El Premio Nacional de Danza de 2018 adapta el poema épico inacabado del cordobés Marco Anneo Lucano, nieto de Séneca, escrito en el siglo I. “Pharsalia” es la primera producción de gran formato de la Compañía Antonio Ruz, en coproducción con los Teatros del Canal, y llega en un momento relevante de su trayectoria con su estreno absoluto en la Sala Roja el 21, 22 y 23 de octubre.
Basada en el poema épico inacabado del escritor cordobés Marco Anneo Lucano, nieto de Séneca, Ruz ha concebido “Pharsalia” como un “canto antibelicista a la danza como arma de liberación y de energía salvadora”, en un tiempo en el que, de nuevo, la guerra, esta vez en Ucrania, se hace presente.
Como recuerda el propio Ruz, “la guerra nos acompaña desde el comienzo de las civilizaciones, está en la naturaleza humana el deseo y la ambición, lo que induce a la inseguridad colectiva y a la lucha. Es un proceso brutal y peligroso pero que forma parte de nuestra especie”.
No sabía entonces, cuando esbozaba las líneas de este proyecto a principios de 2021, que el conflicto bélico sorprendería al coreógrafo, Premio Nacional de Danza en 2018, en medio del proceso creativo. Había escogido una obra de un cordobés como él, pero que vivió en el siglo primero de nuestra era. Es el único texto que ha sobrevivido entre los que escribió Lucano hace más de veinte siglos, en cuyos diez cantos aborda la guerra civil entre Julio César y Pompeyo Magno.
De la dramaturgia de “Pharsalia” se ha encargado la actriz, bailarina, coreógrafa escénica Rosabel Huguet, quien ha concebido la obra en tres momentos: antes de la guerra, durante la guerra y tras la guerra, en los que plasma los sentimientos que suscita la contienda: del miedo al caos, de la amenaza a la anarquía, el exilio y la esperanza.
A partir de esta dramaturgia, el trabajo coreográfico de Ruz, según explicó, indaga en la idea de la guerra desde un enfoque alegórico, poniendo al cuerpo al servicio de conceptos cotidianos como el conflicto, la crisis, la resistencia, la tensión o la evasión.
“Pero el ser humano no se conforma con su estado de guerra -comentó-, y es ahí, cuando aparecen en escena los vestigios de la belleza, de nuestra esperanza. La violencia del mundo, el desasosiego y la constante lucha por la supervivencia, por un refugio ante la adversidad, se vuelven aquí una experiencia estética elevada y sublime”.
El coreógrafo cordobés ha querido plantear “una reflexión crítica y comprometida sobre la crueldad y la barbarie en la sociedad contemporánea. Un alegato a favor de la concordia, el respeto y la compasión”.
Con una propuesta escénica y de vestuario contundente y una creación musical original que viaja entre lo épico y lo electrónico, once intérpretes transitarán coreografías cargadas de violencia, sutileza y teatralidad lanzándose, con toda su fisicidad, a una fiesta del combate.
Una música envolvente compuesta por Aire y marcada por elementos electrónicos y acústicos, rodeará al espectador despertándole, según explica su autor, “sensaciones más propias de una película que de una pieza de danza”, con sonidos que evocan “una batalla, la muerte, la reconciliación, el éxtasis y la conexión espiritual”.
Un lenguaje singular
Al concederle a Antonio Ruz (Córdoba, 1976) en 2018 el Premio Nacional de Danza 2018 en la categoría de Creación, el jurado valoró especialmente su “lenguaje singular” como resultado de una amplia investigación personal. Ruz aterrizó en el Ballet del Gran Teatro de Ginebra en 2001, después de formarse en su Córdoba natal y en la Escuela de Víctor Ullate en Madrid.
Su etapa en el extranjero se consolidó en el Ballet de la Ópera de Lyon y en 2006 regresó a España para formar parte del elenco de bailarines de Nacho Duato en la Compañía Nacional de Danza. En la búsqueda de su propio universo creativo destacó especialmente su relación con la prestigiosa coreógrafa Sasha Waltz.
En 2009 Ruz fundó su propia compañía con un estilo característico abierto a las influencias internacionales, las preocupaciones de sus obras son eclécticas: filosóficas, humanísticas, psicológicas o simplemente musicales, todas se caracterizan por una poética que inunda sus movimientos.