Lourdes López a punto de lanzar la programación de la temporada 2019-2020 que comienza en Miami y luego sale de gira por el Este y el Oeste de los Estados Unidos. Foto gentileza MCB.
Ballerina y maestra, Lourdes López, por poco más de un lustro directora artística del Miami City Ballet (MCB), con sede en un icónico inmueble art déco de la ciudad de Miami Beach. Privilegiada discípula de Georges Balanchine, tenía apenas un año cuando llegó de Cuba a Miami con sus padres. Después de superar ciertas anomalías congénitas de sus pies logró ingresar –primero en la Joffrey School– y luego a los 14 años consiguió una beca en la afamada School of American Ballet. Por su esforzado rigor en su formación técnica, fue seleccionada para formar parte del cuerpo de baile del New York City Ballet.
Su distintiva musicalidad y su especial calidad de movimiento, combinadas con su personal glamur, fueron fundamentales para que el todopoderoso Mr B decidiera sus promociones sucesivas en los rangos del NYCB, hasta culminar en el anhelado puesto de “principal” en 1984, el cual desempeñó con éxitos de público y crítica, hasta decidir su retiro de la escena. El ejercicio de ballet mistress y el de directora, desde 2013, la han colmado de satisfacciones personales, mediante los logros artísticos alcanzados por el MCB.
Con una apretada agenda de clases, ensayos y montajes, y ante el comienzo de la temporada 2019-2020 el 18 de octubre con “Slaughter on Tenth Avenue” de Balanchine, la directora, optó por varias reposiciones y estrenos, así como dos grandes “war horses”: “Don Quijote” y “El cascanueces”.
Danzahoy: Para comenzar, ¿cuáles fueron tus criterios para la elección, estética y temática de las obras?
Lourdes López: En esta temporada solamente tenemos estrenos de dos creadores vivos, Justin Peck y Christopher Wheeldon, y la reposición de una pieza de Alexei Ratmansky. Ninguno de ellos pudo venir a Miami, pero los repositores autorizados han estado al frente de los montajes.
En cuanto a la primera cuestión, programo no por temáticas, doy prioridad a las piezas que resultan buenas para el enriquecimiento cultural y estético tanto del público como de los bailarines. Me importa mucho saber cómo se ha de sentir el público después de verlas. Es así como las combino, en busca de un equilibrio con lo clásico y lo contemporáneo. De las reposiciones, opino que mientras más las bailan mejor será la entrega. Deben bailarlas en ocasiones sucesivas cada dos o tres años, para que las incorporen mejor, particularmente en el plano de los estilos. Los grandes ballets del repertorio clásico, preferimos que los vean cada cuatro o cinco años. En esta ocasión, tenemos “Don Quijote”, en la versión que baila el American Ballet Theatre, y “El cascanueces”, por supuesto, hacemos la coreografía de Balanchine.
D: ¿Cómo se incorporan a la compañía los nuevos talentos surgidos recientemente?
LL: Ahora hemos llegado a contar con 53 bailarines, el número más grande que jamás hemos tenido. Esta vez tendremos al excelente bailarín cubano Carlos Quenedit, que interpretará Basilio en nuestro “Don Q” con la primera bailarina mexicana Katia Carranza. Por otra parte, la distinguida solista Nathalia Arjase estrena en el pas de deux “Pájaro de fuego” (Balanchine/Stravinsky). También cuento con dos chicos y dos chicas, muy jóvenes (de 19 ó 20 años) que, en dos semanas de ensayo conmigo han demostrado progresos evidentes y especial talento.
Una de las elegidas de George Balanchine en el NYCB, Lourdes López asumió la dirección del Miami City Ballet en 2013. Foto gentileza MCB.
D: ¿Y la selección de las obras que ya pueden considerarse clásicas?
LL: Consideramos mucho los permisos del Balanchine Trust, pues nos autorizan a bailar por primera vez piezas del repertorio del NYCB. Entre ellas el pas de deux “Pájaro de fuego” con nueva puesta en escena y vestuario, que solamente lo baila la agrupación neoyorkina. Igualmente, “I´m Old Fashioned”, un homenaje de Jerome Robbins a Fred Astaire, uno de los grandes bailarines de entonces. Nuestros solistas bailarán ante las estrellas del famoso filme de 1941, que se proyectarán en una gran pantalla a sus espaldas, Astaire y Rita Hayworth, con su glamur hollywoodense “irresistible y conmovedor”. El público tendrá reales motivos para salir eufórico del teatro.
