Festival Mozart-Habana y Habana Clásica

Danza y música honran a Stravinsky

Noviembre fue el marco para dos encuentros internacionales en el que subieron a escena obras emblemáticas del compositor ruso. Talentosos artistas locales y afamados intérpretes e instrumentistas extranjeros mostraron su creatividad en el escenario de varias salas de la ciudad.

Deja un comentario Por () | 25/11/2018

“Historia del soldado” de Igor Stravinsky se presentó en la apertura del Festival Bienal Mozart-Habana, organizado por el Liceo Mozartiano. Foto: Kike Smith. Gentileza CUBARTE.

“Historia del soldado” de Igor Stravinsky se presentó en la apertura del Festival Bienal Mozart-Habana, organizado por el Liceo Mozartiano. Foto: Kike Smith. Gentileza CUBARTE.

Los conciertos inaugurales de dos festivales internacionales de música: Mozart-Habana y Habana Clásica, utilizaron importantes obras de la danza del siglo XX, con música del ruso Igor Stravinsky como pórticos de lujo para sus sucesivas programaciones diarias en varias salas de la capital cubana. Contó con la participación de talentosos artistas locales y afamados intérpretes extranjeros en el género de la música de cámara.

El Festival Bienal Mozart-Habana está organizado por la oficina habanera del Liceo Mozartiano, con el patrocinio de su homólogo austriaco en Salzburgo y el auspicio fiel de varias instituciones locales y foráneas, entre ellas la Oficina del Historiador de la Ciudad, la Universidad de las Artes (ISA), el Ministerio cubano de Cultura y la New World Symphony, entre otros. Sus curadores eligieron para su concierto inaugural una obra en las antípodas de Mozart: nada menos que “Historia del Soldado” del ruso Igor Stravinsky, en una versión adaptada al reducido escenario del decimonónico Teatro Martí, con puesta en escena concebida por el director teatral Raúl Martín y la directora orquestal cubano-holandesa Libia Hernández, que dirige una pequeña orquesta de cámara compuesta de ocho músicos cubanos y extranjeros (violín, contrabajo, clarinete, fagot, trompeta, trombón y percusión (donde interviene el holandés Lodewyk Johannes Bles) y el narrador a cargo del destacado actor cubano Freddy Maragoto.

Este conjunto fue un vital soporte para una pareja de bailarines, Tahis Suárez y Norge Cedeño, ambo de fuste, carismática presencia, formados en la danza contemporánea. Cedeño es responsable igualmente de la original y creativa escritura coreográfica, donde la improvisación se atiene a la traducción fiel de los textos franceses, para esta afortunada ocasión.

“Historia de un soldado” tuvo su estreno cubano por el Ballet Nacional de Cuba durante las presentaciones en un festival de ballet de La Habana, hace la friolera de dos décadas aproximadamente, en un montaje poco menos que azaroso realizado por Olivier Patey, entonces solista del Ballet de L´Opéra de Paris; tal una reconstrucción vinculada al texto del poeta suizo C. F. Ramuz e inspirada en la coreografía original de 1918, debida a Ludmila Pitoev. La primera represenación en América tuvo lugar en el Jolson Theatre en 1928. Existe en DVD otra versión más reciente creada por el célebe coreógrafo Jirí Kilyan.

Esta composición dodecafónica está escrita para ocho instrumentos, un narrador y bailarines. Todos instalados sobre la escena, empero los bailarines deben desempeñarse en un área central separada. Para ello, es necesario contar con la pericia de un diseñador de luces, considerado un artista de las artes visuales.
La historia de esta pieza fue tomada de un cuento de hadas ruso, que narra cómo un soldado entrega al Diablo el violín que carga en su mochila que era para él un instrumento que “hablaba como su propio corazón”. El soldado regresa de una misión militar a su casa en una aldea en medio de un bosque, después de una larga caminata.

Existe también otro notable ballet, entre los muchos que se han creado con esta partitura, es del norteamericano Eliot Feld, quien abandonó el libreto original por uno nuevo, donde se enfoca en la iniciación sexual del joven soldado al ser manipulado por un proxeneta. Esta obra fue estrenada por el American Ballet Theatre en 1972, y luego, en 1976 fue revisada por Feld para el Shakespeare Festival Public Theatre de Nueva York. Allí se revela el tema de la corrupción con fuerte declaración antiguerrerista. El estilo de la danza fue estilizada al extremo sin devenir mimética.

