American Ballet Theatre

Celebran los 75 años con los pioneros

Dirigida por Kevin McKenzie, la compañía hizo su presentación anual en el Kennedy Center de DC con tres clásicos del repertorio: “Theme and Variations” de George Balanchine; “Pillar of Fire” de Anthony Tudor, y “Rodeo” de Agnes de Mille. Sigue con “La Cenicienta” hasta el 29 de marzo.

Deja un comentario Por () | 28/03/2015

 

Xiomara Reyes, como la "vaquera", en "Rodeo", de Agnes de Mille, presentado por el ABT en el Kennedy Center. Foto: Gene Schiavone. Gentileza: JFKC.

Xiomara Reyes, como la “vaquera”, en “Rodeo”, de Agnes de Mille, presentado por el ABT en el Kennedy Center. Foto: Gene Schiavone. Gentileza: JFKC.

En honor de su 75 aniversario, el American Ballet Theatre (ABT), dirigido por Kevin McKenzie, abrió su visita anual al Kennedy Center de DC con un trío de obras creadas durante su primera década por los coreógrafos principales asociados con la compañía en la década de 1940.

Las tres obras, “Theme and Variations” de George Balanchine; “Pillar of Fire” de Anthony Tudor, y “Rodeo” de Agnes de Mille, ofrecen un panorama atractivo de las tendencias dominantes en la danza teatral de la época en la que el ABT fue fundado. Y también, son una buena introducción al repertorio diverso que la compañía ha manteniendo como parte de su misión desde sus principios.

Isabella Boylston y Daniil Simkin bailan los papeles principales con una afabilidad notable, dando énfasis a la musicalidad inherente en la coreografía que Balanchine inventó para dar forma física a la composición de Tchaikovski en “Theme and Variations”.

La interpretación del New York City Ballet, que también mantiene la obra dentro de su repertorio, pone su enfoque en las substanciales demandas técnicas de la coreografía, resultando una obra de un virtuosismo deslumbrante. Sin faltar la rapidez y pureza que requiere su realización,  la interpretación de Boylston y Simkin hace más clara la intención de Balanchine de reinterpretar el mundo del ballet clásico para el público del siglo XX.  Casi podría visualizarse al coreógrafo sonriendo mientras estudia la partitura de Tchaikovski  para destilar todos los elementos de un ballet ruso imperial de tres horas en una versión condensada de 20 minutos para el acelerado mundo de posguerra de Nueva York.

“Pillar of Fire” uno de los ballets psicológicos de Tudor que fue vanguardistas en su época, comparte muchos puntos en común en forma y contenido con “La pavana del Moro”,  de José Limón, un clásico de la danza moderna que también forma parte del repertorio del ABT, junto con el ballet neoclásico de Balanchine que lo precedió.

La historia de la caída y la redención de una doncella “desflorada” ya no parece tan chocante sobre el escenario del ballet como lo fue en 1942.  A la vez, el marcado interés en expresar estados anímicos mediante el movimiento que Tudor compartió con sus colegas modernistas, ubica a la obra dentro de un marco histórico bien definido.  Por ser tan contemporáneo en la fecha de su creación, ya parece algo más antiguo en comparación con el neoclasicismo atemporal de Balanchine.

El hecho de que “Pillar of Fire” está firmemente enraizada dentro de un tiempo determinado, no invalida su lugar dentro del repertorio. Tudor representa fielmente la partitura de “Verklärte Nacht”, de Arnold Schoenberg, que marcó la trama de la obra. Aunque los resultados no son flamantes, consiguió crear unos momentos memorables sobre el escenario.  El solo de rechazo hecho por Stella Abrera en el papel de la solterona hermana mayor, y el culminante dueto del Hagar, danzado por Gillian Murphy y Alexandre Hammoudi –como el amigo– bajo la tenue luz de la luna, no necesitaban de una técnica llamativa para lograr sus efectos estéticos.

“Rodeo”, una danza escénica más bien que un ballet propiamente dicho, fue el gran éxito de la noche. Esta recepción se debe en gran parte a la irreprimiblemente cómica interpretación de Xiomara Reyes como la muchachota, un rol que de Mille desarrollo por sí misma. A pesar de los esfuerzos impresionantes en el solo de claqué hecho por James Whiteside como el cordelero que roba el corazón de la muchachota al final de la baile, Reyes dominó el escenario por completo.

Esta obra otorgó a de Mille la invitación para coreografiar “Oklahoma !”, la musical que cambió la forma en que la danza se integraba en el teatro y el cine. A pesar de que las formas de baile folclórico que proporcionan gran parte de la estructura coreográfica del ballet están desapareciendo, los medios masivos de comunicación han creado un público que está plenamente familiarizado con el idioma de de Mille. Junto con la partitura energética de Aaron Copland, que se ha incorporado dentro de la cultura popular de la nación de forma independiente, “Rodeo” ha ganado un lugar duradero dentro del repertorio, aunque es, al final de cuentas, una obra menor.

El programa de obras mixtas, del 24 y 25 de marzo, fue seguido por “La Cenicienta” con coreografía de Frederick Ashton y música de Sergei Prokofiev. En el Opera House, sigue hasta el 29 de marzo.

K. Mitchell Snow. Nació en Boulder City, Nevada, Estados Unidos, en 1956.  Escritor apasionado del arte y la cultura latinoamericanas, obtuvo su licenciatura en comunicación en el Brigham Young University en Provo, Utah. Sus ensayos han aparecido en las revistas Américas, Latin American Art y Art Nexus/Arte en Colombia entre otros.  Es autor de los libros “Trevor Southey: Reconciliation, Bailando lo real maravilloso”, y “Movimiento, ritmo y música, la biografía de la coreógrafa mexicana Gloria Contreras”.

 

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