Matthew Bourne-New Adventures

Cisnes viriles copan la escena

La libérrima versión de “El lago de los cisnes” creada por Matthew Bourne está próxima a celebrar dos décadas. Multitud de premios, teatros llenos y el público enloquecido avalan esta producción, que repitió éxito en el londinense Sadler’s Wells Theatre.

3 Comentarios Por () | 13/02/2014

Una pléyade de cisnes masculinos es la mayor originalidad y aportación de Matthew Bourne al clásico "El lago de los cisnes". Foto gentileza del Sadler's Wells Theatre.

Una pléyade de cisnes masculinos es la mayor originalidad y aportación de Matthew Bourne al clásico “El lago de los cisnes”. Foto gentileza del Sadler’s Wells Theatre.

Original, divertida y, sobre todo, poco ortodoxa son los adjetivos aplicables a la personal versión de “Swan Lake”, creada por Matthew Bourne y estrenada con grandísimo éxito en el Sadler’s Wells Theatre de Londres en 1995, lugar en el que se repuso por enésima vez. Dos décadas después, conseguir una localidad es toda una aventura y es que la obra sigue levantando pasiones allá donde se programe. Bourne realiza una lectura muy poco convencional a partir de la historia de “El lago de los cisnes” (1895): el rol dual de Odette/Odile es interpretado por un hombre, amén de que la pléyade de cisnes está compuesta por un elenco masculino.

Pero además de todas las lecturas homoeróticas fácilmente predicables del “Swan Lake”, Bourne centra el argumento en el ansia de libertad de un Príncipe pusilánime, agobiado por la etiqueta y el boato y ninguneado por el carácter frío como un témpano de la Reina. Con una duración de dos horas y media, el espectáculo reinterpreta con más o menos libertad los cuatro actos del libreto original. La música en directo de la genial partitura de Tchaikovsky engrandece aún más un montaje que, en ocasiones, podría parecer un musical sin canciones.

El trío básico sustentador de esta libérrima versión de Matthew Bourne se compone por el Príncipe (Liam Mower), el Cisne/el Extraño (Jonathan Ollivier) y la Reina (Saranne Curtain). En la época romántica, un cisne era una metáfora de aquello imposible. En ese planteamiento psicológico, se intuye que la visión en sueños de ánades por el Príncipe refleja su angustia vital, su soledad y deseo de afecto.

Aburrido de los actos protocolarios y sin posibilidad de obtener el menor gesto de cariño de su madre, el Príncipe comienza una relación con una mujer de diferente condición social, que provoca algunos de los momentos más hilarantes de la obra, sobre todo, en la escena de la Familia Real en el palco de honor cuando acude precisamente a un ballet. Pero, en realidad, sus ansias emergen en el acto segundo, con el encuentro con el Cisne, sin duda, el fragmento más acorde con el argumento y planteamiento coreográfico del original de Marius Petipa/Lev Ivanov.

En el tercer acto, siguiendo la tradición secular, el Cisne interpreta a su sosias: el maligno hijo de Von Rothbart. El clímax se produce con el encontronazo entre ambos y el disparo fortuito que acaba con la vida de la Novia (Kerry Biggin). Recluido en una institución mental, el Príncipe vuelve a soñar con la manada de ánades. Atrapado por la locura, fallece consiguiendo así unirse a su amado Cisne.

La coreografía de Matthew Bourne posee una fuerte raíz clásica, pero su estilo es eminentemente contemporáneo. Incluso, en ocasiones, podría decirse que hay unos ciertos toques de jazz. Además del viraje argumental, también es muy destacable el sentido del humor que imbuye a toda la producción: desde la sátira a la monarquía en multitud de pequeños detalles, hasta la esperpéntica novia o la parodia del clásico en ese pseudoballet de mariposas al que acude la Familia Real. Muchas veces se tiende a considerar esta producción masculina, lo cual no es 100% cierto. La mujer está presente, pero en roles caricaturescos (Novia), serviles (servicio) o como ejemplo de férrea autoridad (Reina).

Por ello, el peso principal de la obra recae en los hombres pero sobre todo y con carácter de contrapunto, en el apocado príncipe y en el seductor/magnético Cisne e hijo de Rothbart. Especialmente destacadas son las escenas de paso a dos entre ellos bien como Cisne Blanco o como Cisne Negro, en la contraposición de dos estilos de bailar, más varonil o más afectada. También muy loable es el acto segundo con toda la pléyade de cisnes bailando con geométrica simetría. En general, el elenco masculino  de New Adventures demostró un mejor nivel que el femenino.

Para la cultura popular, este “Swan Lake” es fácilmente reconocible por ser la última escena del filme “Billy Elliot” (2000), hecho que quizás contribuyó a catapultar aún más la fama de la obra. Durante su largo recorrido escénico, la producción de Matthew Bourne se ha alzado con multitud de distinciones como tres Premios Tony (1999), un Premio Lawrence Olivier (1996), un Premio Astaire (1999), Premio de la Crítica de Los Ángeles (1997). Y con casi veinte años a sus espaldas, hay que admitir que el público continúa llenando las salas en las que se programa. De hecho, el Sadler’s Wells de Londres estuvo abarrotado en los dos meses de su reposición. Y lo más interesante, la obra sigue teniendo la frescura, sentido del humor e irreverencia intactos. Esto se traduce en una ovación de más de cinco minutos con el público en pie. Si el espectador quiere pasar un buen rato, reírse a mandíbula batiente, disfrutar de la danza sin ortodoxia y ver una producción cuidada al milímetro y bien rodada-amortizada, ésta es la pieza. Algo tendrá el agua cuando la bendicen.

 

1 Comentario para Cisnes viriles copan la escena

  1. manouchehr- farahani's Gravatar manouchehr- farahani
    17/02/2014 at 2:34 pm | Permalink

    me gusta , y me interesa saber mas de eso y si puedo también aprender lo . muchas gracias . gran abrazo .

  1. By on 17/02/2015 at 11:50 am
  2. By on 14/02/2014 at 10:50 am

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