Víctor Ullate Ballet-Comunidad de Madrid

Una estrella en la oscuridad

El centenario de la obra “El amor brujo” fue conmemorado por el Teatro Real de la capital española gracias a una nueva versión de la pieza, interpretada por la compañía dirigida por el maestro zaragozano, también responsable de la coeografía. Una producción de gran factura.

Deja un comentario Por () | 26/01/2015

"La danza del ritual del fuego" es uno de los instantes destacados de "El amor brujo", de Victor Ullate. Fotografía: Javier del Real/ Teatro Real de Madrid

“La danza del ritual del fuego” es uno de los instantes destacados de “El amor brujo”, de Victor Ullate. Fotografía: Javier del Real/ Teatro Real de Madrid

Conmemorar el centenario del estreno de la primera versión de “El amor brujo” –Teatro Lara de Madrid, 15 de abril de 1915–  fue la iniciativa que el Teatro Real de la capital española llevó a cabo, a medio camino entre los últimos días del año recién expirado y los primeros de este reluciente calendario. Víctor Ullate fue el elegido para semejante tarea, para la que realizó una nueva versión de la primigenia coreografía estrenada por su compañía en la Maestranza de Sevilla, el 28 de mayo de 1994. Gran reto para el zaragozano revisitar un trabajo suyo con dos décadas de existencia y, a la par, ofrecer una producción de gran factura en lo técnico para un magno escenario como es el Teatro Real de Madrid.

“El amor brujo” narra la historia de amor entre Carmelo y la gitana Candelas, perseguida por el espíritu de José, su antiguo novio. Para librarse del espectro y sabedor de su gusto por el coqueteo, Carmelo trama una argucia: anima a Lucía a seducir al difunto, momento en que los amantes sellan su amor con un beso que desarma el sortilegio.

Los orígenes de esta obra tienen algo de azaroso, ya que, al parecer, fue Rosario ‘La Mejorana’, madre de la cantante, bailaora y coreógrafa Pastora Imperio (1887-1979) –la primera Candelas–, quien le pidió al compositor Manuel de Falla (1876-1946) “un cante y un baile”. El libreto de Gregorio Martínez Sierra (1881-1947) –cuya autoría se discute y atribuye a su esposa, María de la O Lejárraga (1874-1974)– también parece provenir de una antigua leyenda popular narrada por la madre de la artista al dramaturgo. Sin embargo, su estreno se saldó con un fracaso, no tornándose en un éxito hasta 1925 cuando Antonia Mercé, ‘La Argentina’, interpretó “El amor brujo” en el parisino Trianon-Lyrique, con la segunda versión remozada de la partitura de Falla. De París a Londres, donde Antonio Ruiz Soler, ‘El Bailarín’, presentó su lectura en el Saville Theatre en 1955.

En su época de bailarín, Víctor Ullate realizó sus primeras incursiones profesionales de la mano de Antonio ‘El Bailarín’, siendo el Ballet del Siglo XX de Maurice Béjart donde despuntó profesionalmente. Ya convertido en director y en coreógrafo, esas dos raíces –lo español y lo bejartino- han ido floreciendo en sus diferentes creaciones. Dice el tango que “veinte años no es nada”, pero lo cierto es que la propia compañía de Ullate en dos décadas no tiene mucho que ver: de provenir todos sus componentes de la escuela – donde se formaron e hicieron sus pinitos ilustres estrellas mundiales como Ángel Corella, Tamara Rojo, Lucía Lacarra, Igor Yebra, Joaquín de Luz y un largo etcétera–  a ser una compañía internacional.

La nueva versión de Víctor Ullate ha querido primar el fuego fatuo. Foto: Javier del Real. Gentileza Teatro Real

La nueva versión de Víctor Ullate ha querido primar el fuego fatuo. Foto: Javier del Real. Gentileza Teatro Real

Ello ha supuesto que el ADN de la formación ha mutado, por lo que, en esencia y salvo en algunos cuadros escénicos, parece que se trata de dos compañías y de dos obras diferentes. Además, esta nueva producción también incluye una novedad poco afortunada, a saber, la intercalación de fragmentos del grupo dark ambience In Slaughter Natives, sobre el original de Falla, al que ya se había incluido arreglos de Luis Delgado para la lectura de 1994. Eso sí, la partitura de Falla está bien interpretada por la Orquesta Titular del Teatro Real, bajo la batuta del maestro Josep Vicent. También se han renovado vestuario e iluminación.

Una aportación interesante de esta producción de “El amor brujo” es la participación de la cantante Estrella Morente, poniendo voz, jondura y arte al espectáculo. La presencia de Morente en escena es poderosa y rotunda, eclipsando su fuerte personalidad, en ocasiones, al componente danzado. Ullate sabe del temperamento de la cantante granadina y exprime sus posibilidades en escena, haciéndola partícipe de parte de la acción. Frente a ella, un cuerpo de baile bien temperado que desgrana la personal coreografía de Ullate, cuya principal raigambre es la danza contemporánea y con algunos toques flamencos, en los que luce Rubén Olmo, como bailaor invitado. En las escenas corales se percibe la influencia bejartina, por la manera de concebir geométricamente el grupo y la forma de moverlo sobre las tablas.

Quizás los momentos-cumbre esperables por el espectador sean “La danza del ritual del fuego” y “El círculo de fuego”. Sin embargo, son la negritud y oscuridad de los espectros las que se adueñan de la obra, desdibujando en parte la línea argumental y construyendo una suerte de infierno de vampiros de Halloween. Víctor Ullate quería primar el fuego fatuo y, sin embargo, parece que su lectura de “El amor brujo” está situada en pleno Hades. Pese a todo, una estrella ilumina la oscuridad del Averno, en esta personal lectura de Víctor Ullate sobre la obra ya centenaria.

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