Lazos y cruces
Ganar la beca Chevening y contar con el beneficio y el apoyo del Gobierno Británico para cursar una Maestría en el prestigioso Conservatorio Trinity Laban, ha sido una oportunidad excepcional devenida en experiencia transformadora y enriquecedora.
El nuevo escenario con los símbolos y códigos propios que identifican a Reino Unido como sociedad y país despertó en mí cierta introspección y la necesidad de indagar, analizar, comparar y cuestionar visiones, percepciones, reafirmaciones y entendimientos acerca de quién soy y de dónde vengo a nivel emocional y corpóreo.
Por tal motivo, las primeras impresiones de mi estancia en el Reino Unido pueden resumirse en una simple metáfora; “trasplantar una planta”. Sí…; Trasplantar, verbo transitivo-intransitivo; sacar una planta con sus
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de un lugar para plantarla en otro. (CHRP)
Por mi parte, nunca he trabajado con DCC de forma exclusiva debido al eclecticismo de mis intereses profesionales. Aún así, cuando me vinculé a compañías de Italia como Körper, Eko Dance o Balletto Teatro di Torino, me di cuenta como nunca antes de cuán presente estaba y está en mí el estilo de DCC y cuán distinto es de los que pueden encontrarse fuera de la Isla. Esto me ha generado el recurrente cuestionamiento de romper con el mismo asemejándome a lo que me rodea o convertirme en una entidad “exótica”. Y digo, “exótica” porque todavía en Europa es donde se colocan estos adjetivos sobre ciertas propuestas artísticas condicionando a los creadores y el mercado. (LDA)
El cuerpo en medio
Después de varios meses en Londres me siento todavía en medio de una metamorfosis kafkiana. Confronto con frecuencia mi yo individual; ahora desde una perspectiva del otro.
Viviendo en Cuba nunca sentí la necesidad de ser percibida y reconocida como parte de un contexto social; nunca fui “la otra”, por tanto, tampoco tenían lugar las obsesiones-fascinaciones que ahora ocupan mi mente en relación a temas como la identidad, la comunicación y el cuerpo; en especial, el cuerpo, que ha sido la vía, el puente, el instrumento principal en mi carrera. (CHRP)
El cuerpo siempre es el eje. Crear una coreografía de danza contemporánea hoy en día significa crear un tipo de movimiento, pues es lo que define a los coreógrafos. De ahí que casi la totalidad de los procesos de montaje comiencen con talleres de introducción al respecto.
El punto es que estando fuera de Cuba me ha sorprendido con frecuencia que muchos se refiriesen al “estilo” de los bailarines y coreógrafos cubanos, y que otros coreógrafos y bailarines no se cuestionasen la pertenencia a un estilo en base a su propia cultura o identidad. (LDA)
Yo nunca me concebí como la cubana “estereotipo”; quizás, todo lo contrario. Sin embargo, estando en Londres he reconocido en mí, patrones, comportamientos, gestos corporales que he debido dosificar, domesticar y hasta censurar.
He estado reflexionando sobre la complejidad del dialecto corporal, así como sobre la proxémica y el uso del espacio, lo paralingüístico y lo referente al tono de la voz, los acentos y, finalmente, el tacto.
Siento ahora que mi identidad corporal navega en estéticas, normas y composturas a través del conflicto y la conciliación, y negocia con símbolos foráneos y propios.
He percibido que en ocasiones envío signos que son inadecuados en este ambiente cultural, por lo que he debido modular mi tono de voz así como evitar reír a carcajadas, saludar con besos, despedirme con abrazos. He percibido, en resumen, que soy distinta y que si en Cuba me concebía como un cuerpo florecido, abierto, expandido, en Londres soy un cuerpo en contención.
Pero claro, en Cuba las relaciones son del todo particulares. Una conversación, por ejemplo, es una danza viva. El cubano es soberano en su lenguaje corporal, un performer versátil que más que narrar, describe con su cuerpo lo que cuenta con su voz. La gestualidad de nuestra Isla es irreprimible, arrolladora, excesiva y puede catapultar y hacer obvio desde los más nobles sentimientos de amor, fraternidad, calidez hasta el disentimiento o enfado.
Una plática entre cubanos es una danza que conecta individualidades e incluye en muchos casos body contact. Es una negociación un tanto invasiva de cuerpos que hablan e interactúan con miradas agudas y expresividades imponentes. Es también la base de nuestro estilo danzario. (CHRP)
Continúa: Parte III