“Menuda estupidez la guerra/ Qué has llegado a ser ahora/ Bajo esta lluvia de hierro/ De fuego de acero de sangre”, escribió el poeta francés Jaques Prevert en su libro de poemas “Palabras”, publicado en 1946 cuando ya la Segunda Guerra Mundial había terminado. Hoy, que el mundo vuelve al horror de la guerra, el United Ukrainian Ballet (Ballet ucraniano unido), levanta su estandarte de resistencia con una producción que hasta parece un “milagro”.
Mientras la invasión de Rusia a Ucrania empieza a transitar por su segundo año, los artistas ucranianos llevan su lucha simbólica desde la escena. Unidos por la tragedia, por el amor a su Patria y a la danza, estos 60 profesionales exiliados de los teatros nacionales de Kiev, Járkov y Odessa, entre otros, hicieron su debut en el Kennedy Center de Washington DC entre el 1 y el 5 de febrero.
Bajo la dirección artística de Igone de Jongh, el United Ukrainian Ballet tiene su sede en La Haya, en el edificio del antiguo Conservatorio Real, donde viven y trabajan gracias al apoyo de las empresas locales y del gobierno.
La compañía estrenó por primera vez en Estados Unidos la producción de “Giselle” del reconocido coreógrafo Alexei Ratmansky. Un clásico del repertorio y una obra emblemática en la historia del ballet romántico donde se funden elementos esenciales de la condición humana: el amor, la traición, el despecho, la muerte y la misericordia. Esta nueva interpretación de Ratmansky, creada especialmente para la compañía, tiene como invitados especiales a Christine Shevchenko, bailarina principal del American Ballet Theatre, y a Oleksii Tiutiunnyk, bailarín de la National Opera de Ucrania.
Durante 2022 la compañía llevó esta producción especial a varias ciudades holandesas, al London Coliseum Theatre, y contó con escenografía y vestuario del Birmingham Royal Ballet.
Ratmansky, revisitó “Giselle” para el Bolshói en 2019 y, de acuerdo con su investigación, trató de acercar esta tragedia a la versión original de 1841. El coreógrafo propone una visión delicada y fresca de esta campesina traicionada por Albert, un noble disfrazado.
Shevchenko, que protagonizó a Giselle en la noche del estreno, hizo una entrañable composición de la campesina, con magníficos equilibrios, delicados brazos y una intensa musicalidad. Conmovedora y etérea en el acto blanco. Mientras que Tiutiunnyk, en el role de Albert tuvo momentos de intensidad interpretativa, especialmente en el segundo acto cuando, arrepentido, visita la tumba de Giselle y se encuentra con las Willis.
Hilarion, el guardabosques (Sergei Kliachin) despechado que revela la traición de Albert y desencadena la tragedia es un bailarín sólido con buenos saltos y precisión.
El resto de la compañía muestra un cuerpo de baile ajustado y preciso que hace perfectamente creíble cada una de las situaciones del primer acto y permite crear los climas sugerentes para el desenlace.
Un segundo acto, magnífico, y emocionante, se desarrolla en un bosque que parece mágico a partir de la presencia de esas Willis. Coordinación y equilibrios perfectos es lo que caracteriza desde lo técnico. No obstante, esos bailarines no solo muestran precisión sino que dejan salir el duende del ballet hasta tocar el corazón del espectador. El redentor segundo acto se desarrolla junto a una tumba bañada en añil de medianoche.
Esculturales Willis -espíritus de novias traicionadas- acechan implacables a los intrusos. Giselle, protege a Albert de la condena de las Willis. Ambos bailan uno de los pas de deux más desafiantes del ballet. Ambos logran esa magia inevitable del amor, aún después de la muerte.
Cuando bajó el telón la sala explotó en aplausos. Los bailarines, envueltos en la bandera ucraniana, esperaron la llegada de Ratmansky, también con su bandera, y cantaron el himno de su patria. Imposible no emocionarse. Imposible no pensar en lo injusto de la guerra. Imposible no pensar en resistir hasta que vuelva la Paz.