Festival Internacional de Ballet de Cuba

Un final con buenos resultados

Desde el 28 de octubre al 7 de noviembre en La Habana, se realizó una nueva edición del festival que lleva 50 de existencia. Con bailarines extranjeros de 27 países, se estrenaron ocho coreografías, tres de ellas, de Alicia Alonso, directora general del festival y del BNC.

1 Comentario Por () | 28/11/2012

El Ballet de Biarritz presentó una coreografía del francés Thierry Malandain en el 23 Festival Internacional de Ballet de La Habana. Foto gentileza FIBLH.

Hacer un resumen panorámico valorativo de este mega festival de ballet, el más longevo del planeta con más de 50 años de existencia ininterrumpida, que transcurrió del 28 de octubre al 7 de noviembre en la capital cubana, es un verdadero reto para cualquier observador especializado.

Si mostramos la situación exhibida por el programa general de esta vigésima tercera edición del evento dancístico más importante y diverso del continente americano, podrán tener una percepción epidérmica de la labor titánica que realizamos cada día para cubrir todos los eventos, ya sea las representaciones desarrolladas en cuatro sedes principales, algunas distantes unas de otras y con espectáculos diarios tarde y noche en algunas de ellas.

Además de las presentaciones del Ballet Nacional de Cuba(BNC), las entregas por compañías foráneas llegaron a la cifra de diez, el número de bailarines extranjeros provenientes de 27 países de cuatro continentes alcanzó la cifra de 19. Se estrenaron mundialmente ocho coreografías (tres de ellas con autoría de la propia Alicia Alonso, directora general del festival y del BNC), igualmente fueron apreciadas 35 obras por primera vez en Cuba, también el número de coreógrafos invitados con los locales se equiparó a cuatro, el acompañamiento musical fue asegurado por tres orquestas sinfónicas y una de cámara, y bajo la batuta de 6 directores musicales, entre los cuales el insigne maestro australiano Richard Bonynge (invitado especial de la Alonso para conducir su desventurado estreno de una controvertida y experimental ópera-ballet “Acis y Galatea” de G. F. Haendel).

Clásicos y contemporáneos

“Giselle´, con dos brillantes bailarines en los roles protagonistas, Anette Delgado y Dani Hernández. Foto: Nancy Reyes.

Teniendo en cuenta el canon que primó para esta edición, a partir del lema escogido por Alicia Alonso: la tradición y los nuevos caminos, podemos aventurarnos a señalar que dos de las más notables producciones ofrecidas dentro del ámbito más clásico del género  fueron las de “Giselle´, con dos brillantes bailarines en los roles protagonistas, Anette Delgado y Dani Hernández – este último necesitado de un énfasis en los detalles histriónicos-,ambos apoyados por un cuerpo de baile femenino impecable en su desempeño, e igualmente lo fue la deslumbrante representación de “Coppélia”, con la virtuosa interpretación en el titular por la primera bailarina Viengsay Valdés, con una de las revelaciones del festival, el joven solista Osiel Gounod, quien seguramente pronto conquistará todos los matices necesarios para una cabal interpretación dramática de Franz.

Galas

Por supuesto que hubo varias “funciones de gala” con el objetivo expreso de rendir merecido  tributo a grandes personalidades  de la literatura, la danza y las artes plásticas que celebraban sus centenarios,  lo cual permitió admirar un diverso muestrario de obras nuevas y en reposición,  mayoritariamente dormidas en el repertorio pasivo del BNC (nuevas generaciones en la audiencia las desconocían, y ahora las valoraban con nuevas generaciones de bailarines). Entre las novedades, las menos, exhibieron atisbos de ir “por los nuevos caminos” (las nuevas tendencias que dominan esta manifestación en el mundo fueron las menos).

En general, las programaciones fueron desiguales en valías, no obstante resaltó alguna “perla rara”, como por ejemplo el dúo “Double Bounce” (Doble rebote) de Peter Quanz; o el “Tango Tonto” de Jimmy Gamonet para el Ballet de Cámara de Puerto Rico; “Muerte de Narciso” de Alicia Alonso, con la interpretación del italiano Luca Giaccio; o la breve pieza “Memorias” del bailarín cubano Miguel Altunaga, espectacular solo creado para un bailarín excepcional y polémico como es Carlos Acosta (hasta último momento  fue anunciada su presentación), y el “Tributo al arte del fútbol”, una “non-danse” ejecutada con agresiva comicidad por tres atléticos bailarines y una chica, del grupo noruego del coreógrafo Jo Stromgen, quien logró introducir  una escena de desnudos cuando los jugadores-bailarines van a las duchas al final de la pieza (algo nunca visto en un festival de ballet habanero). También destacaríamos la versión coreográfica del francés Thierry Malandain del “Amor Brujo” de Manuel de Falla para su Biarritz Ballet, una deslumbrante producción por la fisicalidad de sus bailarines y el inteligente diseño de luces y vestuario, y la producción cubana del ballet “Luminous”, que el canadiense Peter Quanz creara originalmente para el Ballet de Hong Kong, una espléndida interpretación por ocho bailarines del cuerpo de baile del BNC basada en la estructura tipo  ”La Ronde”, con tintes románticos y musicalmente eficaz.

