Cuenta la leyenda que la hija de un pastor adinerado llamada Saubade y Laorens, un joven pescador huérfano, se enamoraron profundamente con la férrea oposición de la familia de la protagonista de la historia. En la costa vascofrancesa, una gruta entre las playas de Anglet y el faro de Biarritz era el escenario para los encuentros de los jóvenes amantes. Un buen día, una tormenta hizo elevarse a gran velocidad el nivel del Golfo de Vizcaya y las olas arrastraron a los enamorados, quienes murieron ahogados. La historia de Saubade y Laorens se popularizó gracias a la obra “L’Hermite en Province” (1817) de Étienne de Jouy, quedando la cueva como un símbolo del amor, de donde toma el nombre de La Chambre d’Amour.
En el año 2000, esta leyenda sirvió de fuente de inspiración a Thierry Malandain para crear un ballet de temática vasca, un par de años después de haber sido nombrado director del recién creado Centro Coreográfico Nacional-Ballet Biarritz. Pensado como una gran carta de presentación ante su nuevo público, la ambición del proyecto incluyó la composición original del músico vascofrancés Peio Çabalette. Todo aquel despliegue en un momento en el que el Ballet Biarritz aspiraba a tener una presencia estable en el País Vasco se tradujo en un apoyo institucional de gran calado a ambos lados de la frontera natural del Bidasoa. En aquel momento, la apuesta no obtuvo el resultado esperado y “La Chambre d’Amour” sólo ofreció nueve funciones, lo que le empujó a Malandain a buscar títulos más comerciales.
Curiosamente, el próximo relevo de Thierry Malandain en la dirección del Ballet Biarritz ha vuelto a poner de actualidad esta obra creada con tanto ímpetu, ilusión y apoyo hace un cuarto de siglo. El coreógrafo normando ha decidido recuperar “La Chambre d’Amour” para su adiós de la compañía biarrota. Concebido originariamente como un ballet para 14 bailarines, parte del reto actual de Malandain ha consistido en adaptar su coreografía original para 22 intérpretes. Aparte del acomodo numérico, lo más interesante de revisitar una obra antigua como ésta reside en el hecho de que permite visualizar con nitidez la evolución de Thierry Malandain como coreógrafo: mientras que en el año 2000 aún estaba inmerso en una fase de definición de su estilo y por ello, en la pieza conviven con total naturalidad en la escritura coreográfica frases neoclásicas con otras más contemporáneas, posteriormente, se ha caracterizado por el estilo neoclásico y ha hecho bandera de ello.
A nivel temático, el argumento de la obra hilvana seis historias de amores -y desamores- mitológicos o literarios con desenlace trágico, en la misma línea que la leyenda de Saubade y Laorens. La Biblia (Adán y Eva; Caín y Abel), las obras de Shakespeare (Otelo y Desdémona; Romeo y Julieta), “La Eneida” de Virgilio (Dido y Eneas) o la mitología clásica (Orfeo y Eurídice) proporcionan las parejas de personajes para escenificar el pecado original, el primer fratricidio de la historia, los celos, el amor trágico, la traición y la duda. A ellos añade un capítulo adicional con aire vasco protagonizado por los seres mitológicos Ura y Ederra. Viéndolo con la perspectiva que da el paso del tiempo, “La Chambre d’Amour” avanza algunas líneas temáticas que fueron posteriormente desarrolladas en sucesivas obras de Malandain como “Creation” / “Les Créatures” (2003) -espectáculo que se estrenó con el primer título y luego fue rebautizado con el segundo- y “Lucifer” (2011), producciones en las que incide en los episodios de Adán y Eva y en el fratricidio de Caín sobre Abel, y “Romeo y Julieta” (2010).
En el plano de la interpretación, la comparación de las versiones de 2000 y de 2025 también deja conclusiones diferentes. Probablemente más vitales, imprecisos y con un cierto aire de ingenuidad -aunque el tiempo difumina el contorno de sus actuaciones-, gracias al trabajo de los catorce miembros del Ballet Biarritz de principios del siglo XXI se pusieron los cimientos para la actual compañía profesional. El momento ilusionante de poner en pie una compañía poco tiene que ver con la estabilidad de los componentes del ahora denominado Malandain Ballet Biarritz y esto hace que el calado de sus interpretaciones sea diferente. Con mucha inteligencia, Thierry Malandain ha sabido distribuir los roles de los siete cuadros escénicos para destacar las cualidades de sus bailarines actuales, una plantilla que aúna juventud con experiencia, ejerciendo de pareja fetiche en esta producción los veteranos Hugo Layer y Allegra Vianello en la piel de las duplas de Adán y Eva-Ura y Ederra. Aunque los dúos están depurados, donde mejor mano demuestra el coreógrafo es en los movimientos corales, lo que también se ha convertido en una de las señas de identidad de su trabajo.
Esta producción ha sido la única que ha contado con música original a lo largo de la dilatada carrera creativa de Malandain. La partitura de Peio Çabalette combina los sonidos de la abrupta naturaleza del Cantábrico con su lluvia ligera o sirimiri y su embravecido mar con otros más metálicos, resultando, en ocasiones, no muy confortable para el oído del espectador. La escenografía de Jorge Gallardo mantiene la postal cantábrica aderezada con algunas piedras lunares en tonos plateados y la nueva iluminación de François Menou potencia la paleta de los grises y sepias, para evocar tiempos de antaño.
Thierry Malandain podía haber escogido para despedirse su programa más exitoso, “Homenaje a los Ballets Rusos” (2001), compuesto por sus lecturas sobre las piezas “Pulcinella”, “L’Après-midi d’un faune”, “La mort du cygne” y “Bolero”, o su obra más personal construida con los retazos de sus recuerdos infantiles, “Magifique” (2009), pero ha optado por lo que a priori fue un traspié con escaso número de funciones, “La Chambre d’Amour” (2000). Las razones de esa elección son todo un misterio que sólo se pueden llegar a intuir: desde un deseo de resarcirse del tropezón hasta el sentimiento nostálgico de cerrar un círculo que le transporta a un tiempo de juventud. En cualquier caso, convertido en toda una institución para la localidad vascofrancesa de Biarritz, Thierry Malandain afronta su última temporada al frente del Ballet Biarritz y el prólogo de su adiós materializado en la nueva versión de “La Chambre d’Amour” consiguió una cálida ovación de más de cinco minutos en la Gare du Midi durante la inauguración de la trigésima quinta edición del festival Le Temps d’Aimer la Danse.