American Ballet Theatre-"Sylvia"

Las ninfas de Diana Cazadora

“Sylvia” fue la penúltima obra de la temporada primavera-verano de la compañía dirigida por Kevin McKenzie. La cubana Xiomara Reyes compartió escenario con Herman Cornejo. En la obra de Sir. Frederick Ashton, Ivan Vasiliev cubrió el rol de Orion.

Deja un comentario Por () | 04/07/2013

Escena final de "Sylvia", en la producción del ABT en el Met de Nueva York, con Xiomara Reyes y Herman Cornejo. Foto: Rosalie O´Connor. Gentileza ABT.

Escena final de “Sylvia”, en la producción del ABT en el Met de Nueva York, con Xiomara Reyes y Herman Cornejo. Foto: Rosalie O´Connor. Gentileza ABT.

Paloma Herrera interpreta “Sylvia”. Para ver la crítica haga clic aquí

Todo llega a su fin, y así sucede cada año con la temporada primavera-verano del American Ballet Theatre (ABT) en el Lincoln Center de Nueva York, dirigido por Kevin McKenzie.

Las semanas finales de este año fueron dedicadas a dos personajes femeninos en el mundo de los mitos, las leyendas o los cuentos de hadas: “Sylvia”, sobre la deliciosa música de Leo Delibes, y “La Bella Durmiente”, con la exquisita y monumental partitura de Tchaikowsky. Hay poca similitud entre ambas. Una, procede de la mitología griega, y la otra, la princesa Aurora, surgió de la fértil imaginación de Charles Perrault. Las coreografías sirvieron para que el elenco de principales del ABT pudiera brillar a plenitud.

“Sylvia” está basada libremente en la leyenda pastoral de Ariosto (Aminta). La coreografía se remonta a 1876, creada para el Ballet de la Ópera de París. Su autor, Louis Merante, también aparecería en el rol titular, junto a la bailarina italiana Rita Sangalli. Posteriormente, otros coreógrafos hicieron sus propios trabajos sobre la misma historia y la música original. No obstante, la obra actual, que data de 1952,  fue estrenada en Londres por el Royal Ballet, con la bella coreografía de  Sir Frederick Ashton. El ABT, por su parte, estrenó esa versión en el Metropolitan del Lincoln Center de Nueva York, en 2005, con un solo intermedio entre los tres actos.

La historia narra como la casta ninfa Sylvia, miembro de las filas de Diana, la cazadora, viene de cazar, y ante la imagen de Eros, dios del amor, baila a plenitud con sus compañeras. Allí está escondido Aminta, quien la ama profundamente, pero Sylvia lo rechaza. Pronto Eros interviene, hiriendo a la ninfa con una flecha. Desde entonces, Sylvia comienza a sentir amor por Aminta, pero no todo continúa feliz y plácidamente: Orion, el cazador negro, está también enamorado de Sylvia, y la secuestra, llevándola a su isla.

La ninfa logra emborrachar al cazador y a su corte, y escapa con la ayuda de Eros, que la reúne con Aminta, cuando éste baila en el festival de Baco. Entre dioses y la alegría, surge Orion nuevamente, quien viene al templo de Diana en busca de Sylvia. La vengativa Diana, prohíbe a la desleal Sylvia (por haber roto su promesa de castidad) contraer matrimonio con el joven pastor, pero Eros interviene nuevamente en favor de los novios, y todo se soluciona favorablemente para la pareja.

El difícil y demandante rol de Sylvia, esa noche recayó en Xiomara Reyes. La personalidad dominante de la ninfa cazadora, cuyo carácter no concuerda con la suavidad que Reyes siempre muestra en escena. No obstante, su labor fue excelente, y se anotó otro bien ganado triunfo.

No podía haber mejor intérprete de Aminta que el aplaudido Herman Cornejo. Las actuaciones  de Cornejo esta temporada, han sido simplemente maravillosas. Ya el público lo ha situado entre sus favoritos. Como Aminta, Cornejo volvió a resplandecer, especialmente en el último acto, donde la límpida coreografía de Ashton, fue simplemente “bordada”, de acuerdo con la interpretación de Cornejo. La maravilla de los pasos,  y las encantadoras melodías de Delibes, fueron como disfrutar de un delicioso néctar.

El rol de Orion, aunque de poca monta, le tocó a Ivan Vasiliev, quien aprovechó cada minuto de los que apareció en la escena, para hacer alguna de sus incontables travesuras (saltos extraordinarios y giros a la velocidad de un trompo). Como Eros, Daniil Simkin completó el aplaudido elenco de roles principales de la noche.

Delibes, con su melodiosa composición, y Ashton, con su límpida y hermosa coreografía, resultan un binomio como pocos. La orquesta del ABT parecía estar inspirada esa noche por la belleza de la composición, bajo la experta dirección de Charles Barker.

 

 

 

 

 

 

 

 

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