Escuela de Danza de la Ópera de París-Crítica

En honor del monarca bailarín

El 17 y 18 de abril subieron a la escena de la Ópera Garnier varios espectáculos. El programa del 18 incluyó: el estreno de “D’ores et déjà”, “La nuit de Walpurgis”, “Aunis”, que se incorporó al repertorio de la Escuela, y “Péchés de jeunesse” de Jean-Guillaume Bart.

Deja un comentario Por () | 21/04/2013

"Péchés de jeunesse", de Jean-Guillaume Bart, en la Ópera Garnier de París, el 18 de abril. Foto: Francette Levieux. Gentileza ONP.

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En el marco de las celebraciones por el tricentenario de la escuela francesa, creada por Louis XIV en 1713, el 17 y 18 de abril subieron a la escena de la Ópera Garnier espectáculos de la Escuela de Danza. El programa del 18 incluyó: el estreno de “D’ores et déjà” de Béatrice Massin y Nicolas Paul; “La nuit de Walpurgis” de Claude Bessy sobre Léo Staats; “Aunis” de Jacques Garnier, en incorporación al repertorio de la Escuela; y “Péchés de jeunesse” de Jean-Guillaume Bart.

Lo antiguo

La coreógrafa “barroca” (declinada en lo contemporáneo) Béatrice Massin y el coreógrafo Nicolas Paul (“sujet” en el Ballet de la Ópera, y organista), se unieron en el estreno de “D’ores et déjà”, con extractos de las “Indes Galantes” (1735) de Jean-Philippe Rameau. Nicolas Paul ya había interpretado en 2004 “Bach Suite-2” que Francine Lancelot creó 20 años antes para Rudolf Nureyev.

Lo cierto es que es una pieza fascinante, para una suerte de solista y 17 más (todos muchachos, para subrayar que en tiempos del Rey Sol la danza era un asunto esencialmente masculino), quienes durante media hora se invierten  en un estilo “mixto” entre lo barroco, la danza contemporánea, y lo clásico.

Como escenografía, un marco de cuadro, barroco por supuesto, alude al diálogo con el pasado.

Del vocabulario barroco: las posiciones (“quebrados”) de las manos, las glissades, la marcha, los ornamentos en el trabajo de los pies, en los batidos, sobre el cou-de-pied. Ahora bien, se contorsionan, en el piso o no. Es decir, ahí aparece lo contemporáneo. Es un trabajo interesante de imbricación (en la misma frase, en ocasiones) de la “belle danse” con lo contemporáneo.

Daría la impresión de que esa es la escritura, sobre todo, de Béatrice Massin: cómo el movimiento “barroco” se transforma en un lenguaje “actual”. La faena de Nicolas Paul puede remitir más bien a la presencia, también en la misma escritura, del “lenguaje clásico”. El principio de la “danza geométrica” de la época fundacional ha demostrado ser un vehículo terso y elocuente para trascender hacia otra expresividad, personal en sí misma.

Béatrice Massin, en el programa de mano, se refirió a los intérpretes de su ballet: “Esos muchachos tienen la misma edad de Louis XIV bailando al Sol que se eleva en el ‘Ballet de la Nuit’…Es muy emocionante”.

Lo contemporáneo

Después de esta antigua “danse savante” (aun si atravesada por esas otras dos coordenadas), vino lo que pudiera llamarse la “antigua” escuela francesa, o al menos, un cierto apogeo estilístico de la misma, que remite a la evolución del romanticismo en el decurso del siglo XIX. Se trató de “La nuit de Walpurgis” de la ópera “Fausto” de Charles Gounod, una creación de 1859. La primera coreografía fue de Henri de Justament. Luego Léo Staats hizo una nueva versión, que re-trabajó tras su retorno a la “Maison” al fin de la Primera Guerra mundial. La coreografía actual (que entró al repertorio de la Escuela en 1978) es de Claude Bessy sobre la de Léo Staats.

Si “D’ores et déjà” fue sólo para muchachos, “La nuit de Walpurgis” lo fue sólo para muchachas, según la época en la que, como es sabido, los hombres escaseaban. No le falta su virtuosismo (un punto a señalar, el del empaque de las tres solistas, en los roles de Helena de Troya, Cleopatra y Friné, en tutús blancos), ni un perfume de Marius Petipa, especialmente en los diseños de grupos, a lo “Jardin animé”: ¿no provenía Petipa de esta escuela?

“Danse savante”, “antigua” escuela francesa…Le tocó el turno a lo (más) “contemporáneo” (1979), por medio de “Aunis”, coreografía de Jacques Garnier, que hacía su entrada en el repertorio de la Escuela. Jacques Garnier, decedido en 1982, fundó junto con Brigitte Lefèvre (hoy directora del Ballet de la Ópera) en 1972 el Teatro del Silencio en La Rochelle, cuando ambos se marcharon de la “Maison”. En 1980,  Garnier fue llamado por la propia “Maison” para constituir un grupo de danza contemporánea en su seno. “Aunis” se integró al repertorio de este grupo en 1981, y en 1990 al del Ballet de la Ópera como tal.

Es un intenso pas de trois para tres muchachos, con una duración de 12 minutos, cuya música de Maurice Pacher es, digamos, folklórica-francesa, interpretada sobre la escena por Christian Pacher (acordeón diatónico) y Gérard Baraton (acordéon cromático). Maurice Pacher se refirió a las formas tradicionales del baile y la música en la región de Poitou, en tanto Jacques Garnier estaba nostálgico de su Vendée natal. La inspiración fue pues netamente folklórica, pero está punteada por técnicas contemporáneas. Es muy exigente, física y emocionalmente, demanda salto y rapidez. Si al final los tres terminan en el piso, pudo ser más que una metáfora.

Lo neoclásico

Para cerrar, una obra “neoclásica”, en realidad clásica, si bien se siente a Jerome Robbins, y en menor medida a George Balanchine. “Péchés de jeunesse” (sobre sonatas de Gioacchino Rossini, 1804), de 33 minutos de duración, fue creada por Jean-Guillaume Bart para la Escuela en 2000. Se suceden pas de deux (a cargo de dos parejas), así como las evoluciones de tres parejas más, y, también de seis otras parejas.

La musicalidad de Bart es extrema. Ha hecho un ballet bello, a pesar de que la repetición de determinadas constantes visuales pueden, en cierto momento, fatigar, pero el dinamismo de la composición azota como un látigo, cuando requerido. El vocabulario es clásico, y amplio. Los saltos restallan, como los pasos de batería, asi como portés no sin dificultad, pero en lo absoluto son acrobáticos.

Bart echa mano de un lenguaje, se sirve de él, crea por medio de éste. Como sabe usarlo, hace que brille y que el resultado encandile. Con esta destreza, no necesita de “inventos” ni tampoco de la ayuda de “influencias”, incluso las “neoclásicas”. Bart se basta a sí mismo utilizando el lenguaje clásico.

La Orquesta de los Laureados del Conservatorio (que suele acompañar las presentaciones de la Escuela) estuvo bajo la batuta por Marius Stieghorst, asistente del director musical de la Ópera de París, quien también dirige regularmente los espectáculos de la Escuela. Su desempeño fue notable y apasionado, y las cuerdas en “Péchés de jeunesse” subyugaron.

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