La responsabilidad de la excelencia en la entrega de la música de Stravinsky en esta inquietante pieza del pasado siglo recayó en directora musical Libia Hernández, poseedora de una formación altamente calificada, quien actualmente, comparte su tiempo en Países Bajos, Estados Unidos y Cuba, como Asistente/Directora de la Sinfónica de Nueva Jersey y Directora/Coordinadora del Proyecto Holanda-Cuba, con la participación de la Fundación Mozarteum de Salzburgo; el Real Conservatorio de La Haya; la Academia Sinfónica Nuevo Mundo, de Miami, y la Universidad de las Artes de La Habana.

Festival Habana Clásica

El Festival habana clásica  abrió con “La consagración de la primavera” en versión para piano a cuatro manos y solo del bailarín cubano Abel Rojo. Foto: Kike Smith. Gentileza CUBARTE.

El Festival habana clásica abrió con “La consagración de la primavera” en versión para piano a cuatro manos y solo del bailarín cubano Abel Rojo. Foto: Kike Smith. Gentileza CUBARTE.

En las Salas de Concierto del Centro Histórico de la Habana Vieja, desde el día 11 de noviembre, se han desarrollado las jornadas musicales internacionales Habana Clásica, bajo la dirección artística y musical del reconocido joven pianista cubano Marcos Madrigal, actualmente con residencia en Italia, quien es también su protagonista y dramaturgo, en eficiente coordinación con el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas (dependencia de la Oficina del Historiador de la Ciudad) bajo el liderazgo de la musicóloga Miriam Escudero. El maestro Madrigal ha resultado ser un real mecenas del arte, al convocar a amigos de talento afirmado hasta la Mayor isla de las Antillas, bajo el amparo de múltiples instituciones y personas amantes de la buena música.
Según Escudero, esta temporada de conciertos (más de dos semanas) se fundamenta en la excelencia del “performance”, en la habilidad de convocar y presentar música de alta factura, protagonizada por intérpretes de gran competencia.

Los curadores han tenido el buen tino de inaugurar el evento con la presentación de la primera coreografía integral cubana de la bailarina y coreógrafa Sandra Ramy sobre la “Consagración de la Primavera” de Igor Stravinsky, donde se escuchó por primera vez en Cuba su versión para piano a cuatro manos.

En el mismo programa, ocupó la primera parte del concierto en el mismo escenario del Teatro Martí (1885) el estreno en Cuba de los Tres Preludios Sinfónicos para el “Edipo Rey de Sófocles” del italiano Ildebrando Pizzetti (1880-1968, en una transcripción para piano a cuatro manos de Mario Pilati.
El equipo de producción de este espectáculo único estuvo conformado por artistas muy comprometidos, que demostraron fehacientemente su potencial de talento creativo. Entre ellos, Luis Ernesto Doñas, cineasta autor de laureados documentales, quien puso su impronta en la original puesta en escena, con el efecto dialógico (con el piano sobre la escena) y el especular, con los grandes espejos instalados con pericia por el escenógrafo y diseñador de luces Guido Gali. Y sin duda, la elección de Abel Rojo, bailarín de danza contemporánea (invitado del grupo MalPaso), robusto y carismático, dotado de habilidades para la improvisación y la comunicación sin apartarse de los tempos y los armónicos endiablados de la magistral partitura de Stravinsky, en este material coreográfico minimalista.

Para el final, no por menos importantes, dos protagonistas de excepción, intérpretes relevantes en el Grand concert piano Steinway de este hermoso coliseo habanero, quienes entregaron su poderosa ejecución, coherente y precisa de esta obra portentosa y polémica del siglo XX. Son ellos: el italiano Alessandro Stella y el cubano Madrigal.

La poética conceptual que sostiene esta producción ha sido expresada en el programa de mano por la maestra Ramy: “No recordamos otro estado anterior a nuestro nombre. No conocemos más que ese acto de perpetuo sacrificio y consagración, una y otra vez nos entregamos a la dictadura de los otros, madres, padre, hermanos, amigos, enemigos, fantasmas. Todas ilusiones, entregadas cada uno al mismo gesto repetitivo frente al mismo espejo”. Esto está visualizado en el perpetuum mobile del danzante Abel Rojo.

Como dato curioso, hay otra versión de esta pieza, estrenada en 1980 y creada por Paul Taylor con el soporte musical de esta misma transcripción del autor para piano a dos manos, que denominó “The Rehearsal” (Rite of Spring), con abandono del rito pagano ruso, donde compone un melodrama detectivesco hollywoodense que fue muy bien recibido por la crítica y la audiencia norteamericana.

 

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