Paul Taylor Dance Company

Taylor apuesta a la belleza

La compañía fundada por uno de los pioneros de la danza moderna llegó al Eisenhower Theater del Kennedy Center de DC con dos programas que incluyeron obras que ya son clásicos. Entre ellas, “Mercuric Tidings”,; “Polaris”, y “Esplanade”, una de las piezas más conocidas del coreógrafo.

Deja un comentario Por () | 28/05/2016

Paul Taylor Dance Company presentó en el Kennedy Center "Esplanade" (Eran Bugge y Michael Trusnovec. Foto: Paul B. Goodechica. Gentileza JFKC.

Paul Taylor Dance Company presentó en el Kennedy Center “Esplanade” (Eran Bugge y Michael Trusnovec. Foto: Paul B. Goode. Gentileza JFKC.

Paul Taylor es un indiscutible. Un clásico dentro de lo moderno. Un recreador de su propio estilo. Consistente. Inquieto. Pionero, y uno de los principales representantes de la danza moderna de los Estados Unidos, con más de 150 piezas creadas, Taylor se juega, en forma persistente, por la belleza. Incuestionable. Y ahonda en conflictos y emociones.

La Paul Taylor Dance Company (PYDC) llegó al Eisenhower Theater del Kennedy Center de DC con dos programas que incluyen obras que, más allá de los años, son una marca registrada. El primero, subió a escena “Mercuric Tidings” (1982); “Polaris” (1976), y una de las piezas más conocidas del coreógrafo, “Esplanade”, un éxito de 1975. El segundo, llegó con “Arden Court” (1981); “Beloved Renegade” (2008) y “Promethean Fire” (2002).

A pesar del paso del tiempo y del recambio inevitable de los bailarines que, durante más de 60 años, fueron transitando experiencias dentro de la compañía, la perfección se repite. Un despliegue de técnica, versatilidad y virtuosismo son la síntesis más acabada de PTDC. Los bailarines, Christina Lynch Markham, Eran Bugge, Francisco Graciano, George Smallwood, Heather Mcginley, James Samson, Jamie Rae Walker, Laura Halzack, Lee Duveneck, Madelyn Ho, Michael Apuzzo, Michael Novak, Michelle Fleet, Parisa Khobdeh, Robert Kleinendorst y Sean Mahoney y Rei Akazawa, logran esta suerte de “milagro de perfección”.

"Promethean Fire", de Paul Taylor, interpretada por Paul Taylor Dance Company. Foto: Paul B. Goode. Gentileza JFKC.

“Promethean Fire”, de Paul Taylor, interpretada por Paul Taylor Dance Company. Foto: Paul B. Goode. Gentileza JFKC.

La primera noche abrió con “Mercuric Tidings”, obra que se basa en fragmentos de las Sinfonías 1 y 2 de Franz Schubert. Allí, los bailarines, con una velocidad deslumbrante, giran, saltan, se alinean y van construyendo espacios donde la estética prevalece, y donde la claridad coreográfica -algo que escasea en estos tiempos- es el eje de la obra.

Pero nada está librado al azar en la creación de Taylor. Todo es preciso, coherente, y tiene una razón de ser. Así la compañía se instala en “Polaris”, una pieza minimalista, en donde el blanco y el negro prevalecen en el vestuario, y se concatenan en el planteo coreográfico, repetitivo, simétrico, en el que un grupo desarrolla secuencias dentro de una estructura de metal, cúbica, para luego dejar paso a un segundo grupo, que repite las mismas secuencias y movimientos. Con música de Donald York, compuesta especialmente para esta obra, los bailarines logran desplegar secuencias abstractas con un alto compromiso en la interpretación.

Para el final, Taylor optó por “Esplanade”, sobre música de Johann Sebastian Bach, una de sus obras maestras. Con la participación de la Kennedy Center Opera House Orchestra, dirigida por York, la obra es una clara síntesis del placer de bailar.

El segundo programa abrió en la noche siguiente con “Arden court”, en la que la imagen de una rosa rosa se proyecta en el telón de fondo y la pieza entera se convierte en una acuarela de romanticismo. Sutileza y sensualidad, bajo fragmentos de sinfonías de William Boyce, hacen una conjunción casi sublime y permiten sumergirse en el inexplicable goce que produce la belleza intensa.

Un toque dramático, que indaga en conflictos de la vida, inspirado en poemas del inefable Whalt Whitman, hace que “Beloved Renegade”, sobre “Gloria”, del compositor Francis Poulenc, se convierta en un símbolo de la vida y de la muerte. Cada una de las seis escenas de esta obra, en la que transitan dúos, tríos, solos y secuencias grupales, transcribe en movimientos los versos de “Leaves of Grass”. Heridos de la guerra, jóvenes jugando, despedidas, dolores…  Una visión casi existencial de la vida a través de bailarines cuya entrega es absoluta.

El final de este segundo programa trajo “Promethean Fire”, que indaga en los cambios emocionales como parte esencial de la condición humana. Dieciséis bailarines en trajes de terciopelo negro arman y desarman estructuras con sus cuerpos en perfecta simetría y con una asombrosa simultaneidad. Y allí, en cada una de estas piezas, de perfecta y delicada confección, está como un duende siempre presente, la mano de Paul Taylor. Su sello indiscutible que no sólo diseña coreografías perfectas, sino que también modela bailarines exquisitos.

 

 

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