El Teatro Bolshoi de Moscú acogió el 17 de mayo, la ceremonia de entrega de los XXIV Premios Benois de la Danse. Instituidos en 1992 por la Unión Internacional de la Danza, estos galardones son considerados los ‘Óscar’ del ballet. “Realmente es muy gratificante cuando la gente considera que el Benois es la distinción más alta en el mundo del ballet”, asegura Nina Loory, cofundadora y directora artística del certamen.
El jurado estuvo presidido por el legendario Yuri Grigorovich, quien celebrará sus 90 calendarios, el próximo 2 de enero y en cuyo homenaje también se está organizando un festival. Además de Grigorovich, formaron parte del jurado José Carlos Martínez (director de la Compañía Nacional de Danza), Marie-Agnès Gillot (Étoile del Ballet de la Ópera de París), Johannes Öhman (director artístico del Real Ballet de Suecia), Xiao Suhua (coreógrafo y profesor del departamento de coreografía de la Beijing Dance Academy), Elisabetta Terabust (estrella italiana del ballet), Yury Fateyev (Mariinsky Ballet) y Linda Shelton (directora ejecutiva de la Fundación del Joyce Theater, en Nueva York).
La ceremonia de entrega quiso revestirse de toda la pompa y solemnidad predicables de uno de los mayores templos del ballet, el mítico Teatro Bolshoi. Como si fuera una mezcla de un acto versallesco con chambelán incluido y una moderna imitación de los galardones más cinematográficos con los videos presentación de cada uno de los candidatos, el acto se alargó en exceso –tanto como sesenta minutos de reloj- y más siendo el prólogo de la gala de nominados, con una duración de tres horas. De cualquiera de las maneras, lo realmente interesante fue el palmarés en el que se aplicó dos veces el juicio salomónico para conceder dos distinciones.
La categoría de mejor coreógrafo aupó a Yuri Possokhov por su creación “Hero of our time” para el Bolshoi Ballet, y a Johan Inger, por sus obras “Carmen” para la Compañía Nacional de Danza y “One on One” para Nederlands Dans Theater. Como mejor bailarín despuntó el coreano Kim Kimin (Mariinsky Ballet) por sus interpretaciones de “La Bayadère” y “Schéhérazade”.
Octavo para España
El jurado otorgó el Benois a la ‘Mejor Bailarina’ ex aequo a Alicia Amatriain (Stuttgart Ballet), por sus magistrales interpretaciones en “Un tranvía llamado deseo”, con coreografía de John Neumeier, y “The soldier’s tale”, creada por Demis Volpi; y a Hannah O’Neill (Ballet de la Ópera de París), por “Paquita”. “En el caso de ‘Un tranvía llamado deseo’, el reto fue entender a Blanche DuBois y cómo reacciona esa mujer. Es una persona muy compleja que ha sufrido durante toda su vida. Técnicamente, no tiene una coda de 32 fouettés, pero para conseguir que el público entienda su drama, la técnica debe pasar desapercibida”, confesó la intérprete donostiarra. Gracias a la creación del rol del demonio ‘The soldier’s tale’, Amatriain se convirtió en la primera artista española en recibir el der Faust, el pasado mes de noviembre. “Fue un papel muy difícil y físicamente muy duro, que me ha traído muchas alegrías. No puedes salirte del personaje en ningún momento, ya que se perdería la ilusión de la animalidad”.
La artista vasca pone así broche de oro a una temporada prolífica en premios que se inició en septiembre del año pasado con su nombramiento como ‘Kammertänzerin’ –Bailarina de Cámara- del estado de Baden-Württemberg. En su discurso, palabras de agradecimiento para el Stuttgart Ballet, “su casa”, y John Neumeier “por la oportunidad de interpretar este personaje tan complicado que es Blanche DuBois”. De esta manera, Amatriain se alza con el octavo ‘óscar’ del ballet español, tras los intérpretes Ángel Corella (2000), Joaquín de Luz (2009) y Fernando Romero (2011), las bailarinas Lucía Lacarra (2003) y Tamara Rojo (2008), y los coreógrafos Nacho Duato (2000) y José Carlos Martínez (2009).
El premio a la mejor escenografía recayó en Ren Dongsheng por “Emperor Yu Li” de la Beijing Dance Academy. Fuera de las categorías a concurso, John Neumeier recibió el Benois en homenaje a toda su carrera, de manos del mismísimo Yuri Grigorich, y glosó su relación con Rusia, en su discurso. De hecho, la presencia del repertorio de Neumeier fue amplia tanto en la gala de nominados (17 de mayo) como en la gala de laureados (18 de mayo), estando esta última orientada a recordar el 400 aniversario del fallecimiento de William Shakespeare, para lo que se programaron pasos a dos de ballets inspirados en sus obras.
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