Alicia Alonso subió a escena para homenajear a Ernesto Lecuona, acompañada por Lázaro Carreño y Jorge Vega. Foto: Nancy Reyes.

Dos de las mencionadas funciones de gala, siempre en el escenario de la Sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana, que mostró mayor coherencia en cuanto a los niveles de las piezas elegidas, fueron las dedicadas al centenario del célebre partenaire de Alonso en los 50 y 60 del pasado siglo, el ucraniano Ygor Youskévitch (con la presencia de su hija María, y de su reemplazante, el argentino Rodolfo Rodríguez, después 46 años de ausencia de este país). Detalle a mencionar, fue la sorpresiva aparición de la nonagenaria Alonso, “bailando” en su pieza homenaje al gran músico cubano Ernesto Lecuona,  en su centenario, “Vals de las mariposas”, junto a otras notables figuras de la danza cubana actualmente dedicadas a labores pedagógicas. Sin duda,  quedará en los anales de la danza como un acontecimiento controvertido,  antológico e histórico demostrativo del coraje y la audacia que posee la eximia prima “ballerina assoluta” del Caribe.

Memoria

Las otras funciones de gala organizadas para los centenarios de los artistas René Portocarrero y Mariano Rodríguez, el mencionado Lecuona y el dramaturgo Virgilio Piñera, adolecieron de desigualdades, incluso en los desempeños interpretativos. En cambio, fue relevante la soberbia  entrega de la música de Mussorgsky para el ballet “Cuadros en una exposición” de la Alonso, por la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro debido a la conducción experimentada de la maestra cubana Elena Herrera, quien se mantiene residente en el exterior invitada por varios teatros de ópera de Europa y de América del Sur. Estos programas resucitaron obras como el “Grand Pas de Quatre”(Pugni-Alonso), “Flora” (de Gustavo Herrera), “Tarde en la Siesta” (Lecuona-Alberto Méndez) , “Poema del fuego” (de Alberto Méndez y Scriabin, con una soberbia presencia de Javier Torres) y “Canto Vital” (Mahler-Plisétski), ahora bailados con nuevas generaciones de brillantes solistas. Aunque, para este cronista testigo de los parangones precedentes, no han superado los listones marcados por aquellos. Estas cuatro últimas obras necesitaban de la presencia de sus creadores, junto a los repositores del BNC, durante los ensayos.

Por otra parte, con el estreno de su  ”Contraconcierto”, Eduardo Blanco,  el más joven de los coreógrafos del BNC, decidió acometer una obra coral con los miembros masculinos más jóvenes y atléticos del cuerpo de baile , “jugando” con una sola bailarina en puntas , con el soporte de la maravillosa música del archiconocido concierto para piano y orquesta de Edward Grieg, procediendo a partir de una más seria concepción de la estructura musical y coreútica, al elegir un camino menos superficial exhibido en sus trabajos precedentes. Sin embargo, todavía adolece de una consistencia intelectual demostrativa del anhelado desarrollo hacia la madurez artística.

Seguimos, pues, en la espera de que aparezcan nuevos talentos locales en la creación de ballet que enriquezcan el repertorio del BNC, o que surja una posibilidad financiera que permita invitar a los más sobresalientes coreógrafos de la escena internacional a colmar las evidentes carencias en el repertorio de las compañías cubanas de ballet.

La tradición, del período más efervescente del siglo XX con la existencia de los Ballets Russes, estuvo bien representada, esta vez, con las reposiciones de “L´aprés midi d´un faune” de Nijinski, según la versión de Fokine, bien interpretada por el solista Alejandro Silva, bajo el cuidado de uno de sus excepcionales intérpretes, el italiano Toni Candeloro, e igualmente “El espectro de la rosa”, en un exultante debut  del solista Yanier Gómez (con la asesoría de María Youskétitch, primera obra que su padre bailó la noche fundacional del Ballet de Cuba, en 1948). Igualmente, “La fille mal gardée”, el ballet más antiguo en el repertorio del BNC, el cual lució una revisada producción, ejecutada con frescura y comicidad: ingredientes necesarios en la noche inaugural del festival.

De aquí y de allá

Nuevamente,  Alicia Alonso, en tanto que coreógrafa, nos sorprendió con una miniatura solística de audacias insospechadas, al utilizar como base literaria un poema olvidado y negado por su autor: Virgilio Piñera., como tributo a su centenerio.  Con “La destrucción del danzante” la Alonso se adentra en la metáfora plástica para evitar la traslación simplista del poema de este hiperbólico e irónico escritor cubano. Para ello eligió la desconstrucción y la fragmentación de las frases y encadenamientos de pasos del ballet para tal “destrucción”, y también supo elegir a un bailarín mulato de afinada y poderosa técnica con solo 22 años de edad, Osiel Gounod.

