Los dos personajes de “Magnificar”, Claudia Vicuña y Alejandro Cáceres, se instalan en un espacio que se convierte en el campo de batalla de las emociones.

La Compañía VicuñaCáceres declara que se ha dedicado desarrollar una visión crítica de la creación coreográfica y de la conducta humana. Y lo hacen desde el desmenuzamiento y la exaltación de los gestos y las acciones cotidianas.

Tomando como personajes a los componentes de una pareja de clase media y situándola en su casa, los llevan desde un cálido inicio a un progresivo deterioro.

“Magnificar”, con la dirección e interpretación de Claudia Vicuña y Alejandro Cáceres tiene el asesoramiento de Francisco Alsina, y cuenta con el diseño integral es de Tatiana Pimentel y Catalina Hevia, la composición musical es de José Miguel Candela, y la realización escenográfica de Rodrigo Iturra.

La obra que se presentó en la Sala Arrau del Teatro Municipal de Santiago, fue un proyecto financiado por Fondart 2008, del Gobierno de Chile.

Los dos personajes de “Magnificar” se instalan en un espacio entendido como refugio, nido, realización se convierte en el campo de batalla de las emociones. La repetición de las tareas y las conductas. La angustia llevada al máximo, a su límite. Ese límite encerrado en los cuerpos de cada uno. El ahogo actuado, “magnificado”.

La pareja exigida al extremo. El choque de las individualidades y el manejo de los pequeños poderes que encierran el gran miedo a quedarse solo.

La manipulación de los objetos cotidianos con la carga de energía contenida después de miles de repeticiones. Mesa, sillas, platos, música, cocina, aspiradora, todo cambiando de lugar, trasladado de un sitio a otro, pero siempre con significado, nunca porque sí.

En una escenografía que abarca todo el ancho de la escena, cuatro puertas se abren y cierran para entrar y salir de los distintos cuartos de la “casa”. S vislumbra la cocina, la sala, el dormitorio y una cuarta puerta que permanece cerrada hasta casi el final.

Ellos defienden sus pequeños poderes, agrandan sus desasosiegos, y en un crescendo de ansiedad se exigen corporalmente, y a la vez inquietan al espectador.

Ellos tienen dos cuerpos exquisitos, maduros en su capacidad expresiva y en su entrenamiento. Asombran con su precisión y con lo minucioso de sus movimientos. El control que manejan, en situaciones que podrían desbordarse los hace parecer cirujanos en una complicada intervención.

Nuevamente como en sus obras anteriores (Contenedor y PAF!) hacen un trabajo meticuloso y a la vez apasionado.

Comenta este artículo

Puedes ser el primero en dejar un comentario.