Flashdance, el musical-Crítica

Bailar tiene su precio

En el escenario del Eisenhower Theatre del Kennedy Center de DC, la obra recupera pasajes de la historia de una joven de 18 años que de día trabaja como soldadora en una fábrica de acero y por la noche es una stripper que aspira a ingresar en una prestigiosa academia de danzas.

Deja un comentario Por () | 28/12/2013

Jillian Mueller, como Alex Owens, en "Flashdanc, the musical" en el Kennedy Center de DC. Foto: Jeremy Daniel. Gentileza JFKC.

Jillian Mueller, como Alex Owens, en “Flashdance, the musical” en el Kennedy Center de DC. Foto: Jeremy Daniel. Gentileza JFKC.

Trasladar un film al escenario tiene sus bemoles, y no siempre logra escapar a las comparaciones. “Flashdance”, película que tuvo su momento de gloria cuando se estrenó en 1983, dirigida por Adrian Lyne y protagonizada por Jennifer Beals y Michael Nouri en los papeles principales, es una de esas memorables y difíciles de igualar.

Después de 30 años, “Flashdance-The musical” revive esta conmovedora historia con vibrante música y un despliegue coreográfico de gran intensidad. En el escenario del Eisenhower Theatre del Kennedy Center de DC, el musical pone en escena pasajes del periplo de Alex Owens, una joven de 18 años que de día trabaja como soldadora en una fábrica de acero de Pittsburgh y por la noche, es una stripper. No obstante, su mayor aspiración es ingresar en la prestigiosa academia de danzas Shipley para estudiar danza seriamente y convertirse en una bailarina clásica.

La estructura de la historia no es novedosa y tiene muchos lugares comunes con otras como “Billy Elliot”. Alex (Jillian Mueller), huérfana a los 10 años, quiere ingresar en el mundo del ballet. Su mentora, Hannah, magníficamente interpretada por Jo Ann Cunningham, es la que la impulsa a seguir peleando contra la adversidad para lograr su sueño. “Bailar significa pagar un precio”, le dice a la protagonista anunciando un camino de libertad, y también de sufrimiento.

Una versión más dramática de este musical se estrenó en 2008 en el teatro Royal Plymounth, en Devon, Inglaterra. Pero la producción que estará hasta el 19 de enero en el Kennedy Center es diferente y cuenta con dirección y coreografía del bailarín y coreógrafo colombiano Sergio Trujillo, también responsable de musicales como “Jersey Boys”, “Memphis” y “Addams Family”.

"Flashdance, the musical", estará de gira en los Estados Unidos durante 2014. Foto: Jeremy Daniel. Gentileza JFKC.

“Flashdance, the musical”, estará de gira en los Estados Unidos durante 2014. Foto: Jeremy Daniel. Gentileza JFKC.

La puesta de Trujillo, estrenada a principios de 2013 en Pittsburgh, ciudad donde se filmó la película y donde se sitúa el musical, rescata pasajes del film y se lanza con atractivas coreografías en las que se ven elementos de jazz, incipiente Hip-Hop, street dance, Contact, y también danza clásica.

Con sutileza, Trujillo logra momentos de intensidad y emoción en ciertas secuencias, tanto desde la actuación como en la interpretación de las canciones. Y consigue que aflore la ternura del personaje principal hasta límites conmovedores, en los que Mueller exhibe con naturalidad su talento como actriz, cantante y excelente bailarina.

La dupla de Mueller (“Memphis”) con un entrañable Corey Mach como Nick toca las fibras más profundas de la emoción. Mientras que sus compañeras del club de striptease apuntan comentarios agudos que incitan a la reflexión, y componen momentos a veces graciosos y otros dramáticos, con bailes exuberantes, capaces de quitar el aliento.

A la música de Robbie Roth sobre libro de Robert Cary y Tom Hedley –quien escribió el guión de la película–, se sumaron 16 temas musicales más, y no faltaron los inolvidables hits que hicieron famoso el film: “Flashdance – What a Feeling”, “Maniac”, “Gloria”, “Manhunt” y “I Love Rock & Roll”.

“Flashdance-The Musical” tiene la habilidad de mostrar vidas paralelas con fluidez y naturalidad, en la que cada personaje se convierte en protagonista. La puesta, dinámica y atractiva desde lo visual, con elementos de arte pop, luces estroboscópicas y paneles que se desplazan para generar distintos ámbitos, logra impactar desde diversos aspectos.

El vestuario de Paul Tazewell se acopla a la estética escenográfica creada por Klara Zieglerova que utiliza elementos simples para diseñar estructuras complejas. Mientras, desde el foso, la orquesta dirigida por Nicholas Williams, en teclado, suena como un arrebato de musicalidad y talento, al igual que las escenas de canto y baile grupales que hacen de este musical una obra para recordar.

 

 

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