The Australian Ballet

La dama del lago

La compañía liderada por David McAllister volvió a la escena británica con una corta temporada en la que presentó una versión libre de “El lago de los cisnes”, de Graeme Murphy y “Cinderella” de Alexei Ratmansky. Las funciones se realizaron en el London Coliseum del 13 al 23 de julio.

Deja un comentario Por () | 28/07/2016

El London Coliseum acogió a The Australian Ballet con la creación de Graeme Murphy sobre el icono del ballet de “El lago de los cisnes”. Foto: Elliott Franks. Gentileza The Australian Ballet.

El London Coliseum acogió a The Australian Ballet con la creación de Graeme Murphy sobre el icono del ballet de “El lago de los cisnes”. Foto: Elliott Franks. Gentileza The Australian Ballet.

Ocho años después de su última gira por Gran Bretaña, el Australian Ballet retornó a la capital británica para ofrecer una pequeña temporada compuesta por la versión del “Swan Lake” de Graeme Murphy  (13-16 de julio) y “Cinderella” de Alexei Ratmansky (20-23 de julio). El London Coliseum acogió a la compañía australiana, dirigida por David McAllister, que apostó primeramente por la imaginativa versión de Graeme Murphy sobre el icono del ballet de “El lago de los cisnes” (1895). Nacida del encargo de McAllister a Murphy con motivo del 40º aniversario del Australian Ballet, este “Swan Lake” fue estrenado en Melbourne, el 17 de septiembre de 2002, y en Sydney, dos meses después, y pronto fue catapultado a la fama por enorme su éxito en las Antípodas.

La clave de su triunfo radica en un cambio sustancial en el argumento que, si bien no obvia los elementos esenciales, le dota a la historia de un significado completamente diferente. Ambientada en la época eduardiana (1901-1910), el “Swan Lake” de Murphy narra la historia de una joven e inocente doncella que, la víspera de sus esponsales, descubre que su futuro marido mantiene una relación con una aristócrata casada. Si bien el vestido escénico no posee tan kilométrica cola como el creado por David y Elizabeth Emanuel en 1981, el atuendo puede evocar con facilidad al traje nupcial de la desaparecida Diana de Gales, cuestión también subrayada por un ramo de novia en forma de cascada. Y he ahí el quid de la cuestión. El “Swan Lake” de Graeme Murphy  centra la historia en un triángulo amoroso que bien podría estar inspirado en la princesa Diana de Gales (Odette)- el príncipe Carlos de Inglaterra (Siegfried)- Camilla Parker Bowles (Baronesa Von Rothbart).

Dividida en cuatro actos y con una duración cercana a las tres horas, la producción del Australian Ballet realiza otros cambios sustanciales en la trama como la eliminación del personaje de Odile propiamente dicho, aunque su maldad inherente queda focalizada en la Baronesa Von Rothbart, la introducción de las danzas de carácter –concretamente, la danza húngara- en el primer acto, y la ubicación del celebérrimo lago habitado por ánades como aledaño al sanatorio en el que recluyen a Odette. Porque tras descubrir el engaño descarado de su ya marido en las celebraciones nupciales, Odette enloquece al son de los acordes del paso a dos del ‘Cisne Negro’ (Acto I), siendo internada de un centro de salud regentado por religiosas y situado junto a un enorme lago.

The Australian Ballet presentó en el London Coliseum una renovada versión de "El lago de los cisnes" con Amber Scott (Odette) y Adam Bull (Siegfried). Foto: Elliott Franks. Gentileza The Australian Ballet.

The Australian Ballet presentó en el London Coliseum una renovada versión de “El lago de los cisnes” con Amber Scott (Odette) y Adam Bull (Siegfried). Foto: Elliott Franks. Gentileza The Australian Ballet.

Perdida en un punto intermedio entre la locura y el ataque de celos, Odette se deja llevar por las ensoñaciones de los cisnes del lago. De esta manera, la segunda parte respeta en esencia el acto blanco en el lago, con la escena de los cuatro pequeños cisnes y el culminante pas de deux del ‘Cisne Blanco’. Muy interesante es el uso de una plataforma semi-inclinada haciendo las veces de lago, lo que genera bastantes e interesantes posibilidades en cuanto al empleo del espacio. Respecto al paso de dos del ‘Cisne Blanco’, la tendencia por el neoclasicismo estilístico de Graeme Murphy en toda su coreografía queda un poco deslucida por la acumulación insulsa de portés complejos y vistosos, pero propios de otros clásicos o de otros coreógrafos, como si quisiera unir en el dúo lo más espectacular del “Romeo y Julieta” de sir Kenneth MacMillan o del “Don Quijote” de Marius Petipa, por citar dos ejemplos.

El tercer acto podría denominarse la revancha, pues en la fiesta de la Baronesa Von Rothbart desembarca una exultante Odette que, por fin, logra hechizar a su marido, con el consabido ataque de ira de la pérfida aristócrata. A modo de epílogo, la última parte vuelve a situarse en el lago, al que regresa Odette, como dama reinante de la pléyade de ánades, estando ahora todas las intérpretes vestidas de negro, símbolo de que la inocencia ya se evaporó. Finalmente, cual Virginia Woolf, la protagonista se entrega a las aguas y perece engullida, ante la desesperación y atenta mirada del príncipe. Curiosamente, esta Odette reposa en el fondo de un lago, al igual que la princesa Diana está enterrada en la isla del Oval Lake de la finca familiar de los Spencer, en Althorp, condado de Lincolnshire.

Gran parte del peso de la trama recae en el personaje de Odette, por lo que la buena elección de la intérprete es esencial para sustentar la obra. En la última función londinense, el rol protagonista recayó en Leanne Stojmenov, Bailarina Principal del Australian Ballet desde 2011, quien encarnó con solvencia los vaivenes emocionales de Odette, dándole la réplica un correcto Kevin Jackson, también Principal de la compañía, en la piel del deseado príncipe Siegfried. El tercer vértice del triángulo amoroso es corporeizado por Ako Kondo en el papel de malvada amante y Baronesa Von Rothbart. El conjunto del Australian Ballet arropa adecuadamente al trío principal, denotando sus lazos en común con la escuela inglesa de ballet. La producción en global es lujosa y no escatima gastos en vestuario y escenografía, firmados por Kristian Fredrikson. La participación de la Orquesta del English National Opera, bajo la batuta de Janice Graham, redondeó aún más la velada.

Durante esta función, coincidieron en el patio de butacas del London Coliseum Dame Monica Mason, la ex directora artística de The Royal Ballet (2002-2012), y David McAllister, su homónimo en el Australian Ballet, quienes departieron junto a la plana mayor del conjunto australiano. Pese a problemas de verosimilitud en la trama, lo que en jerga cinematográfica sería un ‘Jumping the shark’ (Un salto del tiburón), el “Swan lake” de Graeme Murphy es una versión amena, original y entretenida, que ya obtuvo el prestigioso Premio Nacional a la Mejor Compañía Extranjera del Círculo de la Crítica (2005), en su primera presentación ante el público inglés. En esta ocasión, el patio de butacas del London Coliseum premió la labor del Australian Ballet -cuya primera gira británica tuvo lugar en 1965-, con gran parte del público en pie y alrededor de cinco minutos de aplausos, especialmente más cálidos para el trío protagonista, en el que sobresalió el buen hacer de la dama del lago.

 

 

 

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