Ballet Nacional de Cuba

En puntas, pero modernos

Finalizó la temporada “invernal” de la compañía cubana dirigida por Alicia Alonso. Formaron parte del programa obras del repertorio pasivo y dos nuevas coreografías, “Triade”, de Eduardo Blanco, y “Celeste”, de la coreógrafa colombiana Annabelle López-Ochoa.

Deja un comentario Por () | 31/03/2014

El estreno mundial de "Triade", del joven coreógrafo del BNC Eduardo Blanco, cerró la temporada. Foto: Nancy Reyes.

El estreno mundial de “Triade”, un paso a tres del coreógrafo del BNC Eduardo Blanco, convocó a jóvenes promesas. Foto: Nancy Reyes.

Para finalizar la temporada “invernal” (una de las más benignas según los records meteorológicos locales), del archipiélago cubano, el Ballet Nacional de Cuba, siempre bajo la dirección general de la eximia prima ballerina Alicia Alonso, decidió resucitar dos buenas obras de su repertorio pasivo y, al mismo tiempo estrenar dos nuevas coreografías, con  un resultado desigual en sus interpretaciones y en las producciones.

El estreno mundial de “Triade”, del joven coreógrafo de la compañía Eduardo Blanco, con música de Gioachino Rossini (una selección de sus piezas instrumentales conforma la banda sonora), es un paso a tres de  para tres bailarinas bien dotadas técnicamente, elegidas por Blanco de las filas más jóvenes del cuerpo de baile de la importante agrupación clásica. Ellas afrontan con bravura, empero con más o menos fortuna (al menos la noche que asistí), las complejidades de los encadenamientos de pasos dentro de la más ortodoxa “danse d´école” en un estilo “old fashion”, más cercano a los modelos decimonónicos, con ciertos elementos del neoclasicismo a ultranza.

Las potencialidades creativas de Blanco, elogiadas merecidamente en piezas precedentes, no fueron evidentes esta vez,  por carencias de su poética imaginativa. Entre las tres ejecutantes se destaca el trabajo realizado por Chanel Cabrera, quien revela destellos de buenos augurios en su carrera profesional dentro del BNC.

“Celeste”, de la joven coreógrafa colombiana Annabelle López-Ochoa (formada en la Escuela de Ballet de Flandes en Bélgica), fue el segundo estreno anunciado, creado para la compañía cubana. Aquí, la música viene en primer lugar, luego surgió la danza. El soberbio concierto para violín y orquesta en Re opus 35 de Piotr I. Tchaikovsky inspiró a la creadora su escritura coréutica, y le sirvió como soporte estructural en sus movimientos allegros y adagios, hasta culminar brillantemente en su final “maestoso” y agitado.

Según el programa de mano, López-Ochoa “soñó con Celeste, una estrella que brilla moldeada en las frágiles siluetas de tres bailarinas que danzan en un cielo oscurecido por la noche, representado por las viriles figuras de 10 bailarines”. Para lograr la visualización de esta metáfora poética contó con la inteligente colaboración del dos excelentes diseñadores: en las luces Michael Mazzola y en el vestuario (color turquesa iridiscente) a la holandesa Dieuweke van Reij. La producción de este ballet fue posible gracias al apoyo de la asociación filantrópica British Friends of the Nacional Ballet of Cuba.

La coreógrafa tuvo en su favor, para asegurarse el éxito de su ardua creación, la afortunada elección de tres brillantes solistas (este cronista solo pudo disfrutar el elenco fijado para el domingo 9 de marzo): ellas fueron Grettel Morejón, Mónica Gómez y Viengsay Valdés, y sus parejas respectivas Víctor Estévez, Miguel Anaya y Lyván Verdecia.

El estilo neoclásico desarrollado en la selección de pasos y encadenamientos de gran dificultad técnica se beneficiaba con el virtuosismo técnico de este elenco, en cambio los matices requerían de una mayor ductilidad en la gestualidad corporal, que seguramente será asumida en sucesivas representaciones. Sin duda, es una meritoria adquisición para el repertorio del BNC.

"Suite Generis" retornó al repertorio activo del BNC después de más de tres décadas de su estreno mundial. Foto: Nancy Reyes.

“Suite Generis” retornó al repertorio activo del BNC después de más de tres décadas de su estreno mundial. Foto: Nancy Reyes.