D: ¿Cuáles son los estrenos elegidos?
LL: “Rodeo: Four Dances Episodes” es una recreación de Justin Peck que rinde homenaje a la coreógrafa norteamericana Agnes de Mille (con la que se hizo famosa), siempre con la música original de Aaron Copland, realizada para el NYCB será representada por vez primera fuera de su compañía de ballet. El pas de deux “This Bitter Earth” de Wheeldon sobre la música seductora de Max Richter con la voz en off de Dinah Washington, es un dúo muy hermoso pero muy triste, conmovedor.
D: Si bien no es un estreno, reponen “Symphonic Dances” (2012) de uno de los más afamados coreógrafos del momento, el ruso Ratmansky, que coincidentemente ofreció su obra “ConcertoDSCH” (de 2008) al Ballet Nacional de Cuba, obra que también bailó el Ballet del Teatro Mariinski en el Covent Garden de Londres en 2014.
LL: Me alegra mucho que el BNC tenga un ballet de Alexei (Ratmansky) en un futuro cercano. El que bailamos en nuestro conjunto siempre es muy bien recibido por el público, y aportó mucho a nuestro elenco.
D: ¿Cómo se manifiesta el público de Florida con relación al ballet, y particularmente en cuanto a los programas del MCB?
LL: Realmente la respuesta del público ha sido muy buena en los últimos años, buena venta de subscripciones y de taquilla. El nivel de asistencia ha sido alto, a Dios gracias. Hemos superado una precedente apatía.
D: ¿Cómo se desarrolla su relación profesional y personal con la nueva dupla que rige actualmente el NYCB?
LL: Puedo decirte que muy buena. Tanto con Jonathan (Stafford) que no conocía antes de mi retiro, como con Wendy (Whelan), pues fuimos amigas cuando bailamos juntas en el cuerpo de baile del NYCB. Ambos siguen siendo buenos colegas.
Lourdes López incluye en la programación del MCB clásicos de Balanchine, estrenos de Justin Peck y Christopher Wheeldon, y una reposición de Alexei Ratmansky. Foto gentileza MCB.
D: ¿Padece el MCB la carencia de nuevos talentos coreográficos, como se manifiesta en otras compañías de ballet? La programación de la nueva temporada está sostenida por nombres de gran reconocimiento…
LL: En cierta manera sí. Pero esto lo vamos paliando y superando con la participación de los estudiantes que participan en las escuelas de verano y de invierno. A la par, existe un taller coreográfico del cual han surgido dos jóvenes con promisores talentos coreográficos, que han creado piezas para los participantes de ambos cursos. Uno de ellos compone en la línea contemporánea y el otro (una chica) en la clásica… sin duda me parece muy clásica. En la temporada de 2020 le daremos oportunidad a un joven talento en lo contemporáneo, pues ha montado siete danzas muy creativas para los participantes.
D: ¿Cuál será su posición, en tanto que mentora de una institución estadounidense de ballet, con respecto a los cambios en la cúpula directriz del Ballet Nacional de Cuba?
LL: Me parece una elección positiva, es darle paso a generaciones más jóvenes. A Viengsay Valdés la he visto bailar de manera brillante, la he admirado por su baile. Estamos dispuestos a ayudarla en lo artístico y profesional. Para eso somos compañías homólogas como artistas de la danza y geográficamente vecinas.
D: ¿Cómo han programado las giras a corto plazo para 2019-2020, tanto locales como internacionales?
LL: Hasta ahora, nuestros planes de gira confirmados son los inmediatos: actuaremos en escenarios de varias ciudades del Sur de la Florida en 2019, aunque luego iremos a Washington DC, a California, y en 2020 a importantes ciudades de Canadá.
D: En 2020, en Cuba están preparando varias celebraciones para el centenario de Alicia Alonso, particularmente durante el bienal Festival Internacional de Ballet de La Habana, (octubre-noviembre). ¿Aceptaría una invitación para bailar en esas conmemoraciones?
LL: Espero que puedan celebrársele sus 100 años como ella se merece, y que esté mucho más tiempo entre nosotros. Y que sea posible estar presentes.
