Libro:“La Ballerine & El Comandante" Parte II

La era revolucionaria

La primera fuga fue en París, en 1966, donde 10 bailarines solicitaron asilo político. Entre estos estaba Lorenzo Monreal, ex marido de la hija única de los Alonso, Laura. Más tarde llegó la deserción de Jorge Esquivel, pareja artística de Alicia Alonso.

Deja un comentario Por () | 13/05/2013

Jorge Esquivel forma parte del grupo docente de la San Francisco Ballet School y es bailarín de carácter de la compañía. Foto: SFB. Archivo.

Viene de Algo más de una historia silenciada

Continuando con lo expuesto en el capítulo II, titulado “Rouge Ballet” (Ballet Rojo), aparece en él una carta firmada por Carlos Rafael Rodríguez, conocido miembro del partido comunista de Cuba, fechada en 1981, en la que comenta el viaje que la Alonso hizo a la entonces URSS en 1957/58, el cual, según opinión de Rodríguez, fue motivado por la simpatía que Alicia sentía ya por las doctrinas de Lenin.

Los conocimientos que la familia Alonso poseía de Unga desde tan lejana época, incluían su fortaleza de carácter. Sus ideas políticas, si alguna vez tuvo alguna, no las había exteriorizado aún. Lo principal en ella era lo que siempre ha sido y continúa siendo: su extremado “alicismo”. No se puede dudar que la bailarina y el Comandante sean almas gemelas. Terciando sobre ese viaje a la Unión Soviética, la Secretaría de Estado de los Estados Unidos siempre ha propiciado programas culturales como viajes, y tuvo mucho que hacer con la visita del matrimonio Alonso a la sede del comunismo, donde Alicia bailó en varias ciudades, con Fernando, alentándola en cada paso.

En el capítulo III, “Los beneficios de la revolución”, se detalla la propaganda a la que se avenía la compañía. Allí aparece un párrafo que cuenta minuciosamente los ballets de propaganda que se crearon en esa época (1965 a 1977, aproximadamente).

En “¿Territorio protegido?”, que ocupa el espacio del capítulo IV, Wirth incluye  un párrafo que la autora llama  “Alicia y la UMAP”, referente a las batallas que daba Alicia por los bailarines de la compañía, para evitar que fueran enviados a los llamados “campos de concentración”, establecidos por el régimen para “sanar” a la población cubana homosexual. De esto haber sucedido, la carrera de muchos de ellos habría tenido un triste final, perjudicando enormemente al BNC.

El capítulo V, “ Les annes fastes” o Los años de esplendor, señala que, a pesar de la importancia de la compañía, las incidencias de peticiones de asilo político iban en aumento, especialmente cada vez que salían en giras artísticas por el extranjero. Esto continúa y continuará sucediendo, mientras la assoluta se niegue a traspasar la batuta (la dirección de la compañía).

Comentando más ampliamente sobre las fugas, la primera sucedió en París, en 1966, donde 10 bailarines solicitaron asilo político. Entre estos estaba Lorenzo Monreal (ya fallecido), quien por un tiempo estuvo casado con la hija única de los Alonso, Laura. La pareja tuvo un hijo: Iván Monreal Alonso.

Los “Diez”, según el sobrenombre que identifica al grupo de bailarines exiliados, lograron conseguir el asilo en la capital francesa. La lista de disidentes continuó con Miguel Campanería, del que muy poco se ha hablado, quien pidió el asilo en Montreal, Canadá, en 1971, durante la primera gran gira artística que la compañía hizo a ese país.

La partida de Jorge Esquivel es comentada ampliamente en esta historia. Abandonar la compañía para luego asilarse, causó grandes penurias a la propia bailarina, ya que Esquivel había sido un dedicado compañero por largo tiempo. Precisamente en los años en que la assoluta ya comenzaba a mostrar decadencia física. Sobre esto, un bailarín amigo me explicó que no es fácil elevar un cuerpo declinante, que no presta ayuda al compañero con algún empuje de su parte.

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