Gabriela Alberti

Con la danza en el alma

Primera bailarina del Ballet Clásico Nacional dirigido por Iñaqui Urlezaga, maestra del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, teatro en el que interpretó los roles principales. Del 2 al 6 de diciembre protagoniza “Lago de los cisnes” en Parque Centenario, funciones con entrada gratuita.

Deja un comentario Por () | 02/12/2017

Gabriela Alberti e Iñaqui Urlezaga en “Lago de los cisnes”, obra que protagonizarán en el Parque Centenario con el Ballet Cl;asico Nacional. Foto gentileza BCN.

Gabriela Alberti e Iñaqui Urlezaga en “Lago de los cisnes”, obra que subirá a escena el Ballet Clásico Nacional en el Parque Centenario. Foto gentileza BCN.

Entrevista a Gabriela Alberti, primera bailarina del Ballet Clásico Nacional (BCN) dirigido por Iñaqui Urlezaga, maestra del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón (ISA), teatro en el que desarrolló su carrera como bailarina realizando los principales roles del repertorio clásico. Sus próximas funciones son del 2 al 6 de diciembre en Parque Centenario, donde la compañía presentará “Lago de los cisnes”, con entrada gratuita y libre para todo público.

A los 16 ingresó al cuerpo de baile del Teatro Colón por concurso. Desde entonces, durante la carrera de Alberti la municipalidad no volvió a abrir otro, para así hacer posible la movilidad del ballet. Los bailarines no pudieron legitimar lamentablemente entonces los roles que iban ocupando; tal es así que a la bailarina argentina la elegían para bailar en los papeles principales, pero figuraba como cuerpo de baile.

De esta manera, a punto de jubilarse, luego de 30 años como bailarina del ballet del Teatro Colón, se le presenta el problema que no lo puede hacer, conforme a la carrera que realizó. “Ahora tengo que jubilarme y quisiera hacerlo acorde a la carrera que realmente hice:tengo los programas, los videos, las críticas que acreditan que yo realicé una carrera como primera bailarina, entonces no corresponde que me jubile como cuerpo de baile”, expone.

El teatro ofrece a los bailarines también un recurso que se llama “retiro voluntario” pero en una de las cláusulas figura que quienes tomen este retiro no podrán ser contratados por este teatro por cinco años. Alberti desde hace también cinco, trabaja como maestra del ISA, puesto que califica de una “gran responsabilidad porque enseño a las próximas generaciones de bailarines”, dice. Una colega tomó ese retiro voluntario y como resultado trabajó gratis por casi dos años ―lamenta― hasta que le resolvieron la situación. “Si no son los bailarines del Teatro Colón que forman y trasmiten la tradición del ballet¿quién lo va a hacer?”, se pregunta conmovida.

Estilizada, de piernas kilométricas, con un cuerpo muy al estilo Vaganova, ni bien entró al ballet del Teatro Colón, coreógrafos nacionales e internacionales comenzaron a designarle los papeles principales. Su primer protagónico fue con Julio Bocca en “Bayadera”, quien luego la invitó para bailar en su ballet. EldarAliev, director del Ballet de Indianápolis cuando vino a reponer junto a Irina Kolpakova “La Sílfide”, la convocó a formar parte de su ballet en Estados Unidos. Asimismo el English National Ballet le ofreció una beca para estudiar en Inglaterra entre otras varias oportunidades que la bailarina tuvo gracias a su calidad artística.

A pesar de estas ofertas de partir al exterior, en el Teatro Colón estaba haciendo la carrera que ella tanto había soñado y trabajado. Le ofrecían protagonizar roles y hacer obras completas, lo que la motivaba para seguir, sentía que podía desplegarse allí como bailarina y artista. Así que esto, más los años de dedicación y formación en ese teatro, además del amor por el primer coliseo, hicieron que la bailarina decida quedarse. “La cuestión de bailar en el escenario de ese teatro es impagable; por el placer de bailar en el teatro Colón en el que estudié desde los 11 años y que tanta historia y tradición tiene quizás uno soporta injusticias (de tipo administrativas)”, reflexiona.

Cuando vio por primera vez bailar a Maya Plisetskaya “La muerte del Cisne” en televisión supo que era eso lo que quería hacer en la vida: ¡bailar! Enseguida, le dijo a su abuela que quería ser como esa bailarina que veía por la tele. Ante el deseo de la niña, su abuela le regaló unas alpargatitas para que diera sus primeros pasos. A los 11 entró a la escuela de ballet del Teatro Colón a donde durante la mañana estudiaba la carrera de danza y por la tarde, en el instituto privado de Gloria Kazda. “Yo aspiraba a bailar en el escenario del Teatro Colón y llegar a primera bailarina, era un disfrute diario, el deseo que me miren, elijan y poder bailar; cada vez la motivación era mayor y la entrega, más fuerte”.

