En el Ballet de Tucumán los estudiantes avanzados hoy prefieren emigrar en busca de mejores oportunidades.

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En 1990, se modificó el Plan de Estudios de la Escuela de Danza y se creó la Escuela Superior de Educación Artística (ESEA). El proyecto original, impulsado por Alicia Cruzado, entre otros, contemplaba la unificación de dos instituciones de formación artística locales: la Escuela de Danza y el Conservatorio Provincial de Música. El plan incorporaba el nivel secundario y las especialidades artísticas en danza o música, y la oferta gratuita se ampliaba hacia otros sectores sociales. Finalmente el Conservatorio Provincial de Música se retiró del proyecto, y hasta la actualidad conservó su autonomía.

En la misma infraestructura edilicia compartieron, hasta iniciado el nuevo milenio, ambas instituciones: Escuela de Danza y ESEA, con diferentes objetivos y titulaciones.

En este período asumió como directora de la Escuela de Danza Susana Cruzado, hermana de Alicia Cruzado. En la vicedirección continuó Mónica Michal. En tanto que, en la Dirección de la ESEA estuvo inicialmente María Josefina Nieva, en la vicedirección del área Danza, Estela Cerezo y en el área música, María Elisa de Driemel.

Actualmente se encuentra en vigencia el TAP que concede un título de Técnico Profesional con orientación en Danza o Música. Prescribió la carrera de nivel terciario, de formación docente en la especialidad Danza Clásica.

A partir de los ’90, la afluencia de alumnos disminuyó en el área danza. De 60 ó 70 ingresantes anuales a la ESEA (secundario), menos de un 10 por ciento cursa la especialidad danza clásica, la mayor parte de ellos se inclina por el área música. Aproximadamente tres alumnas promedio se gradúan anualmente como Técnico Profesional en Danza.

Actualmente la ESEA no configura el único semillero del Ballet Estable Oficial. Las Instituciones Privadas locales aportan jóvenes bailarines al Ballet Estable de Tucumán.

La crisis emanada de los relatos refiere a falencias organizativas, metodologías obsoletas, generalizada falta de actualización y de coherencia interna. Falta de espacios para la práctica escénica determinó que un alto porcentaje de egresadas de las décadas de los ’80 y ’90 abandonara la danza para dedicarse a otras profesiones en procura de una mayor realización futura. Se denuncian conflictivas relaciones humanas, tanto entre los docentes, como entre docentes y alumnos. La mayoría de los entrevistados expresaron su disconformidad con los resultados de la formación técnica y artística, y con la apatía y desconocimiento social y político reinante.

Los relatos revelan también avidez y demanda genuina de que Tucumán recupere una institución pública y gratuita, que garantice una formación de calidad: en contenidos, metodología, idoneidad docente y administrativa, infraestructura.

La danza hoy

Una tarea pendiente: asumir la necesidad de repensar la determinación de un perfil del docente en danza clásica, para cada nivel de la currícula. Y la construcción de un perfil de ingresantes a la carrera, en cohesión con un perfil predeterminado de egresados.

La confrontación entre el período actual y el de los comienzos de la Escuela, da cuenta de una inercia en las gestiones signadas por el individualismo, en contraposición con el idealismo y la ejecutividad de los primeros tiempos.

Las demandas actuales fueron ignoradas hasta el momento y los cambios tan esperados por los alumnos, padres y algunos docentes no se incluyeron aún en las agendas de los funcionarios responsables.

Los discursos políticos que promueven espacios para la diversidad y pluralidad fueron definitivamente reemplazados por las leyes del “mercado y el consumo masivo”. En ese sentido, gran parte de la generación de los ’80 y ’90, formados en danza clásica, vio truncados sus sueños y realización artística.

Las actividades artísticas que no están incluidas en el “mercado cultural” son postergadas por aquellas que, sin importar la calidad, garanticen el consumo masivo y produzcan los beneficios económicos o políticos esperados.

La crisis de la formación académica repercutió con posterioridad, en el ámbito profesional artístico. El Ballet tucumano, considerado segunda compañía oficial del país entre los ’70 y ‘80, después del Ballet del Teatro Colón de Buenos Aires, actualmente no configura el “espacio anhelado” por los estudiantes avanzados, prefieren emigrar en procura de mejores condiciones y mayores garantías de desarrollo profesional.

La crisis

Algunos factores que incidieron en esta crisis fueron:

• Disminución de presupuestos para el área.
• Apatía, desinterés, falta de voluntad e idoneidad políticas para el desarrollo y mejoramiento del campo artístico profesional.
• Menor recambio de directores, maestros o coreógrafos foráneos, contratados para trabajar con la compañía anualmente.
• Bajos ingresos para los artistas. Disminución de la planta original de bailarines del elenco por renuncias o jubilaciones. Éxodo de bailarines, especialmente del sexo masculino.
• Reducción de espectáculos anuales. De 100 funciones anuales, se bajó a un promedio anual de entre 20 y 30 funciones en los ’90.
• Relativa aplicación de la ley provincial Nº 5.840 de los Cuerpos Artísticos de la Provincia de Tucumán, cuyo cumplimiento es supeditado a la voluntad e intereses de los funcionarios políticos de turno. Ley creada para resguardar la dignidad artística laboral de los artistas locales y la continuidad de la actividad en el medio, como patrimonio cultural tucumano.

Quienes condujeron las instituciones públicas Escuela y Ballet, a partir de los ’80, se constituyeron en testigos pasivos de la agonía de las mismas, cómplices y corresponsables del deterioro de la calidad académica y profesional de la danza clásica tucumana.

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