"Little Dancer"-Crítica

Una historia que apunta al corazón

Hasta el 30 de noviembre sigue en el Eisenhower Theatre del Kennedy Center de DC, el musical producido por este centro cultural. Una obra que tiene a la danza como protagonista y revive el proceso creativo de Edgar Degas sobre su famosa escultura “La Petite Danseuse de Quatorze Ans”.

Deja un comentario Por () | 26/11/2014

Boyd Gaines como Edgar Degas, y Tiler Peck en el rol de la joven Marie von Goethem, en "Little Dancer", en el Kennedy Center. Foto: Paul Kolnik. Gentileza JFKC.

Boyd Gaines como Edgar Degas, y Tiler Peck en el rol de la joven Marie von Goethem, en “Little Dancer”, en el Kennedy Center. Foto: Paul Kolnik. Gentileza JFKC.

En el atelier de Edgard Degas sólo quedan un par de bocetos, arcilla, pinceles, pinturas que nunca salieron a la luz, y una caja de madera a punto de ser despachada. Marie van Goethem entra a ese lugar en busca de su pasado, atesorado en esa caja que esconde una pequeña escultura. Un pasado cargado de dolor, marginación, pobreza, frustraciones y violencia. Nada diferente al de la mayoría de las muchachas que no pertenecían a la aristocracia de la Francia de mediados del siglo XIX.

Ya adulta, Marie van Goethem, comienza a recordar espacios, colores, dolores, y pequeñas migajas de alegrías que quedaron plasmadas a través de las manos de Degas, en “La Petite Danseuse de Quatorze Ans”. Sobre esta escultura, la más famosa del artista, se construyó y recreó la trama de “Little Dancer”, el musical que tuvo su estreno mundial en el Eisenhower Theatre del Kennedy Center.

Una producción audaz y arriesgada por parte de la institución, que plasma, de una manera conmovedora, una suerte de ficción y realidad de una historia que permaneció incierta durante más de dos siglos.

Con libreto y canciones de uno de los ganadores de los premios Tony, Lynn Ahrens; música de otro ganador de los Tony, Stephen Flaherty, y dirección y coreografía de Susan Stroman, ganadora de cinco premios Tony, la obra transita por una atractiva secuencia narrativa que tiene como eje la danza. El vestuario, minucioso, cuidado y atractivo fue diseñado por William Ivey Long.

Y si bien “Little Dancer” carece de una canción fuerte y pegadiza (como todo musical que se precie), la obra apunta a una reflexión sobre el entorno social, la creación, las miserias humanas y las ilusiones. Conmovedora y atrapante en cuanto a su argumento, el primer acto, al que le sobran algunos minutos, se encarga de describir a los personajes y sus verdaderas circunstancias.

Imagen de "La Petite Danseuse de Quatorze Ans", interpretada por Tiler Peck en el Kennedy Center. Foto: Matthew Karas. Gentileza JFKC.

Imagen de “La Petite Danseuse de Quatorze Ans”, interpretada por Tiler Peck en el Kennedy Center. Foto: Matthew Karas. Gentileza JFKC.

La joven Marie, interpretada por Tiler Peck, primera bailarina del New York City Ballet, hace una suerte de contrapunto con Marie adulta, magníficamente compuesta por Rebecca Lucker. Una artista, cuya excelente voz y fuerza actoral llegan a tocar los intersticios más ocultos del alma. En tanto que Peck, con delicado encanto, permite descubrir no sólo a una bailarina sensible y formada técnicamente, sino también logra construir un personaje entrañable y fresco, que también es capaz de cantar y actuar.

Su dupla con Degas, Boyd Gaines, permite disparar el imaginario hacia aquellos años de 1880 en los que Degas comenzó a trabajar esa escultura que recién exhibió en 1881 ante el desconcierto de la sociedad entera. Desde la tragedia a la comedia, los dos personajes se ensamblan mágicamente y ayudan a construir una historia que fue largamente debatida.

La coreografía de Stroman es sencilla, sin pirotecnias ni efectos especiales, pero suficiente para mostrar, con cierta crudeza, la realidad de aquellas “Petits Rats” de la Ópera de París, cuya única salida era convertirse en “protegidas” de los aristócratas adinerados que visitaban las salas de ensayo de la compañía. Muchachas dispuestas a otorgar favores a cambio de una vida alejada de la miseria y la pobreza. Ser bailarina del Ballet de la Ópera de París, por entonces, era una puerta de escape para esas jóvenes sin futuro.

Hija de una lavandera alcohólica (Karen Ziemba) que apenas podía juntar el dinero para pagar la renta de una pequeña habitación, Marie lidiaba con su vocación, su pobreza y su desconsuelo. Ziemba, con vos potente y atractiva, construye un personaje absolutamente creíble y descarnado que conmueve con su despojada realidad.

Otra voz que sobresale es Jenny Power, como Antoinette van Goethem, hermana mayor de Marie, quien supo de las mieles de su protector, y también del amargo sabor de la caída.

Tiler Peck y el grupo de bailarinas de "Little Dancer". Foto: Paul Kolnik. Gentileza JFKC.

Tiler Peck y el grupo de bailarinas de “Little Dancer”. Foto: Paul Kolnik. Gentileza JFKC.

La escenografía de Beowulf Boritt, dinámica, y atractiva, permite, a través de paneles móviles, ir cambiando climas, escenas, situaciones. Ante este despliegue escénico se suma la acertada y cuidada iluminación de Ken Billington, y a las proyecciones de Benjamin Pearcy. Cada uno de estos elementos crean y recrean momentos y situaciones envolventes de una trama narrada con sencillez y profundidad. La Kennedy Center Opera House Orchestra, con dirección de Shawn Gough colaboró de manera excelente en este musical que, seguramente, trascenderá más allá de Broadway.

Una historia conmovedora, en la que el arte, la pasión y el amor son la clave de este viaje hacia el pasado y su contradictoria realidad.

 

Dejar un comentario