Entre las agrupaciones visitantes, como las francesas de Angeljn Preljocaj (con un memorable dúo femenino, “La Anunciación”, fragmento de una obra mayor) y de Thierry Malandain, otras lograron también conseguir el favor del público aficionado, como los conjuntos ad hoc aglutinados por el ex bailarín y  coreógrafo norteamericano Tom Gold, donde descollaron dos estelares solistas provenientes de la filas del New York City Ballet, Tiler Peck y Robert Fairchild, y el conjunto conformado por el bailarín cubano José Manuel Carreño, donde incluyó una constelación de bailarines miembros del ABT en su mayoría, provocando sonoras ovaciones en sus presentaciones sobre la escena del Teatro Mella, particularmente aquellos que desplegaron una alta dosis de técnica acrobática, sin caer en el mal gusto, con sus grandes saltos y múltiples giros, tales como el pequeño y elástico Daniel Ulbricht, de Paloma Herrera, Xiomara Reyes, Viengsay Valdés, Osiel Gounod, Carlos López, y así como el propio Carreño junto a su pareja Melanie Hamrick, por su elegancia y contención.

Españolísimo

La danza española se hizo sentir con fuerza en varios momentos, particularmente con las presentaciones de dos personalidades de gran poderío comunicativo, fuste y garbo como la consagrada Lola Greco y el  estelar joven Sergio Bernal. Igualmente lo fue  la cubana Irene Rodríguez, protagonista de plante e intensidad dramática en su premiada obra sobre la muerte de Federico García Lorca. Entre los clásicos, siempre en el teatro Karl Marx –el de mayor aforo de Cuba-, resultaron prometedores de un fulgurante ascenso los desempeños de Yanela Piñera,  Amaya Rodríguez  y  Gretel Morejon, aunque con carencias visibles en las aristas dramáticas.

No terminaré sin sugerir a los organizadores de futuras ediciones, no descuidar la curaduría (término utilizado en las muestras de las artes plásticas). Aplicando el método de la decantación con mayor exigencia, lo cual evitaría que lo mediocre apareciera en vecindad con los altos niveles artísticos. Así lograrían una mayor coherencia artística en los programas generales. Ciertos artistas, grupos o piezas pudieran ser presentados en eventos colaterales.

1 Comentario para Un final con buenos resultados

  1. 15/01/2013 at 3:21 pm | Permalink

    CUERPO – MAGICO
    DANZA OM TRI

    Desde los orígenes de los pueblos; la construcción del cuerpo mágico es una obsesión investigada por chamanes, sacerdotes, actores, bailarines, guerreros del mundo antiguo; los sistemas o técnicas del movimiento del cuerpo, depurado a lo largo de los tiempos en la búsqueda de un cuerpo mágico sensible, perceptivo, vehículo del alma que nos conduce a planos espirituales. Es el camino continuo; la búsqueda metafísica del poder natural del cuerpo.
    El cuerpo humano no solamente es un conjunto de sistemas biológicos, en el yace centros mágicos de poder espiritual; el hinduismo y algunas culturas del Asia los llaman chacras. En el cuerpo humano habita la divinidad escondida en sus interioridades esperando ser descubierta.
    Las técnicas propuestas a lo largo de los siglos para la construcción del cuerpo mágico son innumerables; nos acercamos a este conocimiento íntimo del cuerpo mediante la magia de la danza.
    El cuerpo es un territorio en constante transformación; no está definido ni acabado, cambia continuamente. Lo ideal es construir un cuerpo sensible, sano, fuerte, adaptable a los sutiles cambios del espíritu y la materia; esto se logra a través de un entrenamiento con técnicas especificas del cuerpo; en este caso buscamos un entrenamiento mediante técnicas definidas de la danza: ballet, moderno, yoga.
    La magia, lo mágico lo interpretamos como conocimiento sutil de las leyes naturales del cuerpo y el movimiento; este conocimiento nos ayuda a amplificar nuestra conciencia corporal para habitar dimensiones espirituales.
    La danza desde los orígenes es un instrumento mágico empleado por chamanes y culturas antiguas; conectarse mediante el trance producido por el movimiento con la divinidad, lograr esta comunicación trascendental con el espíritu del mundo de las cosas; nuestro ser se totaliza más allá del espacio tiempo y visita dimensiones espirituales que cotidianamente son inaccesibles.
    La técnica es un instrumento para lograr la conquista del cuerpo mágico; nuestra mente es el universo, la mente cuerpo es entonces el vehículo que nos conduce a la divinidad mediante sistemas de entrenamiento que une la conciencia individual con la conciencia universal.
    El movimiento en el cuerpo humano es un poder heredado por la esencia de la naturaleza de la vida; sin movimiento no existiríamos, si este movimiento se convierte en danza ocurre el milagro de lo mágico en el cuerpo.

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