Ballet Nacional de Cuba

“Carmen” despierta de su letargo

Final de temporada con tres obras en un acto. “Las Sílfides”, de Michel Fokine y “Celeste”, de Annabelle López Ochoa, acompañaron al plato fuerte del programa: la reposición de la pieza creada por Alberto Alonso para Maya Plisétskaya, que estuvo ausente durante doce años en el repertorio.

2 Comentarios Por () | 15/07/2015

 Viengsay Valdés, una de las tres bailarinas que interpretó "Carmen", enfatizó los perfiles eróticos del personaje. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

Viengsay Valdés, una de las tres bailarinas que interpretó “Carmen”, enfatizó los perfiles eróticos del personaje. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

El ballet “Carmen” del malogrado coreógrafo cubano Alberto Alonso –que fue estrenado por la prima ballerina rusa Maya Plisétskaya en 1967 y al final de ese mismo año, en La Habana, por la eximia Alicia Alonso–, cuenta con dos versiones coreográficas, una para cada una de las mencionadas divas, por exigencia lógica de la segunda. Razonablemente, el personaje creado por el francés Próspero Merimée para su novela homónima, requiere ser encarnado por intérpretes poseedores de peculiares fenotipos y caracteres idiosincráticos acusados. Además, la transferencia de la literatura a la danza clásica –sin abandonar ciertos tópicos etno–folclóricos empero eludiendo caer en pintoresquismos–, exigía un serio estudio por el experimentado coreógrafo, con el objetivo de incorporarla a su escritura coréutica para tan diferentes artistas y escuelas de ballet: una eslava y la otra latino–caribeña.

Cada una supo marcar sus improntas, tan altas cimas que llegaron a polarizar a los públicos de las variadas regiones donde bailaron esta pieza en un acto. Plisétskaya cargaba su Carmen, según su particular punto de vista, en el aspecto histriónico punteado con un toque de rudeza gestual, matizándolo para no caer en la sobreactuación. En cambio, la Alonso desplegaba en su Carmen el virtuosismo técnico de sus inimitables puntas,  los giros veloces y los interminables equilibrios, acentuando sus evidentes dotes de sensualidad y seducción pasional, a la vez que eludía la vulgaridad.

Pasaron varios lustros para que la creadora del rol y directora general del Ballet Nacional de Cuba –a pesar que no lo volvió a bailar más–, para que designara a otra intérprete en el desempeño de este papel. Esto ocurrió localmente una sola vez, por dos de las calificadas como “cuatro joyas” del ballet cubano.

Ahora, en junio de 2015, después de un prolongado letargo de doce años, se pudo admirar esta “suite” resucitada por una nueva generación de talentosos bailarines. Los referentes icónicos se han ido desdibujando en la memoria de los asiduos aficionados al ballet que peinan canas. Otra generación intermedia, de excelentes bailarines de ambos sexos, nunca pudo confrontarse en esta obra, tal vez la más audaz, creativa y paradigmática, del exiliado hermano del maestro Fernando Alonso, Alberto Alonso. Al menos, ha quedado la memoria fílmica de la última memorable entrega de la Alonso, junto con un notable elenco entre los cuales Azari Plisétski, Jorge Esquivel y Josefina Méndez.

En 2015

La bailarina Sadaise Arencibia debutó en el protagónico de "Carmen", obra creada por Alberto Alonso. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

La bailarina Sadaise Arencibia debutó en el protagónico de “Carmen”, obra creada por Alberto Alonso en 1967 para Maya Plisétskaya. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

En el presente, sobre la escena temporal de la Sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba y con música enlatada, los distintivos y esforzados desempeños de tres elencos debutantes revivieron esta “Carmen”. Tres primeras bailarinas alternaron el rol titular en la cinco funciones programadas para este desbordado coliseo habanero.

Los intérpretes de los otros cuatro personajes todavía están distantes de los perfiles definitorios de los mismos, así como del peculiar estilo expresado aquí por el coreógrafo. Solamente el joven Víctor Estévez (Don José) logró un mayor acercamiento estilístico-gestual, al parecer por la ayuda fortuita y desinteresada de Sonia Calero, viuda de Alberto Alonso, durante un festival foráneo. El debut de Alfredo Ibáñez, como Escamillo, sugiere prometedores futuros empeños en el mismo.

Hacer juicios de valor definitorios sobre las entregas realizadas por las tres primeras bailarinas, a partir de una función única, es un ejercicio profesional del crítico muy arriesgado, y este ha sido el caso. Admirable la interpretación singular de Viengsay Valdés, enfatizando los perfiles más eróticos de esta seductora arrabalera y siempre con su poderosa técnica. Luego, una sensual y apasionada Anette Delgado, que elude un tanto los ataques rudos de las gitanerías del personaje litigioso. Por último, el positivamente sorprendente debut de Sadaise Arencibia, quien bordó el personaje con su espléndida línea clásica, sin intimidarse por la gestualidad particular del papel, empero eludiendo caer en clisés baratos. Una próxima oportunidad en esta aventura entregará el resultado esperado por sus admiradores. ¿Por qué imponerles a todas las Cármenes el mismo modelo de peluca, que fue ajustada para su creadora, con  tipo de cabeza y óvalo facial diferente?

Indiscutiblemente, esta magistral creación de la coreografía neoclásica cubana muestra una puesta en escena minimalista como ámbito eficaz para el desarrollo dramático de este quinteto trágico, que cuenta con el beneficio de una suite musical tímbrica compuesta por el ruso Rodión Schedrín, a partir de las conocidas partituras originales de George Bizet para su ópera homónima y de L´Arlesienne.
Alicia Alonso y el equipo artístico–técnico que la apoya puede anotarse un tanto a favor al concebir este programa de concierto, al elegir las otras dos obras que acompañaron este plato fuerte de las cinco jornadas.