Como bailarina del Teatro Colón pudo trabajar con maestros, repositores y coreógrafos de la escuela rusa de la que aprendió y siguió, “absorbí como esponja cada indicación de los maestros rusos porque me encantaba la manera de bailar rusa que siempre me pareció muy elegante y refinada. Los port de bras y las cabezas de la escuela rusa son distintivos”. Desde hace diez años conoce a Tatiana Fesenko, actual directora del ISA y ex bailarina del Kirov a donde estudió con Elena Shiripina. “Con ella profundicé muchos los roles blancos y admiro mucho sus brazos, sus manos, para mí son únicos”, se explaya.

Con el Ballet Clásico Nacional

La bailarina se siente agradecida de haber sido llamada para bailar en el Ballet Clásico Nacional (BCN) con el que presenta piezas como “La Traviata” (bailaron en octubre y noviembre con seis funciones en el Teatro Coliseo). “Yo creo que este ballet es una genialidad, Iñaqui es muy talentoso y le gusta crear; tuvo el coraje de tomar clásicos como el “Lago de los cisnes” o el “Cascanueces” y hacer sus propias versiones. No hay muchos que se dediquen a hacer ese tipo de trabajo”, dice entusiasmada.

En estos momentos mantiene su cuerpo con pilates además de su clase diaria de ballet, “doy gracias de poder seguir estando a mi edad en el escenario y que el cuerpo me responda”, dice. Desde hace cuatro años es primera bailarina del flamante BCN, creado en 2013 por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y que a partir de este año pasó a formar parte del Ministerio de Cultura. “La interpretación arriba del escenario es un placer que me brota, yo lo vivo al personaje, es una metamorfosis que se produce y todo fluye”, señala. Prepara los roles con mucha profundidad y dedicación, “para este rol (el de Violeta, en “La Traviata”) me preparé reparando en la letra de la ópera de Verdi y leí el libro, luego fui buscando al personaje en mí y con el traje, la escenografía, los primeros compases ya estaba metida íntegramente en el personaje. Ese día soy Violeta y no Gabriela”.

En una gira por España con el BCN en 2015 le sucedió algo increíble: los medios dieron la triste noticia del fallecimiento de Plisetskaya (su faro y por quien comenzó a bailar) y como imagen pusieron a la bailarina argentina bailando “La muerte del Cisne”. “No te puedo explicar cuando me di cuenta de que era yo, las lágrimas que me salieron. Es fuertísimo y esa noche yo tenía que bailar ‘La muerte del Cisne’, fue algo muy especial bailar esa pieza cerca de la que fue mi inspiración”.

En “La Traviata”, con coreografía de Iñaqui Urlezaga, Gabriela Alberti protagoniza a Violeta, la heroína de esta obra. Foto gentileza BCN.

En “La Traviata”, con coreografía de Iñaqui Urlezaga, Gabriela Alberti encarna a Violeta, la heroína de esta obra. Foto gentileza BCN.

Con Urlezaga tienen mucha química y espera seguir teniendo la posibilidad de continuar interpretando las creaciones de este “genial coreógrafo y creativo, de bailar también otros estilos y expresar con el cuerpo nuevos desafíos artísticos”.

La bailarina desea poder seguir buceando en las profundidades de la danza, que muchas veces, como el bailarín convencionalmente tiene una vida útil de 40 años, muchos deciden cortar definitivamente con la profesión. ¿Qué pasaría si aprovechando la experiencia, la capacidad de movimiento, con la técnica ya inmersa en el cuerpo y la memoria y los conocimientos, se experimentara y desarrollara variedades de piezas artísticas a partir de esta edad?

El caso de Baryshnikov es ejemplificador, él ofrece al público historias y piezas de danza-teatro de calidad para y desde un cuerpo de más de 40.Se contarían otras historias más reales y más allá de las edades acostumbradas de niñas de 15 años o jóvenes casaderas; pero esto es ¡otra historia!

Y como afirma Alberti, a partir de cierta edad ya pesa ponerse una coronita o un tutú y contar una historia de una niña porque la vida pide y está dispuesta a contar otras realidades.“Espero poder seguir expresando la música e interpretando siempre (con y para la danza)”.

“Desde que estoy con Iñaqui es un disfrute tras otro. Lo admiro como coreógrafo”.  Interpretar el rol de Violeta fue todo un desafío ―comenta― porque en el Colón había tenido la posibilidad de realizar todos los roles blancos y menos los de carácter y con una exigencia interpretativa mayor como puede ser Manon por ejemplo. Pero el ballet también presenta los clásicos con coreografía de Urlezaga, este caso el ballet se presentará en diciembre con el Lago de los Cisnes en el Parque Centenario de Buenos Aires. Esta obra encuentra a una Alberti íntegra, con un cuerpo esbelto, una técnica perfecta y una madurez que permite a su arte fluir y brindarse profundamente al personaje.

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