Ballet de San Jose

El cuento cambia de lugar

Sigue hasta el 23 de diciembre el “Cascanueces” creado por el director de la compañía, Dennis Nahat. Las funciones se realizan en el San Jose Center for the Performing Arts, donde la decoración prepara a la audiencia para una experiencia particular, llena de sorpresas.

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Maximo Califano como Herr Drosselmeyer en el "Cascanueces" presentado por el San Jose Ballet en San José, California. Foto gentileza SJB..

El humilde perfil en que el Ballet de San Jose se ha mantenido, desapareció este otoño con la apertura de su presentación anual de “Cascanueces” que se presenta desde el 10 al 23 de diciembre en el San Jose Center for the Performing Arts de San José, California. Según soñaron Dennis Nahat y el ya fallecido Ian Horvath, la historia del “Cascanueces” a través de un cuarto de siglo, era un asunto europeo, que sucedía en medio de un mobiliario que le daba un clima frío y recargado, donde faltaba hospitalidad. Maximo Califano asumió el papel de Nahat como Drosselmeyer, con Rohni Mahler como Helga, la doncella a quien no se le escapa nada. El nombre de la familia es ahora Tannenbaum, Ruth Ann Namey una madre atractiva, mientras Junna Ige, María y Francisco Preciado, son los traviesos hijos.

El caos usual sucede antes que María buscara ansiosamente el muñeco cascanueces en el momento en que los invitados se preparan para marcharse. Los pequeños alumnos del Ballet San Jose toman los roles de los ratones, peleando con los hombres de la compañía, disfrazados de soldados de plomo (o de juguete). La movida escena muestra a María tomando la espada del Cascanueces, que yace vencido, para proporcionar un golpe mortal al Rey de los Ratones. Esta única versión de cómo se dispone del Rey, muestra lo que María promete ser en su adolescencia. Ramon Moreno, como Príncipe Alexis, emerge de la cabeza del Cascanueces para guiar al pequeño Ige en su viaje hacia el Salón Imperial del Trono en Moscú. En ruta hacia el lugar, ellos pasan a través de España, Arabia y China, antes de llegar a la puertas de Moscú, donde son recibidos por cuatro incondicionales.

Bailan pasos con trazas de danza española en España, reciben una pizca de misticismo oriental en la tierra árabe, y Alexis se une a los que vigilan la entrada a Moscú. Ige y Moreno estaban muy bien duplicados no sólo en tamaño, sino en su ligereza. Los grand-jetés de Moreno parecían dardos, como si fueran arrojados por una gran fuerza, mientras la forma en que Ige se estiraba, parecía cantar en su breve vuelo.

Alexis, reunido con Mamá y Papá, Jeremy Kovitch como el Zar Nicolai, Alexsandra Meijer como la Zarina Tatiana,  les cuenta la historia.  Mamá se alegra antes de marcharse apresuradamente para prepararse para el Gran Pas de Deux. Kovitch sostiene galantemente la línea clásica de Meijer, que es estropeada por la creencia de que mover o estirar la cabeza dará el toque final a lo que de otra manera hubiera resultado límpido.

En vez de flores o botones en la cabeza, el Vals del Acto II es bailado por parejas, las mujeres en trajes de satén blanco, con los hombres con corbatas y fracs negros, danzando afanosamente de lado a lado de la escena. Circulando a través del espacio, la compañía completó su compromiso con los dos o tres roles que eran obligatorios para la mayoría de los bailarines, logrados con gracia considerable.

Prince Alexis llevó a María de vuelta a la silla que estaba cerca del fuego de la chimenea, donde se habían encontrado por primera vez. Y allí fue descubierta por sus padres, y volvió a su cama. Mamá Tannenbaum pericibió el cambio de ropa, y miró a la repisa de la chimenea, desde donde el cascanueces le envió un saludo.

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