Versión cubana de "Las Sílfides", conocida también   como "Chopiniana", de Michael Fokine, integró el rpograma de fin de temporada del BNC. Foto; Nancy Reyes. Gentileza NR.

Versión cubana de “Las Sílfides”, conocida también como “Chopiniana”, de Michael Fokine, integró el rpograma de fin de temporada del BNC. Foto; Nancy Reyes. Gentileza NR.

Un clásico y un hit

Como apertura, “Las sílfides”, de Michel Fokine sobre la admirable música de Frederick Chopin, con los valses, preludios y mazurcas orquestados por Aleander Glazunov y los figurines de A. Benois para el vestuario y la escenografía. Esta versión cubana, conocida también como “Chopiniana”, hasta hoy está considerada la más próxima al original neoromántico de principios de la pasada centuria. Hay que tener en cuenta que Alicia y Fernando Alonso trabajaron “la obra directamente con Fokine”, de acuerdo con la versión definitiva revisada por el coreógrafo poco antes de su muerte.

En general, los bailables de los solistas, así como los del bisoño cuerpo de baile –que en ocasiones precedentes arrancó aplausos–, resultaron aceptables. Hubo revelaciones entre los jóvenes relevos (en estos últimos meses las varias deserciones sorprendieron a los regisseurs), igualmente hubo fuste, aplomo y estilo en Anette Delgado, Grettel Morejón, Sadaise Arencibia y Aymara Vasallo. El difícil único papel masculino, el poeta, cuyo desempeño va más allá del virtuosismo técnico, está centrado en el control muscular y la voluntad de estilo, cómo lograr el equilibrio entre lirismo y virilidad, esto se ve solamente en el primer bailarín Dani Hernández.

Dos reproches para la producción de esta joya de Fokine: la evidente usura del vestuario y la escenografía, que pide a gritos su renovación; el segundo, va a la pésima grabación empleada, por su ejecución y su pobre alta fidelidad sonora.

"Celeste", de  la coreógrafa colombo-belga Annabelle López Ochoa, fue uno de los más aplaudidos estrenos del BNC en el último  festival de ballet de La Habana. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

“Celeste”, de la coreógrafa colombo-belga Annabelle López Ochoa, fue uno de los más aplaudidos estrenos del BNC en el último festival de ballet de La Habana. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

El divertisement de aires contemporáneos, ”Celeste”, de la joven coreógrafa colombo–belga Annabelle López Ochoa, es uno de los más aplaudidos estrenos del BNC en el último festival de ballet de La Habana y, en esta ocasión, siempre con los elencos elegidos por la autora, se colocó en sándwich con los otros dos títulos. Esta pieza, en poco más de media hora, deslumbra por la inteligente destreza de López Ochoa en el hilvanado estructural de los cuerpos, inspirada en la música del brillante y gustado “Concierto en re para violín y orquesta” de P.I. Tchaikovsky.

Los guiños a Fortsythe y Kilián se revelan como tributos gestuales a estos maestros, tanto en las cargadas como en los diseños espaciales.  Con el desempeño técnico de las tres dúctiles siluetas de las bailarinas solistas, arropadas por cinco parejas enfundadas en unitardos azul turquesa, según los figurines de la holandesa Dieweke van Reij, Valdés, Morejón, Jessie Domínguez, Estheysis Menéndez o Dayesi Torriente,  el éxito estaba asegurado.

El poco entusiasmo (o etamina) de los danzantes, apreciado en el resultado general de las tres funciones ha compulsado a transcribir aquí una cita medular de la gran Anna Pavlova, de la que se celebra el centenario de su debut en Cuba: “Nadie pudo llegar a la cima armado sólo de talento. Dios da el talento; el trabajo transforma el talento en genio”.

2 Comentarios para “Carmen” despierta de su letargo

  1. 24/09/2015 at 12:33 pm | Permalink

    Creo que despues de Alicia Alonso,la mejor Carmen hubiera sido la excelente exbailarina Marta Garcia pero como todos sabemos nunca le dieron la oportunidad de bailarlo y muchos nos quedamos con los deseos de ver esa puesta en escena.

  2. Villalón's Gravatar Villalón
    16/07/2015 at 7:03 am | Permalink

    Pero este hombre está loco, por pura causalidad estaba por Cuba y pude ver a las tres primeras bailarinas de la actualidad del Ballet nacional de Cuba interpretando esa joya de Alberto Alonso que es el ballet Carmen, que hasta este momento continúa siendo una pieza en posesión total de Alicia Alonso, las tres mencionadas primeras bailarinas fueron, Viengsay Valdés, Anette Delgado y Sadaise Arencibia, sin la menor duda está última a él le gustará mucho, no obstante, fue la inferior del trío en todos los sentidos, fría e inexpresiva como un tempano de hielo, asimismo, con enormes dificultades técnicas y falta absoluta de musicalidad, casi dio la sensación de ser sorda. En cuanto a Valdés, remachó bastante todo el tiempo a su ya conocida Kitri y Carmen está muy lejos de ser Don Quijote, tampoco por obligación hay que interpretarla tan vulgar. Delgado demasiado refinada, es cierto que es sensual y con una poderosa técnica que gustaría mucho aquí en New York, sin embargo, también se pareció más a la princesa Aurora que una gitana arrabalera, demasiado marcada e influida por su ya famosa Giselle. En fin, que remedio, ojeemos a Martínez y vean los videos que pondré, estos finalmente son los que hablan.

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