XXI Festival de danza en paisajes urbanos

Isabel Bustos, directora de la compañía Retazos, presentó “Andares” en el XXI Festival internacional de danza en paisajes urbanos: Habana Vieja, ciudad en movimiento. Foto: Hector Yoel Drago. Gentileza HYD.

Como cada año en abril, mundialmente el mes de la danza, para honrar la memoria de ese grande de la escena francesa, George Noverre, múltiples eventos relacionados con el género se realizaron en la capital del país y otras ciudades importantes del archipiélago cubano. La Oficina del Historiador de la Habana y la compañía danza-teatro Retazos acometieron, contra viento y marea, sin amilanarse por la falta de recursos, la celebración de la edición 21 de su macro festival internacional: Habana Vieja, ciudad en movimiento. Un encuentro que casi siempre, en la medida de lo posible, se vincula con el entorno arquitectónico, museológico o social-comunitario del paisaje urbano del Centro Histórico de la capital cubana, y que este año se realizó entre el 6 y el 10 de abril.

Paralelamente, se desarrolló la programación general del XI Festival internacional de videodanza, bajo la denominación globalizante DVDanza, movimiento y ciudad, que incluyó una variada muestra de documentales producidos en Argentina, Cuba y Ecuador. La muestra de alrededor de 70 materiales provenientes de 15 países y seis de Cuba, en formato DVD, fueron exhibidos en cuatro espacios del Centro Histórico, que hubo de extenderse fuera de sus perímetros hacia el Gran teatro de La Habana Alicia Alonso y a la Fábrica de Arte Cubano (FAC), un novedoso proyecto cultural alternativo y pluridisciplinario en la barriada de El Vedado. En la sala Polivalente del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales se efectuó el estreno mundial de “El Paso” (2016) de Ricardo Rodríguez (Cuba), ganador del Premio Tecnologías-QueDanzan 2015.

En este festival callejero participaron artistas provenientes de más 20 países del mundo, en una buena proporción sin duda de Latinoamérica y el Caribe. La delegación más numerosa fue la mexicana, y la cubana, sobrepasó la treintena, pues solo de la capital estuvieron en sus calles más de 20 artistas, entre profesionales y estudiantes de danza o ballet.

Como es tradición en estos festivales de la Habana Vieja, la coreógrafa Isabel Bustos, premio nacional de danza, alma y locomotora de los mismos, presentó una creación bailada por su conjunto Retazos. Siempre en la calle de madera de la Plaza de Armas, que tiene como telón de fondo el magnífico palacio de los capitanes generales, expresión icónica del barroco colonial cubano del siglo XVIII. Esta vez la obra estrenada fue “Andares”, una obra coral de danza-teatro que es una aproximación a la cultura cubana de una manera diferente. Como pinceladas empero que evitan caer en todo pintoresquismo a ultranza, en el folclorismo: allí desfilan “deidades, ceremonias y ritos”, entremezclándose para recrear “personajes típicos de la identidad cubana”, señala Bustos.

Estuvo apoyada en su producción por un buen diseño de luces por Stephan Bolliger ,y una banda sonora “ad hoc” de gran diversidad rítmica y tímbrica lograda por su inteligente selección. En la clausura, el pasado 21 de abril, Bustos eligió para el mismo espacio una repetición de los mejores momentos de esta pieza.

El Boletín “El callejero” de efímera aparición diaria, con la publicación de entrevistas a los artistas participantes nos entregó una panorámica real de lo vivido. Por ejemplo, el funcionario de la cultura argentino Gerardo Agudo, expresaba que “las sensaciones vividas por estos días le recordaban ciertas concepciones de la filósofa Hannah Arendt, para quien: todo concepto de igualdad y libertad política relaciona al ciudadano con el espacio público, que es el lugar para aparecer, mostrarse a los demás, revelarse y rebelarse para construir identidad”.

Por su parte, otro participante cubano, Alejandro Chang, comenta que este festival “suelta sus amarras y se lanza al mundo. Se desprende de esta villa para volcarse en cada foráneo y viajar con él, desplazarse a cualquier rincón del mundo y abrazar costumbres, sentimientos y dolores. Nos trae nuevas experiencias y amigos. Nos permite desenmascarar al desconocido y hacerlo nuestro, adherirlo a esta tierra que si que sabe de amigos”.

El enriquecimiento cultural no se limitó a las presentaciones, puesto que d manera colateral podíamos asistir a talleres y conferencias impartidas por expertos invitados, locales o extranjeros, como fue el caso particularmente exótico de la japonesa Mari Sano, quien ha vivido varios años en México, Argentina y España; y desde 2006 imparte clases de Kendo Básico en Argentina, igualmente lo llevó a Ecuador. En Cuba, por primera vez, nos trajo el Taller “Colibrí-kendo básico”, creado a partir de la danza como complemento artístico, sin olvidar otros elementos no-físicos de la cultura japonesa como el origami y el idioma. El Kendo es una antigua disciplina tradicional de los antiguos guerreros japoneses, explica, el cual es ya parte de la Educación Física en Japón durante la escuela secundaria. En cuanto al colibrí, nos revela que es “para ella” un símbolo de creatividad, de libertad y de amistad, es el único animal que puede volar hacia atrás, y en esta isla caribeña es la especie más pequeña, de ahí “la unión de las dos palabras que hacen referencia a Cuba y Japón”, por ello su espectáculo se titula “Danza del Colibrí”, ejecutando como soporte musical un instrumento andino: el auténtico charango.

Una multitud donde se confundían alborozados locales y turistas curiosos, que bailaron por las vetustas calles habaneras con un ardor latino (en cubano diríamos “arrollaron”), detrás de las legiones del Ballet folclórico de Camaguey (en su aniversario 25), lidereado por su laureado director Reynaldo Echemendía, habitual presencia en estos festivales.