Especial: Fernando Alonso I

Mi encuentro con Fernando

Reflexiones y recuerdos sobre la trayectoria del maestro, narrados por Patricia Aulestia. Una historia con toques personales en la que describe, a través de los hechos, la personalidad y la generosidad del maestro cubano que murió el 27 de julio a los 98 años, a causa de una neumonía.

Deja un comentario Por () | 30/07/2013

Fernando Alonso: en clase. Foto Archivo

Fernando Alonso: en clase. Foto Archivo

En Santiago de Chile, en 1953, Fernando Alonso, en una profética y valiente ponencia, enviada al Congreso Continental de la Cultura, celebrado en la capital chilena, y leída por el poeta Nicolás Guillén, aseveró: “El ballet empieza a enraizar en el pueblo, a extraer las esencias autónomas de las distintas nacionalidades, a matizarse de nuevos colores, a vigorizarse con nuevas corrientes y a ayudar al hombre medio y al hombre de abajo en su superación artística e intelectual. Ya el ballet no será nunca más arte de reyes o potentados sino arte de pueblo y para el pueblo, tal como lo exigen los nuevos tiempos. Por ello hemos de trabajar”.

Estas palabras difundidas profusamente en los medios culturales chilenos, nos entusiasmaron y esperamos anciosamente el regreso a Chile del Ballet de Alicia, el cual ya había realizado en 1948 una primera gira internacional a Latinoamérica.

Mi encuentro con el Ballet de Alicia Alonso, en 1954, me impresionó mucho. Pude percibir con intensidad la belleza incomparable de las coreografías clásicas y latinoamericanas producidas por artistas de gran profesionalismo. Mis pocas conversaciones con el maestro Alonso y la eximia artista, –quienes me distinguieron con sus consejos– me generaron la obsesión de estudiar danza seriamente.

Al triunfo de la Revolución cubana, nos ilusionamos con la reorganización del Ballet Nacional de Cuba, con su repertorio y sus impecables versiones coreográficas y seguimos con curiosidad la difusión de los grandes alcances del método pedagógico logrados bajo su cuidadosa dirección y que comenzó asombrar al mundo con las primeras generaciones de bailarines cubanos formados bajo su férrea observancia. Y así fue como Fernando creó lo que hoy conocemos como Escuela Cubana de Ballet y por ello es que siempre afirmó en todas partes: “El ballet cubano no lo hizo Alicia, ni Fernando, ni Alberto, lo hizo el pueblo cubano, es la forma de bailar de los cubanos”.

Durante nuestros múltiples encuentros internacionales profesionales, casi siempre acompañados por Alberto Alonso, ya en Varna, en Cuba o en México,  insistí en oir de ambos sus sabios y visionarios comentarios sobre el quehacer del ballet universal y de nuestro Continente.

Se ha dicho que “no se concibe una escuela a un estilo sin un pensamiento y una praxis que los sostenga”. Este es, entre otros, el legado de Fernando Alonso. Experiencia, enseñanza diaria y método, disciplina profesional y libre asimilación frente a todas las posibilidades del bailar han sido los elementos con los cuales el maestro Alonso ha galvanizado la conciencia artística del Ballet. Su trayectoria fue un hecho y siempre un punto de partida.

Otro de los grandes sueños del maestro Alonso consisitió en el de popularizar el ballet en Cuba, y esto lo logró plenamente, tanto, que como lo dijo en una película norteamericana filmada en la Isla, “Dance Cuba: Dreams of Flight”, puede estar orgulloso de haber cumplido con su deber.

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