El programa se completaba con las reposiciones – que agradecemos-, del “Prólogo para una tragedia”, obra menor del malogrado corógrafo canadiense Brian McDonald, sobre el texto teatral de William Shakespeare para su célebre “Otello”, con música de J. S. Bach, y el trío “Suite Generis, del cubano Alberto Méndez (premio nacional de danza), joya coreográfica para una primera bailarina dos compañeros solistas, con el soporte musical de conocidas partituras del barroco alemán por Haendel y Haydn.

En “Prólogo…” se evidencia la sabiduría musical del coreógrafo en la manipulación del cuerpo de baile, en sus entradas y salidas de escena, rigurosamente elaboradas sobre los armónicos y contrapuntos de la música del gran maestro de Leipzig, como oleadas evocadas por las hermosas capas que portan la docena de danzantes del coro. Estas escenas prefiguran el drama aristotélico que le seguirá a la conocida intriga del pañuelo urdida por Yago. Interpretadas en esta ocasión por cuatro jóvenes miembros de la compañía, se distingue por su elegancia y técnica firme la primera bailarina Yanela Piñera, como Desdémona (su expresividad estaba aún en ciernes, pues era su debut en el rol). Algo parecido aconteció con las entregas de Gian Carlo Pérez (Otelo de espléndida figura atlética), Omar Morales (el intrigante Yago) y Jessie Domínguez (la cómplice Emilia). Difícil vencer las memorias referenciales del elenco en su creación.

Esta pieza fue afortunada al contar con el acompañamiento orquestal en vivo, bajo la atenta y discreta dirección de la juvenil maestra Noila Ortega.

Ha sido una sorpresa agradable el retorno de “Suite Generis” al repertorio activo del BNC. Se trata de una brillante miniatura coreográfica de Alberto Méndez, un paso a tres contemporáneo estrenado la friolera de unas tres décadas y con una ausencia de las tablas de por lo menos dos décadas. Este audaz “juego coreográfico” requiere de bailarines de fuste, y una vez más la escogencia de sus intérpretes fue ajustada para el éxito del “revival”, con Grettel Morejón, Dani Hernández y Alfredo Ibáñez, los cuales no se amedrentaron ante los desafíos técnicos que afrontaban a cada instante.

Hay elementos estilísticos premonitorios a las ulteriores propuestas “innovadoras” de talentos internacionales como William Forsythe o Jirí Kylián, o los impactos influyentes sobre los creadores locales de Maurice Béjart con su Ballet del Siglo XX en los finales de la década del 60 del pasado siglo. Hermosas  cargadas con la bailarina en un “cambré” profundo, puntas de acero para realizar “balances” desafiantes, a veces en un “arabesque” fuera de eje. Ambas piezas repuestas lucieron frescos diseños del destacado diseñador Salvador Fernández.

Coreógrafa invitada:
Annabelle López Ochoa se graduó en la Escuela del Ballet Real de Flandes en Bélgica en la especialidad de Educación Danzaria. Su carrera profesional la desarrolló en el Ballet Scapino, de Holanda. En el 2003, decidió centrarse en la creación coreográfica. En ese año, fue aclamada como estrella naciente de la escena danzaria holandesa, y obtuvo importantes críticas como la del diario Tremecula Performing Arts Examiner, el cual reseñó: “Ochoa es verdaderamente una coreógrafa magistral con la ventaja de saber qué movimientos pueden y deben estar en este arte constantemente cambiante”.
Esta artista ha creado obras para importantes compañías del mundo como el Ballet Scapino, el Ballet Nacional de Holanda, el Ballet Real de Flandes, el Ballet de Gottenburg, el Ballet Nacional de Marsella, el Ballet de Saarbrucken, IncolBallet de Colombia, el Ballet Nacional Finlandés, el Centro Nacional de Danza de Madrid, el Ballet de Washington y el Ballet Nacional Dominicano, entre otros.
La conocida publicación estadounidense Dance Magazine denominó su obra Cylindrical shadows (Sombras cilíndricas), creada para el Pacific Northwest Ballet, como uno de los momentos cumbres de 2012. Exitosa también fue su versión coreográfica de “Un tranvía llamado deseo”, creada conjuntamente con la directora teatral Nancy Meckler para el Scottish Ballet. La pieza, considerada por el Círculo de críticos del Premio Nacional de Danza Británico como “la mejor coreografía clásica”, recibió el Premio South Bank Nacional Arts a la “mejor producción reciente” y fue nominada al Premio Olivier 2012.

 

Dejar un comentario