, con sus diversas dimensiones, durante el recién finalizado 1er. Festival Internacional de Danza Española y Flamenco, que en saludo al aniversario número 30 del Ballet Español de Cuba, liderado por Eduardo Veitía, desandó con pasión y fuerza el GTH Alicia Alonso durante doce días, junto con compañías cubanas y otras invitadas de Chile, España y México.
“Carmen por dos”, con flamenco y arte lírico, basada en la puesta coreográfica de Eduardo Veitía (1998) puso el punto final del evento. Podríamos decir, sin dudas, que es una versión de su “Carmen”, que mueve de lugar algunas escenas e incorpora otras para acercarla más a la ópera de Bizet. Enriquecida y coloreada del lado musical con los cantantes líricos -que compartieron las tablas con los bailarines-, dirigidos, artísticamente por Helson Hernández en una co-producción junto con el Teatro Lírico de Cuba que vio la luz en mayo pasado. Ellos vivieron en el escenario como magia del arte, que motivó al espectador para sentir/palpar una Carmen multiplicada, en el gesto y en la voz. De forma orgánica e inteligente Carmen (bailarina: Leslie Ung) y Carmen (cantante; la soprano Maité Milián) aparecía y desaparecía frente a todos, dejando un grato recuerdo. Del lado del movimiento la Ung desató emociones con su radiante quehacer –baile/interpretación-, y la soprano Mayté Milián dejó una agradable estela en la difícil interpretación con una voz clara y hermosa.
Escamillo, cobró especial aliento en el primer bailarín Ricardo D. Quintana, quien mantuvo un excelente paso en el encuentro. En el mismo personaje, el barítono Reynaldo Cobas, dio muestras de su alto nivel artístico. Mientras que el José, tanto en la piel del primer bailarín Daniel Martínez, como del tenor Mario Peñafuerte, alcanzó matices de alto vuelo que desataron fuertes ovaciones del auditorio. En un solo acto, sin intermedio, se sucedieron nueve escenas en la que alternaron bailarines y cantantes en un todo común. Otros personajes que no tuvieron su eco en la voz, solo en danza dejaron también su impronta: como la impecable labor artística de la joven Lorena Martínez quien en su segunda ocasión en el personaje del Toro realizó una actuación digna de elogios, con una limpieza y fuerza fuera de la común. Y aplaudir, desde este texto, las actuaciones de solistas y cuerpo de baile, quienes aportaron con tenacidad y entrega un grano de arena a este triunfo colectivo.
Flamenco de muchos matices
El flamenco, ese sentimiento que llega desde lo más profundo del ser alcanzó variados matices en el encuentro. Vale mencionar, entre otros, a la flamencóloga, historiadora y bailaora, Ana Ruiz (Andalucía, España), quien en sus interpretaciones aquí, y en particular el Fado Flamenco “vistió” de un particular estilo las tablas de la Lorca con esa manera auténtica y personal de enfrentarlo pues lo conoce a la perfección, por ser andaluza y granadina. Junto a ella, regalaron también mucha luz a la presentación los cantantes Lindiana Murphy/Alberto Pérez, junto a la guitarra de Abdiel Rodríguez y la flauta de Annata García. Mientras que la agrupación chilena La Academia que dirigen Gladis Acosta/Carola Cussen, matizó una de las noches con “De la Cordillera al Malecón” (estreno mundial), y también el flamenco que vivió un especial instante. La música que llegaba desde cualquier parte: Estados Unidos, Chile, Cuba… era el terreno ideal para hacer sentir sobre el escenario los nuevos aires que atrapa este género nacido en Andalucía, y que con el tiempo adquiere nuevos tintes, fusionado con otras músicas y ritmos, pero manteniendo siempre su esencia.
Un toque de originalidad/contemporaneidad salpicó al flamenco y las tablas de la mano de la compañía Centro de Danza y Arte Proart, de Querétaro (México) con la coreografía “Entropía”. Pero quedaría incompleto este trabajo sin hablar de las diferentes agrupaciones cubanas que llenaron la Gala de las Estrellas. En primer lugar, la Lizt Alfonso Dance Cuba que con tres coreografías iluminó la noche y motivaron fuertes aplausos: “Quisiera amarte menos”, “Al Aire” y “Aferrado a los clásicos”, mientras Alma flamenca acercó “Chanelando” y “Nostalgia”. Pasaron también la Compañía Ecos, liderada por Ana Rosa Meneses en “Flamenco por dentro” regalando colorido y buen hacer en el baile, la Compañía Habana Compás Dance en “Génesis”, con la música de Eduardo Córdova de la mano de esas muchachas hermosas que bailan y emiten compases con diferentes elementos para decir un ritmo muy personal, y Hechizo flamenco con “Bulerías” y “Tango de Granada”. Una pasarela con joyas de la artista/orfebre Rosana Vargas y su marca ROX 950 de la colección “Puro Acento”, inspirada en obras de la compañía y otras de la serie La Habana que danza, paseó por el vestíbulo del GTH Alicia Alonso en los cuerpos de los bailarines del BEC, dejando huellas en un Festival que abarcó lo español desde diversos ángulos…